XIII

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Júpiter.

Le doy un largo trago a mi taza de café mientras veo en la cámara ocho que la DHV llegó en el jet. Julieta es la primera en bajar hecha toda una furia, agarra el ascensor y coloco la cámara dos para ver cuando llegue a las celdas del subterráneo.

Abre la sexta celda a la izquierda y descuelga una espada de la pared, agarra a la árabe por el nacimiento del cabello, murmurando insultos ininteligibles para mí. De un instante a otro le corta la cabeza y cierra sus ojos ante las gotas de sangre que salpican su rostro canela.

Me levanto de la silla giratoria con toda la tranquilidad del mundo, como si no acabase de ver qué decapitaron a alguien en la misma mansión donde me encuentro y voy a la habitación de Natasha que está bajándose las copas del vestido para solo quedar en hilo.

—Habla, que no han publicado el periódico —le digo.

Se rasca la cabeza con un leve desespero y busca algo en la habitación con afán.

—Anthoaneth —contesta, revisando los cajones de su chifonier.

Bueno, ahora entiendo por qué tanto odio en la venezolana.

—¿Por qué tanto desespero? —indago.

—En unas horas vieneJaliev Yadav con sus dos esposas —me dice.

—¿Y no se podían reunir en otro sitio?

—Ahora que estamos bajo el mandato de Anthoaneth no podemos levantar sospechas —habla Catalina, entrando en la habitación—. Las reuniones de negocios son en las casas de los mafiosos y no nos conviene dejar cabos sueltos si sellamos tratos en otro lugar —se mira en el espejo de cuerpo completo—, me voy.

Sale y Natasha esconde los planos de estrategias debajo del colchón y y algunas fotos de torturas que hemos efectuado en su caja fuerte.

—Asegura la sala de interrogatorios. Es donde más información hay, también tu oficina y esconde los archiv...

La callo cuando llego hasta ella y la agarro con firmeza por el mentón, sostengo mi gran polla erecta en mi mano y la sacudo para su deleite. Intenta ignorar la vista, pero termina mordiendo su labio inferior y  agachandose frente a mí, empezando a lamer con deleite de la base hasta la punta.

Me mira directamente a los ojos mientras me lubrica con su saliva y chupa la punta de mi glande antes de volver a metersela toda en la boca. Me maravillo por la capacidad de su cavidad bucal cuando enredo mis manos en su cabello y echo su cabeza hacia adelante para introducirlo completo, ella ni siquiera tose ante la invasión de mi pene a su diafragma.

Me masturba mientras lame mi glande hinchado y yo sólo respiro con pesadez, disfrutando de los movimientos sincronizados que hace con su mano.

—Tenemos que capturar a Victorino Rinaldi cueste lo que cueste —le hago saber.

Si queremos joder a Anthoaneth, la reina de la mafia italiana y maldita mujer con más poder sobre el mundo clandestino,  lo haremos con lo que más ama, su sobrino. Una de las reglas principales de la DHV es que no torturamos a inocentes, pero la situación amerita como mínimo un rapto.

Anthoaneth es la responsable del clan de trata infantil más poderoso de Europa y dueña de la página pornográfica de los mismos. En su vida no hay espacio para ningún sentimiento de no sea egocentrismo. Anthoaneth no piensa en el dolor de los niños, Anthoaneth no escucha las súplicas en medio de la agonía, Anthoaneth no tiene piedad por nadie. La única persona a la que quiere en el mundo es a su sobrino de once años que no es para nada culpable de la perversión de su tía, pero ¿Acaso los demás niños sí lo son?

Danger high voltageDonde viven las historias. Descúbrelo ahora