Cap. 58 - El destino de Luz

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Pasada casi una hora desde que se separaron de Eda para expandir las posibilidades de hallar más rápido a Luz al cubrir más terreno entre los bosques, Bonesborought y Latissa; Raine y Amity comenzaron a apresurarse más de la cuenta, ya que pronto ...

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Pasada casi una hora desde que se separaron de Eda para expandir las posibilidades de hallar más rápido a Luz al cubrir más terreno entre los bosques, Bonesborought y Latissa; Raine y Amity comenzaron a apresurarse más de la cuenta, ya que pronto el encantamiento que la Clawthorne les entregó dejaría de surtir efecto. Sin ver las huellas que Luz dejó por los senderos, se les dificultaría mucho encontrarla.

Cada minuto que transcurría aumentaba la reciente desesperación generada en el pecho de Amity. Los primeros síntomas se manifestaron con algunos leves bramidos por tropezarse con una roca, más adelante evolucionaron y se convirtieron en palabras más... de adultos. "Maldita porquería", reventó la peliverde en cólera luego de chocar su frente con un árbol a causa de estar más concentrada en el camino.

Un poco más atrás, pero siempre pendiente de la actitud de Amity, Raine visualizaba un desastre de árboles destrozados si es que ella no se tranquilizaba. Y si bien la situación era muy apremiante, la niña necesitaba bajarle una rayita a su ansiedad, que bajo todo contexto siempre resultaba contraproducente y entorpece el buen juicio.

Para buena suerte, Whispers poseía un as bajo la manga que le ayudaría también a crear un lazo amistoso con la niña.

—Pequeña —llamó Raine, siguiéndola con prisa y dificultad—, ¿te puedo preguntar algo?

—Lánzalo —contestó Blight, enfocada en el sendero.

— ¿Te gusta Luz?

La determinación con la que Amity daba cada paso, en medio del accidentado, se esfumó medio segundo después de que cayera entre unos arbustos por culpa de tan repentina cuestión que la ruborizó hasta la punta de sus orejas.

—Creo que... —Whispers emitió una risilla. A ese punto le resultaba muy obvio... y bonito que sientan tan bellos sentimientos por su pequeña hijastra.

— ¡Ni una sola palabra! —chilló Amity, reincorporándose de la caída—. ¿Por qué piensas en esas cosas tan bobas?

—Instinto.

— ¡Entonces actualízalo que estás en un error! —Volvió a reclamar Amity—. Y en caso pasara... tal locura de que nos gustáramos, s-solo nos concierne a las dos.

—Oh... —Raine levantó una ceja, puesto el término "gustáramos" le era muuuy llamativo—. En ese caso, ¿sabías que un pajarito me contó que a ella le gusta alguien?

La peliverde se detuvo, quiso dar media vuelta y seguir preguntando, pero eso solo la expondría, aparte no era el punto importante por el que estaban a punto de llegar a Latissa.

—N-No es importante, debemos encontrarla.

—Cierto, cierto —espabiló Raine; sin embargo, lanzó un último comentario molestoso—. ¿Te doy una pista? Tiene el cabello verde.

— ¡No te escucho, soy de palismadera, tengo orejas de hada fea! —Para evitar que la sigan avergonzando, la peliverde arrancó en una carrera con los oídos tapados.

La lucha de una Madre Búho - TOHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora