Capitulo 5: Sangre real

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—¡Emperatriz! Disculpe mis modales, sea bienvenida...

Lilian no entendía que hacía en ese lugar del castillo, la emperatriz que conocía era alguien que llamaba hacia ella, no al revés. Tampoco en las memorias de Lilian. Bueno... las que ahora eran suyas, no recordaba haber visto a la emperatriz en el pasado en ese lugar, ella odiaba específicamente esa ala del castillo por el mero hecho de que ella vivía allí.

—¿Es tan extraño ver a la emperatriz del reino, en su propio hogar?

—No su majestad, es solo que no había tenido el honor de tenerla-...

Y sin más, paso por su lado y observó la habitación, sin ninguna expresión en su rostro.

—Es una gran habitación.

¿Acaso quería que viviera en un lugar menos digno?

Lilian guardo silencio y solo inclino la cabeza.

—Su majestad, que la trae por aquí...

—He venido a dejarte un presente, quiero que tomes a esta criada bajo tu cuidado de ahora en adelante.

Señalando en un ademan de manos, Lilian por poco pierde el equilibrio. Era la criada que había chocado con Leandro. Lilian enmudeció y en su rostro no pudo evitar reflejar perplejidad. Debía hacer algo, no podía permitirla tan cerca suyo.

Vasile sin esperar gratitud, ya que no le interesaba, o más bien le importaba menos, le dijo a Christine, que diera un paso adelante y se presentara.

—Mi nombre es Christine, princesa Lilian. Estaré a cargo de usted a partir de ahora.

Con una sonrisa cálida, se inclinó y tomo sus manos, a lo que Lilian las retiro con rapidez ya que lo vio como una ofensa y poco respeto entre posiciones. No eran cercanas, y no debía tener el atrevimiento de tocarla. La comisura de los labios de Elise temblaron unos segundos, y luego se disculpó inclinándose por su falta de respeto.

Aunque se llamaba Christine, y la tranquilizaba un poco, no bajaría la guardia de manera tan fácil.

—Espero señorita, que en un futuro seamos cercanas y podamos tomar nuestras manos sin incomodidad entre ambas...

Lilian estaba perpleja, tenía una lengua viperina oculta en palabras sumisión. La detestaba y no la conocía hacia más de cinco minutos, no soportaría que fuera su criada. Levanto la cabeza y junto sus manos para hacerle frente a la emperatriz de forma cordial.

—Mi señora, creo que el número de criadas no importan, ya que tengo los servicios adecuados de mis criadas personales, una más sería excesivo y un desperdicio para mí, ya que no requiero de tantas atenciones. Así que, puede llevarla a otro lugar para que cumpla de manera adecuada otros servicios que hagan falta en el castillo.

—Lilian, querida, no he venido aquí para preguntar si deseabas o no una criada, he venido a dártela, así que no debes preocuparte, es competente en su trabajo y no permitiré que sea rechazada. ¿Acaso rechazas un regalo de tu emperatriz?

Lilian no mostró debilidad en sus expresiones, aunque quería gritar y sacarlas del lugar.

—No su majestad.

—Bien, eso es todo.

Vasile salió de la habitación con arrogancia, seguida de sus damas de compañía y hubo silencio en la habitación, Christine no había abandonado la estancia.

—Ya que ahora estas a mis servicios, debo notificarte que no los requiero en estos momentos, así que puedes salir ahora mismo.

Elise sabía que no le había agradado, pero con el paso del tiempo, la tendría en sus manos, por el momento no intervendría. Salió con una reverencia de la habitación. Luego de unos segundos, Lilian no evito soltar un par de lágrimas. Se sentía impotente y pisoteada, su palabra no tenía valor ni peso. Jammes no regresaba, estaba oscureciendo y tenía hambre. Se sentó sobre su cama, y solo miro al vació. Un par de golpes sobre la puerta la sacaron de su ensimismamiento y giro su cuerpo para ver de quien trataba

¿Reencarne en una novela? I NOVELA RESUBIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora