Capítulo 1

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Regina entró esa mañana más temprano en el hospital, el director la había llamado para hablar con ella, eso no parecía ser una buena señal, la última vez que había ido a su despachó casi pierde su trabajo debido a que había intervenido a un paciente sin los permisos necesarios, en este caso no recordaba haber hecho nada malo.

Entró por la puerta de atrás no quería que nadie la viese llegar, así se ahorraría todas las preguntas incómodas y los interrogatorios.

-Buenos días- Dijo al llegar a la última planta, donde se encontraba el despacho del director.- El señor Gold me está esperando- Le dijo a una secretaria que se encontraba sentada en la puerta.

-Sí, adelante- Regina entró intentando aparentar tranquilidad.

-Hola, doctora Mills- Dijo Gold muy profesionalmente- Siéntate y ponte cómoda- Dijo señalando las sillas.

-Hola. ¿Por qué quería verme?- Preguntó Regina queriendo ir al grano de la cuestión.

-Te vamos a trasladar- Dijo directamente Gold sabiendo que Regina no era una mujer de andarse con rodeos.

-¡Qué!- Gritó la morena.

-Necesitamos que viajes a Storybrooke- Soltó Gold mirando la cara de disgusto que tenía Regina.

-No me lo puedo creer- Espetó muy molesta.- ¿Esto es algún tipo de venganza?- Dijo sabiendo que su jefe casi no la soportaba.

-Regina, eres una especialista y una gran profesional pero te vendría bien cambiar de aires- Dijo Gold desviando la mirada a la morena.

-¿Ha sido mi madre? ¡Gold!- Grito levantándose y golpeando la mesa con sus manos, el hombre se sobresaltó ante el golpe-

-Sí, ha convencido a la junta de que te trasladen a ese pueblo, quiere que te aburras y dejes el trabajo.- Dijo asustado por la mirada que la morena le estaba dando.

-Está bien. Si cree que conseguirá acabar conmigo lo tiene muy difícil, por cierto Gold, te cuidado con quien te acuestas, mi madre no hace nada por mero placer- Dijo girándose sobre sí misma y marchándose dando un portazo.

Salió del hospital muy molesta, su madre era la peor persona que había conocido en su vida. Con la excusa de buscar su felicidad hacía cualquier cosa.

Cora no soportaba que su hija decidiese estudiar en lugar de dedicarse a vivir del dinero de su difunto padre cómo había estado haciendo ella, Regina era una mujer ambiciosa y que deseaba valerse por su misma, lo que le provocó no sólo el distanciamiento con su madre cómo vivir con las trabas que esta le ponía día a día.

Los siguientes días fueron una tortura, debido a su traslado casi no recibió casos para tratar y se pasaba las horas muertas o haciendo papeleo, realmente odiaba a su madre más que a nadie, mientras su padre vivía él la apoyaba y conseguía controlar la locura de Cora pero desde que murió Regina vivia en un infierno.

El viernes antes de irse de Boston decidió hacerle una visita a su querida madre, deseaba dejarle claras unas cuantas cosas antes de marchar a Storybrooke, lugar que ni siquiera sabía que existía. Llego a casa de su madre bien entrada la noche pero sabía que estaría despierta, seguramente con alguno de sus amantes pero eso no le preocupaba, quería desahogarse antes de irse.

-Buenas noches, ¿Esta mi madre?- Preguntó Regina entrando en la casa seguida por el mayordomo.

-Si señora. En seguida le aviso- Dijo este muy educadamente.

-Buenas noches querida.- Dijo Cora acercándose a Regina y dejando un beso en su mejilla.

-Hola, madre.- Soltó sin ningún cariño.

Las apariencias engañan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora