Había soñado un sinfín de veces con tocar la piel de Avery, sueños en los que me permitía rosar su piel, en los que podía acariciar su rostro y sentir sus labios contra los míos, sueños con respiraciones agitadas, con sus manos sobre mí y con mis manos en su intimidad, las noches en las que Avery había dormido conmigo eran tortuosas, porque no podía tocarla aunque lo deseara, incluso si ella me había dicho ya que su corazón me pertenecía, pero, ¿por qué? Era simple, Avery parecía simplemente encaprichada, le asustaba que mis manos apenas toquen la piel desnuda de su abdomen, incluso mis besos la espantaban, no voy a mentir diciendo que eso no me ponía inseguro, lo hacía, demasiado, algo a lo que no estaba nada acostumbrado. Por eso estar aquí, ahora, con sus labios aceptando mis besos tan abiertamente, con sus manos apretando mi camisa...
—Avery... —me separo un poco —, aún podemos... Aún puedo...
Ella niega volviendo a besarme, mis manos están inmóviles en su cintura, estoy con los hombros tensos, ella se separa, frunciendo el ceño, sus ojos algo nublados y sus mejillas sonrojadas.
—¿Misael? —pega nuevamente su frente a la mía —, ¿va algo mal?
—Pensé que no estabas lista... Pensé que yo estaba preparado y dispuesto a tocarte cuando me entregaras completamente tu corazón, sin embargo... —subo mis manos a su cuello —, tal vez yo no estoy listo.
Sus ojos se aclararon, y sus húmedos labios hicieron una mueca de dolor —, ¿hice algo mal?
—Dios, no, claro que no —niego sin poder responder algo más cierto que eso —, es que... Estoy asustado.
—¿Por qué...? —susurra.
Mis manos bajan por sus brazos, mis ojos en los suyos, tomo sus manos en las mías para llevarlas a mis labios, frías y temblorosas como siempre, me permito cerrar los ojos un momento.
—Temo que pueda romperte si pierdo el control...
—Misael... No voy a romperme. No soy tan frágil —acerca sus labios a mi cuello, y un casto beso me deja sin aliento, la aferro a mí entonces, temblando completamente —, ¿aún vas a soltarme?
—No —nos quedamos en silencio, con mi corazón palpitando fuertemente y un pitido ensordecedor en mis oídos, aspiro el aroma de su cuello, y dejo un camino de besos, firmes y al mismo tiempo delicados hasta su hombro, mi respiración es descontrolada y me detengo en su hombro, permitiendo a mis sentidos llenarse y acostumbrarse a su aroma —. Avery... Lo siento, pero no puedo esperar más.
Pongo mi mano en su cuello y la recuesto mientras uno mis labios a los suyos, iba a replicar, pero ya no podía dejar que lo haga, me permití chupar sus labios y morderlos un poco antes de bajar mis besos por su cuello, aún tenía sus manos en mis hombros, mientras bajaba y entonces llegué a su pecho, su enorme cicatriz, subí mi otra mano para acariciarla y besarla. Ella soltó un jadeo tembloroso.
—¿Misael?
—Eres hermosa, Avery, no sabes lo hermosa que eres... Dios, agradezco poder tenerte, eres tan... —besé cada parte de la misma, su blanca piel de porcelana y los sonidos que hacía ante mis besos me tenían con la mente nublada, sólo pensaba en poseerla, en hacer que sus sonidos sean más altos y que sus quejidos temblorosos se conviertan en gritos de placer. Rodeé su pequeño pecho con mi mano, este encajaba perfecto y ella se sobresaltó, poniendo una de sus manos en mi muñeca para apartarme pero negué levantando mis ojos hacia los suyos —, no temas, mi amor...
Volví a acercarme a sus labios al mismo tiempo en que apretaba ligeramente la punta de su pezon, su gemido quedó ahogado en mis labios, contenía mis deseos de morder cada parte de su cuerpo.
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Mi hermana y yo |MHYY2|
Teen FictionMisael Ortega tiene la vida arreglada. Vive con su tío Joshua, al cual considera como su propio padre. Su tío lo cría junto a su esposa Madeleine, con la cual tiene una pequeña llamada Hillary. No conoció a sus padres, y el tío Joshua no le habla nu...