Capítulo 25

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"Me encanta. Mirar a Misael es tan hermoso, ¿por qué es hermoso? Tal vez es por cómo mi mano llena la suya sin ningún problema. ¿Eso está bien, cierto? Porque estaremos juntos para siempre".

Una pequeña niña corre por los pasillos de una casa, sonriendo, jugando, ella busca un lugar donde esconderse.

—Abbi, ya terminé de contar, ¿ya puedo ir? —una voz igual de infantil resuena por la casa.

—¡Aún no!

Ella entra a su habitación, donde hay dos camas y se mete debajo de una. Sonríe complacida, está segura que ese escondite es el indicado. ¿Podría su hermano encontrarla? Parece imposible.

Ella oye pasos y se asegura de permanecer callada, los pasos se acercan y luego se alejan de la habitación, quiere reír pero se tapa la boca con ambas manos. Ella espera un poco más, pero no oye los pasos de nuevo, su ceño se frunce. Piensa en sí debería salir. ¿Estaría bien hacerlo? Apenas están empezando a jugar. Duda durante unos minutos y luego sale.

Y camina por el pasillo hasta que ve a su hermano sentado en el suelo, con sus rodillas pegadas a su pecho, su rostro hundido entre sus brazos.

—¿Estás...? —ella corre a alcanzarlo y este levanta la mirada antes de que ella llegue, sus ojos humedecidos —. Hermanito...

—¡¿Por qué te perdiste?! —grita él mientras se limpia las lágrimas —. ¡Tenías que ir detrás de las cortinas! ¡Tenías que ocultarte ahí otra vez!

—Pero... Pero... —su hermano está enojado, y ella tiembla con ojos llorosos, ella lastimó a su amado hermano, ¿por qué lo había lastimado? —. Lo siento.

—Pensé... que te habías perdido —él llora limpiando su cara en repetidas ocasiones, ella lo mira mientras no puede moverse, a tan sólo un paso de distancia de él —. Tonta... Tonta...

—Lo lamento... —ella acorta la distancia y lo abraza —. Cuando juguemos de nuevo estaré tras la cortina, lo prometo. Perdóname...

Él se levanta y la abraza por los hombros, tan fuerte que momentáneamente ella pierde el aliento pero no intenta apartarlo.

—No te apartes de mí. Nunca.

—No deberían ser tan dependientes el uno del otro —ambos levantan la cabeza, él les sonríe ampliamente —. Vamos, pequeño, sabes que el juego consiste en perder a alguien y debes deducir el lugar en el que la persona que buscas debería estar, es un buen juego que te enseña que para tener a alguien valioso... —él levanta a la pequeña niña en sus brazos y sacude el cabello del niño —...debes sufrir un poco y luchar por ello.

El pequeño levanta la mirada —. No tendré que buscarla si nunca la pierdo, y jamás dejaré a Avery.

El mayor lo miró y un brillo que demostraba su dolor lo cegó apenas un momento, se recompuso rápidamente.

—Estoy seguro que no.

Los tres bajaron de la mano de él, esa tarde era el cumpleaños de ambos aunque ellos apenas entendían lo especial de la ocasión, una mujer de cabellos rubios corrió por la casa hasta llegar donde el hombre con los dos pequeños.

—¡Bray, los encontraste! Es un alivio, acaba de llegar... El tío de los chicos.

—¿Qué hay de los abuelos? —pregunta bajando a la niña, el niño se apresura en tomar su mano. Bray los mira —, ¿también han venido?

—En la entrada está sólo él.

—Sí enviaste la invitación al lugar correcto, ¿cierto, Valentine?

Mi hermana y yo |MHYY2| Donde viven las historias. Descúbrelo ahora