Cap. 41 - Cambios y tiempo de luto

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Capítulo dedicado para ambarrientos

A partir de ahora dedicaré capítulos a las personitas más activas de las historias. Me guio mayormente de los comentarios OwO

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Hace unos días.

— ¿Qué demonios es eso? —exclamó la bruja, enfocada más en el raro animal emplumado y rechoncho que en su alrededor, un lugar devorado completamente por la oscuridad, dónde solo ella, el ave y cierto rubio se dejaban ver con brillo propio—. ¡Qué demonios haces!

—Acariciando a un búho —respondió el humano rubio de coleta, en cuclillas, acicalando al ave con sus manos—. Un búho bebé —añadió, luego que el búho le gruñera para que lo resaltara.

— ¡Aléjate! —bramó Eda, arranchando al demonio en forma de búho de las manos de Phillip.

La maldición, el demonio que habita en su consciencia y que se manifiesta con garras y plumas sino toma su elixir con regularidad. Siempre tiene pesadillas con él, tan intimidante y exageradamente gigante, pero en esta oportunidad, solo se manifestó en su verdadera forma, la de un bebé asustado, que Eda aprovecharía para devolverle todos los golpes y cicatrices que creó en su vida.

—Tú... bestia asquerosa, acabaré conti-go... —amenazó la bruja, en un tono tan feroz que hasta al propio Phillip le asombró cómo se desinfló. La bestia, de permanente poder dentro la mente de Eda, reaccionó a las intimidaciones, regresando a su forma demoníaca y gigante de cuatro patas y ojos negros—. ¡Creo que es momento de correr!

—No hay necesidad. —Phillip la detuvo al jalar de su falda. 

Pequeños ademanes y pocos ceños fruncidos; una leve caricia debajo de su cuello lleno de plumas. La mansa bestia regresó a un tamaño miniatura, abalanzándose sobre el rubio para recibir más mimos.

— ¿Ves? Es un bebé a la defensiva... que probablemente tampoco le guste estar atado a ti —dedujo el rubio por las ganas del búho de alejar a Eda—. Puedes acariciarlo, pero mantén la calma.

—N-No. ¡Ni loca! Jamás me fiaré de una cosa que lastimó a mi hi-ja.

Su corazón se detuvo y la lengua se hizo un nudo. Si ella estaba dentro de su mente, ¿dónde estaba su cuerpo terrenal?

Aún más importante...

— ¡Luz! Oh, no. No, no, no. ¡¿Dónde y cuándo estamos?! —Eda reclamó por respuestas, a la par que se piñizcaba las mejillas con tanta fuerza que las dejó rojas.

—Ni idea —respondió Phillip alzando ambos hombros, con el búho entre brazos—. Siempre me mantengo atado a alguien, así que veo a través de sus ojos. Pero si tú estás dentro de tu mente, no hay que ser genios para afirmar que sigues dormida.

— ¡Cuánto tiempo llevo dormida! —reformuló su pregunta entre vozarrones desesperados.

—El suficiente como para que me haga amigo del pequeño búho. —Volvió a responder Phillip con relajo.

La lucha de una Madre Búho - TOHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora