Capítulo 27

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-Regina Mills, ¿Aceptarías ser mi esposa?- Preguntó entonces Emma con una voz emocionada. Regina no podía ni siquiera gesticular, dentro de la cajita se podía ver un precioso anillo de oro con una pequeña piedra en la parte superior. Emma comenzó a ponerse nerviosa por la falta de contestación de Regina pero esta no podía hablar, estaba demasiado emocionada por lo que sólo asintió con la cabeza. Emma se levanto dejando la tarta sobre la mesa cogiendo el anillo y deslizándolo lentamente por el dedo de la morena que temblaba por la emoción. Tras ese gesto, Regina se enganchó al cuello de la rubia y dejo escapar unas cuantas lágrimas más de emoción.

-Te amo.- Dijo Emma que seguía abrazando fuertemente a la morena entre los aplausos de algunos clientes que se habían acercado y de los camareros.

-Yo te amo más.- Susurró Regina besando el cuello de la rubia antes de besar sus labios apasionadamente.

-Soy inmensamente feliz.- Dijo Emma sentándose en la mesa sin soltar las manos de Regina.

-Yo también, pero si me das otro susto como este creo que no vivo para contarlo.- Bromeo Regina mirando fijamente el anillo que adornaba su dedo.

Emma sonrió y partió la tarta sirviendo dos trozos para poder disfrutar de ese manjar, Regina no podía quitar la sonrisa de su cara y Emma seguía totalmente hipnotizada por esa mirada que Regina le acaba de regalar y que no había visto nunca.

Al salir del restaurante todos parecían observarlas, incluso varias personas le echaron fotos lo que en un principio molesto bastante a la rubia pero Regina consiguió calmarla y que se relajase.

Ambas subieron de nuevo a la limusina y llegaron al hotel, Emma había pedido que les subiesen champan y varios dulces para celebrar su compromiso. Nada más llegar a la habitación Emma empezó a besar a la morena que esta extasiada de felicidad.

-Dame un segundo, voy al baño.- Dijo Emma separándose como podía de los fogosos labios de la morena.

Regina entró en la habitación y encontró unos papeles encima de la cama, ante la sorpresa se acercó lentamente y miró en su interior. No sabía lo que era pero cuando leyó más tranquilamente pudo observar que se trataba, sus ojos se inundaron de lágrimas y se tuvo que sentar al borde de la cama ya que sus piernas le habían fallado. Ante ese repentino llanto, Emma se acercó corriendo y se arrodilló ante ella. La preocupación estaba reflejada en sus rostro, no quería ver a Regina sufrir y mucho menos por su causa.

-Lo siento. ¿He metido la pata?- Preguntó Emma levantando la cara de Regina para poder mirar al los ojos. Regina no podía decir nada.- Yo... no quiero...- Emma balbuceaba debido a los nervios que se habían apoderado de ella.

Regina se acercó a sus labios y los devoró con pasión, haciendo que Emma se relajase durante los segundos que el beso duro. Nada más separarse la morena cogió los papeles e intentó relajarse para poder hablar.

-¿Esto...?- intentaba decir pero las lágrimas se lo impedían.- ¿Esto es...?

-Son los papeles de una clínica de inseminación artificial. Quiero que cuando nos casemos empecemos el tratamiento para que puedas quedarte embarazada.- Susurró Emma acariciando los muslos de la morena rápidamente debido a los nervios.- No quería precipitarme, podemos hacerlo cuando quieras, sin fechas ni plazos...- Emma intentaba justificarse al ver la reacción anterior de la morena.

-Te amo.- Dijo simplemente Regina devorando de nuevo los labios de la rubia.- Me has hecho la mujer más feliz de este mundo.

-¿En serio?- Preguntó Emma con un poco de miedo.

-Claro que sí. Siento mi reacción, es que no me lo esperaba.- Regina cogió a Emma de las manos y la invitó a tumbarse sobre ella.- Me encantaría casarme contigo y tener un hijo.- Dijo besándola mientras retiraba los rubios cabellos que caían sobre su cara.

Las apariencias engañan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora