VII

28 8 18
                                    


Nota de autora: A este capítulo le agregué un poco de humor para salir de la rutina de mafia, venganza, odio, y todas esas cosas que a veces comienzan a tornarse aburridas.

¡Que te diviertas!

Sekhmet.

Me río de unos videos bien chistosos que hay en facebook. Suelto una carcajada más ruidosa que la anterior cada vez que bajo por el inicio.

—¿Viste el meme que te mandé por WhatsApp? -me pregunta Culebra, saliendo de la cocina con una taza con palomitas.

—Ajá —contesto sin dejar de ver la pantalla de mi sangsung—. No sé si es más patético que todavía sientas algo por Natasha o tu sentido del humor.

—¡¿En serio no te dio risa?! —espeta con indignación, ignorando lo primero—. Eres una mal agradecida, me tomo la molestia de dejar mis ocupaciones para hacer que te diviertas y no lo valoras, mujer de mierda. Gasto mi batería e internet para compartirte algo de mi alegría, ingrata.

—Ay sí, debe ser que el WiFi no lo paga Aries, mamagüevo —suelto otra risa cuando termina otro video.

—Pasar un año en Caracas como que afectó a tu inmaculando lenguae —reclama, sentandose en el sofá individual.

—Cállate esa jeta, Júpiter —le lanzo un cojín.

Miro la mesa y estiro mi mano para agarrar de las palomitas que puso.

—No te ofrecí de mis palomitas —quita la taza.

—Tampoco te pedí —contesto con la boca llena, deslizando el dedo por la pantalla para buscar otro video que formente mi buen humor.

La puerta la abren, haciendo que el aire frío impacte contra mi piel. Ruedo los ojos, suponiendo que es Anthoaneth, preparandome mentalmente para hacer el papel de mejor amiga hipócrita y no dejar ni una evidencia de que quiero sacarle cada hebra de su cabello perfecto con una pinza de cejas.

—Cierra la puerta amix —pronuncio—, desde anoche no ha dejado de llover.

—¡¿YO QUERIENDO MATAR GENTE DESDE QUE LA CAGARON AYER Y USTEDES AQUÍ FELICES DE LA VIDA COMIENDO COTUFAS?!

Mierda loco.

Me incorporo, apagando el teléfono con torpeza y jugando con mis dedos sobre mi regazo.

—¿Qué hay, jefe? —pregunto casual, estirando mi mano para agarrar más palomitas, pero el egoísta y lambucio de Culebra me palmea la mano.

—¡¿Por qué coño apagaste todo?! ¡Necesitaba avisarte que Natasha iba a quedarse para que abortaras la misión, maldita sea! —lanza el paraguas a un lado y se sacude el cabello con rabia.

—Chama, cierra el paraguas que eso trae malas vibras.

—¡Malas vibras se te van a meter por el culo si no me explicas YA MISMO QUÉ FUE TODO ESO!

—Uy, por detrás no —hago una mueca de asco—, es antihigien... —se me planta enfrente con una autoridad que me hace tragarme el resto de la oración—. ¡Me dio arrechera que hablaras tan bien de la zorra esa! ¿Ok? Andabas presumiendo lo buena que era mientras que a mí siempre me presionas y presionas y nunca me felicitas por mis avances —lo miro con una expresión neutral—. Esa tipa se ha robado todo lo que me pertenecía —me trago mi dolor, más no puedo hacer lo mismo con mi impotencia—, como mínimo respeta mis sentimientos.

Abro exageradamente los ojos, queriendo retroceder el tiempo para eliminar el error que acabo de cometer al soltar esa confesión.

—¿Dolor, Sekhmet? —alza ambas cejas —¿Dolor? Creí que Anthoaneth te había entrenado lo suficientemente bien como para...

Danger high voltageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora