Bajo una tormentosa lluvia en medio de un oscuro bosque, una recién nacida Luz fue abandonada por su madre en una antigua cabaña.
Por azares del destino, Edalyn Clawthorne, bruja salvaje, la encontró justo antes de que ocurriera una desgracia y se l...
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— ¿Crees que es linda? —cuestionó la demonio psicóloga que Luz invocó hace unos veinte minutos.
—E-Es muy tierna —comentó Luz, echada en el sillón, con un leve rubor en sus mejillas—. ¿Eso qué significa?
—Interesante. —Apuntó los resultados en una libretita fantasma—. Suena a que esa Willow es muy importante para ti. Hasta podría diagnosticar que es una primera pequeña primera crush, o sea, tu primero flechazo de amor.
—Oh... —Más que mariposas en el estómago, Luz sentía que quería ir al baño—. Y si se lo digo, ¿mejoraría nuestra amistad? —preguntó, ya que Willow últimamente pasaba demasiado tiempo con esa tal Amity.
Tanto era así, que ya no asistía al parque de juegos, a pesar de que estaba frente a su casa.
—He respondido mucha de tus preguntas, ahora contesta la mía. ¿Conoces a Edalyn Clawthorne? —No era el típico caso que le debía dinero, directamente, Eda encerró a ese demonio psicólogo en el tablero luego de que no le pagara una sesión de hace décadas.
—Bonk. —Cansada que sea la doceava vez que preguntan por su madre, Luz la golpeó con su pequeño bate, devolviéndola al tablero—. ¿Qué se traen todos con mami? Ella es una bruja tranquila que roba y vive en medio del bosque mientras cría a un adorable terrón de azúcar... ¡Yo!
Ahí la razón por la que quiere aprender magia y defender a su madre de los demonios que se quieren meter con ella.
—Me aburro, pensé que pasar el tiempo sola en casa sería más divertido.
—Hoot... —Algo se quebró en el pequeño de corazón del búho—. Tal vez puedas llamar a tu amiga Willow desde el pergamino de tu madre.
—Lo haría, pero... —La única regla de oro, que jamás se atreverá a romper, lo evitaba—. No puedo ocultar mis orejas redondas con un hechizo de ilusión.
Poco a poco, eso le empezará a crear un complejo de inseguridad.
—Tengo una idea. ¡Hoot! —Igual que un gato mojado, el búho se sacudió intensamente para que algunas de sus plumas caigan de su lomo—. Pégatelas, dará la impresión de que tienes orejas puntiagudas.
—Oh... —Más que asco, a Luz dio una tremenda curiosidad el hecho—. Pensé que solo eras un tubo pelado... Hoot —imitó al búho con un tierno ulular.
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