-Hola.- Dijo Emma al ver a la morena abrir la puerta.
La rubia quedó algo obnubilada al ver a la morena, la pediatra tan sólo llevaba un corto pantalón negro y una blusa muy pegada del mismo color. A pesar del frió que había comenzado a hacer el apartamento estaba totalmente climatizado y la morena parecía muy cómoda con ese atuendo aunque Regina se sitió un poco incómoda al notar la mirada inquisitiva de la rubia sobre su cuerpo.
-¿Qué quieres?- Soltó sin andarse con rodeos.
-Disculparme.- Emma levantó una bolsa blanca que llevaba en su mano.
-Eso ya lo has hecho.- Regina seguía bastante reticente.
-Regina, por favor. Sólo quiero firmar la paz contigo.- Dijo Emma intentando convencerla poniendo sus ojos más infantiles.
-No es necesario. No hay nada que firmar, en serio...- Regina quería que se marchase.
-No voy a insistir más, no quiero parecer una psicópata. Te dejo aquí el vino y la comida, de todas maneras era mucha para mi.- Dijo Emma dándole la bolsa a Regina.
-Está bien, pasa.- Tuvo que recular al ver la cara triste de Emma.
Emma pasó mirando a su alrededor tranquilamente mientras que Regina dejaba las bolsas en la cocina y comenzaba a servir todo. Abrió el vino y relleno dos copas una para cada una y sirvió la ensalada de Regina y la hamburguesa para ella. La tensión entre ambas parecía bastante grande entre las dos, Emma se sentó en un lado de la barra y Regina en el taburete de al lado.
-Te traje una ensalada, imaginé que no tomarías una hamburguesa.- Dijo Emma intentando cortar la tensión del momento.
-Gracias, aunque deberías haber traído otra para ti. Esa cantidad de grasas no son nada sanas y mucho menos para la cena.- Justificó Regina muy convencida.
-Me alegra que te preocupes por mi salud pero no soy muy de ensaladas.- Emma dio un gran bocado a su comida.
-No sé de tanta importancia, sheriff.- Soltó Regina cortando las ideas de la rubia.
-¿Sheriff? Regina si vamos a firmar la paz necesito que me llames Emma.- Justificó para convencer a la morena a volver a pronunciar su nombre.
-No vaya tan deprisa. Sólo estamos cenando porque realmente no me apetecía cocinar.- Dijo Regina para cortar un poco las alas a Emma se parecía que se soltaba demasiado.
-Está bien, iremos a tu ritmo.- Emma sonrió ligeramente.
En ese momento la tensión aumento y ninguna de las dos sabía que decir para cortar ese silencio tan incómodo que se había instaurado entre ellas. Ambas comían y de vez en cuando se miraban, era Emma la que más miraba a Regina, sus ojos parecían inquisitivos, quería conocer a la morena pero no podía dejar que esta se diese cuenta, justo cuando iba a hablar Neal comenzó a llorar bastante irritado.
-¿Puedo cogerlo?- Preguntó Emma suavemente dejando la mitad de su hamburguesa en el plato.
-Está bien, mientras le preparo yo el biberón.- Dijo dejando su tenedor en la ensalada y dirigiéndose a la cocina.
-¿Qué te pasa, cariño?- Emma se acercó al carro y cogió al niño en brazos mientras le hacía caricias para que se relajase un poco.- ¿Tienes hambre?- Dijo con voz infantil mirando a Neal.- ¿Quieres que tía Emma te dé de comer?- Emma apoyó al niño sobre su pecho para que se relajase y dejase de patalear.
-Sheriff.- Dijo Regina acercándose a Emma que se había sentado en el sofá.- Puede seguir cenando mientras que le dio la cena a Neal.
-No te preocupes, ¿Me dejarías dárselo a mí?- Puso la misma cara infantil que había puesto en la puerta.
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Las apariencias engañan.
FanfictionRegina Mills es trasladada al hospital de Storybrooke donde deberá trabajar durante un año, al llegar conocerá a la atractiva y poco convencional Emma Swan. Ambas son polos opuestos pero no podrán evitar sentirse atraídas por la otra. ¿Se quedara en...