Capítulo 22

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Cayendo.



Respira.

Eres una basura.

Respira.

¿Quién te crees que eres?

Respira.

Eres un jodido imbécil.

Res...

¿Qué haces vivo?

—Oye, ¿estás bien? —me toma del hombro e intento distinguir los colores que llenan el lugar —, creo que ya has tomado lo suficiente. Vete a casa muchacho. Además, este bar está abierto sólo hasta las tres de la mañana, que es en media hora, vete ya.

Me ayuda a levantarme y todo me da vueltas, intento enderezarme y cuando lo consigo, meto mi mano en el bolsillo de mi pantalón pero el señor, un tanto mayor, me detiene.

—Ya has pagado suficiente, deja que esa última ronda corra por mi cuenta.

—Yo...

—Llamé a un taxi, te ayudaré a llegar a él —pasa mi brazo por sus delgados hombros e intento negar —. Muchacho intento ayudar, parecías mayor y por eso no te pedí identificación, pero al revisar tus cosas noté que eres apenas un estudiante, no quiero problemas.

—Mi auto... Yo...

—Ven por él en la mañana, lo aseguraré, sólo vete muchacho —no sé en qué momento llegamos al taxi, y caigo dentro —, pídale la dirección y llévelo pronto.

No oigo la respuesta del conductor, pero intento sentarme, un tanto mareado. Miro por la ventanilla, el cielo está oscuro y las farolas alumbran la ciudad.

—¿La dirección? —le pregunto al conductor cuando este me pregunta algo que no entiendo —. Es... —balbuceo, mis labios se sienten pesados y espero que él haya entendido la misma.

El auto se detiene, y me doy cuenta de que realmente estamos en casa, saco un billete de mi billetera y se lo paso mientras abro la puerta, él me pasa el cambio y lo meto como puedo en el pantalón, no estoy tan mareado ya, así que camino hasta la entrada y abro la puerta con mis llaves, cuando entro todo está a oscuras y casi estoy riendo, tal vez pensé que al llegar ellos me esperarían en la sala de estar, para regañarme, pero no valgo ese interés.

Lo he sabido siempre.

Subo las escaleras como puedo y cuando llego a mi habitación, abro la puerta intentando ser silencioso. Ahora mismo sólo quiero recostarme.

—¿Misael? —me detengo, el alcohol abandona mi sistema de golpe, no quiero volverme —. Yo... Estuve esperando por ti, Madeleine pidió que subiera hace unos minutos, yo...

—Vete a dormir —mi voz sale baja, intento parecer calmado.

—No nos hemos arreglado —dice, pongo mi mano en el marco de la puerta, otra vez estoy molesto, pero no deseo hacer esto —. Yo... Lo siento, si no te hubiera tomado del brazo de esa manera... —¿qué? —, no me dolió, ¿sabes? Sólo me sorprendió el golpe, y además hice que el tío Joshua te gritara y yo...

Me vuelvo, todo está un poco oscuro, pero puedo verla claramente, como si ella iluminara el oscuro pasillo. Me acerco a ella, tambaleándome un poco y ella se encoje un poco, pero no retrocede, ¿por qué hace esto?

—¿Y esto? —tomo su pequeña mano, temblorosa, vendada. Mis ojos en los suyos —, ¿esto es nada?

—Madeleine exageró... —quita su mano despacio de la mía y me mira —, ¿en dónde estabas?

Mi hermana y yo |MHYY2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora