Capítulo 32

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-¡Emma!- Gritó Mary Margaret muy nerviosa.- Vas a llegar tarde.- Insistió la mujer.

-Tranquila, Regina llegará más tarde. Quiere hacerme esperar.- Dijo Emma bajando las escaleras de su casa.

-¡Dios!- Espetó Mary Margaret con la boca abierta.- Estas guapísima.

-Mary Margaret me has visto como 10 veces, no tienes que repetir lo mismo cada vez que me veas.- Aseguró sonriendo mirando a su amiga.

-Es que ese vestido te queda espectacular.- Dijo la maestra.- Aunque no es lo que quería para el día de tu boda.- Dijo Mary Margaret nada satisfecha con la idea de su amiga.

-Llevo vestido, conformaros con esto.- Emma se miró de nuevo al espejo.

-Te queda muy bien, además se ajusta perfectamente a tu cuerpo pero esperaba algo más... algo menos...- Mary Margaret no sabía cómo expresarse.

-¿Algo más Regina Mills?- Preguntó Emma levantando una ceja.

-No te voy a decir como irá tu prometida vestida.- Aseguró la maestra mirándola.

-Está bien, no lo intentaré más.- Dijo Emma bastante nerviosa.

Emma se miraba al espejo, estaba contenta con su decisión, había decidido ponerse un vestido blanco corto ceñido a su cuerpo sin mangas, no era lo que todas sus amigas querían pero era lo que ella estaba dispuesta a ponerse, se sentía bien con él y eso le bastaba. Además había decidido ponerse unos hermosos tacones y un simple recogido en su pelo rizado.

-Deja de mirarte. ¡Estas buenísima!- Gritó Ruby haciendo su aparición.

-Tú también.- Dijo Emma silbando al verla aparecer con un precioso vestido a juego con el de Dorothy.

-¿Nos vamos?- Preguntó David que llegaba con un elegante traje negro y una pajarita blanca.

-Sí.- Dijo Emma cogiendo el ramo de flores rojas que iba a llevar a juego con la morena.

Emma había llegado al restaurante donde se iba a llevar a cabo la ceremonia además de la comida. La rubia sonrió al ver a todos sus amigos y familiares reunidos en un día tan importante y feliz de su vida.

-Estás muy guapa cariño.- Dijo su nana mirándola con una lágrima corriendo por su mejilla.

-Tú también, nana.- Emma la abrazó y le dejo un beso en su mejilla.

La rubia saludo a todos los allí presentes con una sonrisa que nadie era capaz de igualar u opacar. Tras más de 20 minutos de retraso Emma comenzaba a ponerse nerviosa, el jardín del restaurante donde habían organizado la boda estaba abarrotado de gente. Todos los amigos de Emma habían asistido así como los de Regina además de todas las personalidades de la ciudad y del mundo editorial en el que Emma se estaba moviendo recientemente y un séquito de periodistas a la puerta para conseguir la foto de la boda.

Emma no para de moverse, estaba atacada de los nervios. Regina se retrasaba y eso provocaba que Emma temiese lo peor, desde que la había dejado plantada en el altar hasta que le había pasado algo.

-No se preocupe.- Dijo el alcalde quién sería el encargado de oficiar la ceremonia. – En todas las bodas pasa igual, la novia, en este caso la otra novia se retrasa y se hace de rogar pero aparecerá.- Aseguró el hombre sonriendo a la rubia.

-Gracias.- Contestó devolviéndole la sonrisa.

Emma se giró entonces para verla aparecer, iba del brazo de Ron el abogado y amigo de su padre. Estaba espectacular, el vestido blanco parecía sacado de una película de cuentos. Emma no podía dejar de mirarla, tanto que ni se dio cuenta de que le había sonreído, la rubia simplemente la miraba embobada.

Las apariencias engañan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora