Nada más amanecer Emma y August comenzaron con las tareas para poder entrar en la mina, Emma había tomado la decisión de ser ella la que entrase, con ayuda de los bomberos. Era una operación muy complicada, ni siquiera sabían si el terreno estaba estable o habría más derrumbes además de que la zona que iban a revisar llevaba cerrada años por lo que no sabían que podían encontrar allí dentro, pero Emma había tomado la decisión de intentarlo.
A eso de las 9 de la mañana Emma ya estaba lista para entrar, le había colocado un ridículo traje para evitar que cualquier problema así cómo una bombona de oxigeno y un casco, ella no entraría sola, un bombero la acompañaría ya que ellos eran realmente los que sabían hacer ese tipo de trabajos.
-Te cuidado, Emma.- Dijo Ruby enganchándose al cuello de su amiga.
-Tranquila, Rubs. Hierba mala nunca muere.- Dijo con su habitual sarcasmo.
-No sé cómo puedes reírte en estos momentos. – Soltó Ruby molesta.
-Rubs, el sentido del humor es lo último que se debe perder.- Dijo mirando al bombero y asintiendo con la cabeza.
Antes de entrar en el pequeño huevo que había conseguido abrir la rubia miró a Regina que estaba a unos pasos de ella, por alguna razón su cuerpo reacciono ante esa mirada. Los ojos marrones de Regina parecían desprender un fuego que no había visto nunca, parecía preocupada, Emma sacó esa idea de su cabeza y tras hacerle una señal al resto entraron.
Había pasado algo más de dos horas, Emma se había comunicado a través del Walkie varias veces pero no conseguían llegar hasta el módulo donde se encontraban los mineros, había varias piedras tapando el camino. Los miembros del cuerpo de bomberos así como August, Ruby y Regina estaban realmente nerviosos, sabían que un paso en falso podría hacer que la mina se derrumbase y los sepultara debajo. Mientras esos pensamientos pasaban por la mente de todos, Emma habló.
-Hemos llegado.- Dijo con algo de emoción en su voz.
-¿Cuál es la situación?- Preguntó August.
-Hay cuatro hombres atrapados, uno de ellos tiene una herida bastante grave en su pierna el resto parecen estar bien. ¿Cómo lo hacemos?- Preguntó la rubia.
-Sacad primero al que veáis más grave- Interrumpió Regina.
-Vale.- Emma cortó.
Regina estaba muy nerviosa, por alguna razón pensar que la rubia estaba allí abajo le hacía sentir pesar. Decidió quitar esas ideas de su cabeza y llamó al hospital para que mandaran una ambulancia y así poder llevar a los heridos cuanto antes al hospital.
La ambulancia había llegado pero no habían conseguido sacar a los heridos, el agujero por el que habían entrado era demasiado pequeño para poder subir dos personas así que decidieron que lo harían de uno en uno, aunque el hombre que tenia herida su pierna había perdido el conocimiento y no podía hacerlo sólo. Uno por uno fuero saliendo todos los mineros y el bombero dejando abajo a Emma y al hombre herido, ya que ella era más delgada y así podrían caber los dos.
Regina iba examinando a todos los mineros pero ninguno tenía nada de gravedad, magulladuras y algún que otro hematoma. Todos estaba alrededor del hueco observando si la sheriff sería capaz de sacarlo, la tensión se notaba en el ambiente. Justo cuando vieron la luz de la linterna de la mujer escucharon un fuerte estruendo, lo que implicaba que la mina había cedido.
-¡Emma!- Gritó Ruby a punto de lanzarse por el agujero con lágrimas en sus ojos.
Todos los allí presentes se miraron entre sí, ninguno decía nada, todos esperaban que Emma saliese en cualquier momento.
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Las apariencias engañan.
ספרות חובביםRegina Mills es trasladada al hospital de Storybrooke donde deberá trabajar durante un año, al llegar conocerá a la atractiva y poco convencional Emma Swan. Ambas son polos opuestos pero no podrán evitar sentirse atraídas por la otra. ¿Se quedara en...