Capitulo 22: Una muñeca

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Para Leandro, era un consuelo que Lilian de una u otra forma, sintiera lo mismo que él; pero el hecho de que no pudieran estar juntos, causaba amargura en su humor.

¿Quién dice que no?

Un pensamiento en respuesta cruzo por su cabeza.

Aunque estuviera acostumbrado de no haber hecho nada en el pasado, y de haberse resignado, la situación ahora era completamente diferente, ahora él era ambicioso, ya que quería cada vez más de sus besos, y abrazos. El amor, realmente era un problema, quería estar siempre cerca de ella, pero, sus obligaciones se lo impedían, y los rumores de los que estaba dispuesto a cuidar a Lilian, eran peligrosos. Y ahora, que por poco la había perdido, sentía una furia incrementando dentro de su pecho poco a poco.

—Cortar las manos de esa perra no fue suficiente...—Susurro para sí mismo—. Estaba en un punto de su vida, donde no sabía que dirección tomar. Leandro se levantó de su tina; mientras el agua recorría cada parte de su cuerpo hasta parar en pequeñas gotas sobre el suelo. Sacudió su cabello y tomó su salida de baño, cubriéndose con ella para luego dirigirse a su escritorio. Tenía tantos documentos por realizar como pensamientos en su mente, pero sin duda alguna, el agua caliente ayudaba a relajar su cuerpo.

La dama de la corte.

No podía acabar con su vida ya que ahora estaba en proceso de juicio por parte de la Corte de la familia real. A pesar de que su cargo era el más alto entre los sirvientes, seguía siendo parte de la servidumbre, y lo menos que esperaba, era que la decapitaran. El primer paso que haría luego de obtener el trono, sería despedir a todos los nobles que conformaban la corte real; no podía imaginar cómo era que un puñado de perros egoístas sedientos de poder y control, hicieran que un emperador, esperará su dictamen final en decisiones por mayoría.

El emperador, podría acabar con el juicio en un parpadeo si matara a la sirviente, pero su madre, la emperatriz había puesto en el cargo a la sirviente. Una disputa entre ambos sería un problema más. Pero considerando que a Geral bien poco le importaba lo que hiciera, dijera o no, la emperatriz, podría matar a la Dama de la corte sin más. Solo que la falta de determinación de Geral, no eran las suficientes. Solo se encontraba al margen de la situación.

Observando todo en silencio.

A veces pensaba que era una persona sin vida.

Leandro ahondó en sus recuerdos, mientras sostenía la pluma con tinta sobre el papel. Los únicos recuerdos que Leandro tenía de su madre, eran de sobre protección y de comentarios respecto al trono...Y de Lilian.


⊰ ♕ ⊱


»—Recuerda obedecer a tu padre, hijo mío. Tú serás el dueño de todo lo que ni siquiera tus ojos pueden ver.

Leandro guardó silencio mientras sostenía un libro de historia antigua entre sus manos a tan solo la edad de cuatro años. Ignoraba completamente a su madre, ya que se encontraba perdido entre las letras.

»—Leandro, amor mío, —Repitió tratando de llamar su atención—. Tus ojos deben estar sobre el trono, sobre nada más. Por eso no he tenido más hijos, ya que quiero que no tengas problemas para obtenerlo, así de tanto tú madre te ama.

Vasile, estaba orgullosa de la actitud de su hijo, era casi igual a la del emperador, y sabía que, si seguía de la misma manera, sería un soberano que podría tener todo lo que quisiera a su antojo. Contrario a su esposo que no tenía determinación en las cosas, era aterradoramente apacible. Leandro tenía una fuerte determinación.

¿Reencarne en una novela? I NOVELA RESUBIDADonde viven las historias. Descúbrelo ahora