Capítulo 20

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¿A veces se pierde? No, no es mi caso.



Intento procesar las palabras que ha soltado Agustín, y mi mente se pone totalmente en blanco. No puedo entenderlo, Avery es un hombre, ¿por qué se interesaría por ella si no sabe que es mujer? ¿Es que ha pasado algo de lo que yo no me he enterado? ¿Qué tanto me ha ocultado Avery? Mis puños se aprietan.

—¿Qué?

—Lo que oíste, yo... —parpadea incómodo bajo la mirada de todos, me toma fuerzas sobre humanas no lanzarme a moler su cara a golpes —, Dan...

—Cállate —levanto mi mano y me río mientras niego —, si sigues me lo tomaré en serio. Y todos sabemos que no es lo mejor para ti, ¿lo pillas?

—Misael...

—Que tu complejito de hermano no te ciegue, Misael —Natan habla —, es decisión de él. No tuya.

—¿Son íntimos ustedes también? —resoplo, mis puños apretándose—, debí suponerlo por tu peinado —hago un ademán hacia Agustín y este frunce el ceño —. A veces uno no quiere ver las señales.

Me encojo de hombros y este se acerca y gustoso lo hago también, volviendo a apretar los puños. Entonces el entrenador se pone frente a nosotros y nos separa.

—Ya que no escuchan lo que digo, y obviamente no lo harán —me mira —, estás en la banca. Y ustedes también —termina por decir a Agustín y a Natan, Agustín parece listo para protestar pero cierra sus labios y retrocede mientras me mira molesto. Natan se cruza de brazos y me da la espalda para caminar hasta el cesto, y el entrenador me mira una vez más —, ¿satisfecho con el resultado?

—Sabe que no es mi culpa —le digo —, yo no inicié esto.

—Oh, claro que sí —se da vuelta —, mejor ve a enfriar tu cabeza, a casa y, si todavía quieres formar parte de este equipo, te quiero a primera hora aquí mañana —mantengo su mirada un poco más pero decido que lo mejor es irme, cuando me doy vuelta da un carraspeo de garganta y me detengo —, no siempre se gana, y hay que aprender a perder.

—No es mi caso —siseo.

Tomo mi maleta y salgo de la cancha, cuando estoy en los pasillos casi vacíos de la institución me detengo para soltar grandes bocanadas de aire, intentando contener mis deseos de volver y acabar con todos. Cierro mis ojos un par de segundos.

—No —dice mirándome fijo —, no hablo con él desde que me lo pediste.

—Que tu pequeño hermano... Creo que me gusta.

Niego de vuelta y retomo la marcha, decidiendo qué he de hacer ahora que me han revelado cosas que no sabía.

Tengo que hablar con ella.

[...]

Detengo el auto frente a la casa y aprieto el volante, tomo mi móvil entonces y envío un rápido mensaje anunciando que estoy fuera. No pasan ni dos minutos antes de que Mishell salga por la puerta principal, agitada y con la duda marcando su rostro, abro la puerta de mi lado y salgo, ella camina hacia mí con cautela y meto mis manos en los bolsillos de la chaqueta del club. Usa shorts de mezclilla y una larga camisa a cuadros, su cabello recogido en una coleta alta algo floja, seguro estaba estudiando mientras miraba uno de sus dramas favoritos.

—¿Misael? ¿No deberías estar entrenando? ¿Qué haces aquí?

—Vine a verte, ¿no es obvio? —me río y ella frunce más el ceño, me muerdo el labio y niego —, ¿Natan y tú? ¿Cuándo ibas a decírmelo?

Mi hermana y yo |MHYY2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora