Capítulo 8

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Regina abrió como pudo la puerta del apartamento mitras que Danielle cogía la maleta que había tirado antes del beso. Justo al cerrar la puerta la morena se giro y vio los ojos oscurecidos de su novia, y sin darle tiempo a hablar esta se abalanzo sobre ella rodeándola entre su cuerpo y la puerta. Fue un beso frenético y necesitado, pero tuvieron que romperlo por la falta de aire en sus pulmones.

-Te he echado de menos.- Dijo Danielle con la respiración entrecortada.

-Yo también.- Contestó Regina diciendo la verdad, a pesar de sus dudas sí la había extrañado.- Ven.- le dijo cogiendo su mano y dirigiéndose al sofá. -¿Quieres tomar algo?- Preguntó sin llegar a sentarse.

-Te quiero a ti.- Contestó la abogada desnudando a la morena con la mirada.

-A parte de a mí, ¿Quieres algo más?- Dijo riendo ante las ideas de Danielle.

-Una copa de vino estaría bien.- Respondió está mirando como Regina se dirigía a la cocina.

-Es un lugar acogedor aunque no es para nada tu estilo.- Dijo Danielle revisando todo lo que se veía a su alrededor.

-Es mejor que nada, además no es muy grande y así me ahorro tener que limpiar tanto.- Afirmo dándole la copa.

-Gracias.- Danielle cogió la copa y tiro de la muñeca de Regina para que se sentase a su lado.- Te ves espectacular.- Dijo mirando el hermoso vestido que llevaba.

-Gracias.- Regina rozó sus labios con los de la abogada.- ¿Cómo es que estas aquí?- Preguntó con bastante curiosidad.

-Cerré todos los casos en un tiempo record y conseguí escaparme para verte, te he notado algo rara estos últimos días y quería que estuviésemos juntas te he descuidado demasiado estos últimos meses.- Afirmó mirando directamente a los ojos de la morena.

-¿Entonces has conseguido el ascenso?- Preguntó Regina.

-Está hecho, sólo falta hacerlo oficial pero primero tengo cuatro espectaculares días por delante para pasarlos contigo.- Afirmó dando un sorbo a su copa y dándole un beso a la morena.

-Me alegra que estés aquí, la verdad es que este pueblo es algo rutinario.- Dijo sin mentir aunque no le disgustaba la rutina.

-Eso se puede solucionar.- Dijo con voz pícara metiendo sus dedos en el escote de la morena y tirando un poco de ella.

Regina se dejo hacer, los besos apasionados dieron paso a las caricias desenfrenadas y antes de darse cuenta ambas estaban desnudas sobre el sofá. Regina disfrutaba de los besos de Danielle y de sus caricias mientras que esta se deleitaba una vez más con el cuerpo de su novia.

-Como había echado de menos este hermoso cuerpo.- Dijo Danielle siguiendo con sus besos.

-¿Sólo mi cuerpo?- Contestó esta intentando hacerse la ofendida pero sin poder reprimir un gemido.

-Principalmente, sí.- Dijo picando a la morena.

-Creó que eso es poco alentador.- Contestó esta enredando sus dedos en el largo cabello de la abogada.

Danielle cayo sus palabras con otro beso y ambas se disfrutaron durante toda la noche, el tiempo separadas les había pasado factura sobre todo a Regina que no podía evitar sentir que de alguna manera estaba engañando a la que ha sido el pilar de su vida.

A la mañana siguiente Regina se despertó primero y se encontró con Danielle durmiendo a su lado, con todo el pelo alborotado y una media sonrisa en sus labios, siempre había adorado la paz que esa mujer irradiaba mientras dormía. Pensó en levantarse pero notó que tenían las piernas entrelazadas y al intentar moverse la abogada soltó un quejido, después del viaje debía estar agotada así que prefirió esperar un rato más quedando dormida de nuevo.

Las apariencias engañan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora