Capítulo 13

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"Porque me encantaría ser esa mujer" Esas palabras habían retumbado en su cabeza durante casi toda la noche, dormir le fue casi imposible, se pasó las horas moviéndose sobre la cama buscando una postura que no encontraría, Emma Swan había perturbado su vida y con la palabras de ayer no sólo demostró una madurez que creía no poseía. Regina pasó la noche pensando en todo lo que le había dicho, desde su confesión hasta todo lo referido a Danielle y que por extraño que le pareciera tenía toda la razón, sus sentimientos estaban cambiando, cada vez eran más débiles y sólo la hacía sufrir, el fuerte y apasionado amor que sentía por Danielle comenzaba a deshacerse en dolor y reproches constantes.

Se levantó con el cuerpo dolorido y con un dolor de cabeza infernal, no había dormido más de dos horas y el vino había hecho su trabajo dejándole un aún más fuerte dolor de cabeza. Neal estaba despierto esperando su biberón así que decidió no hacerlo esperar y se fue a la cocina empujando el carro del pequeño, tras darle de comer y ella desayunar también había decidido pasar el día en casa, estaba muy cansada y no le apetecía ver a nadie. Nada más acomodarse después de desayunar el timbre de su puerta sonó, Regina se levantó maldiciendo por dentro ya que se encontraba muy cómoda en el sofá, abrió sin mirar y se encontró con Mary Margaret que casi salto dentro de su apartamento y se abalanzó sobre el carro de Neal que seguía jugando tranquilamente.

-¿Y mi niño?- Decía en tono infantil- ¿Has echado de menos a mami?, ¿Cómo has estado?- Seguía cogiendo al pequeño y balanceándolo.

-No lo muevas mucho, acaba de comer y podría vomitar.- Dijo Regina en tono preocupada.-

-Perdona... Buenos días, Regina. –Dijo girándose para mirar a Regina y saludarla como era debido.

-¿Qué haces aquí tan temprano?- Preguntó bastante sorprendida.

-No aguantaba más y me vine, David está esperando en el coche que no ha podido aparca.- Dijo mirando a Neal que sonría.- ¿Cómo se ha portado?

-De maravilla, es un niño muy tranquilo.- Aseguró Regina que se había sentado en el sofá.

-Entonces te dejamos tranquila para que descanses, si quieres más tarde paso a recoger las cosas que no necesitamos.- Mary Margaret dejo al niño en el carro y miro a Regina.

-Claro, tengo alguna ropa en la lavadora. Mañana te la doy.- Regina miró a Mary y luego se acercó al carrito para darle un suave beso en la frente a Neal que poso su mano en la mejilla de la morena.

-Siento no poder quedarme más, si quieres mañana quedamos para desayunar y así nos ponemos al día y te doy las gracias por cuidar de Neal.- Soltó Mary Margaret a punto de marcharse.

-No tienes que darlas, ha sido un placer. Pero si te acepto ese desayuno.- Regina miró como Mary Margaret se despedía y cerraba la puerta volvía a quedarse sola en la casa.

Con el silencio del apartamento Regina se echó en el sofá y dio una cabezada haciendo así que su cuerpo se relajase, aunque al despertar tenía que reconocer que echaba de menos escuchar al pequeño balbucear y reírse. Se puso la bata y se iba a preparar algo para almorzar cuando su móvil sonó, al mirarlo vio la foto de Danielle y ella en su viaje a Roma, una lágrima escapó por su mejilla.

-Hola, cariño.- Dijo la mujer al otro lado de la línea.

-Hola.- Contestó Regina sin poder añadir nada más.

-¿Cómo estás?- Danielle hacía su mejor esfuerzo para reconciliarse con Regina aunque la notaba cada vez más lejos.

-Estoy bien, ¿Tú?- Preguntó mientras miraba la nevera pensativamente.

-Muy bien, he conseguido cerrar todo el trabajo y puede que me escape el fin de semana para verte.- Dijo Danielle mostrando entusiasmo.

-No digas algo que luego no sabes si cumplirás.- Soltó Regina molesta.

Las apariencias engañan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora