Bajo una tormentosa lluvia en medio de un oscuro bosque, una recién nacida Luz fue abandonada por su madre en una antigua cabaña.
Por azares del destino, Edalyn Clawthorne, bruja salvaje, la encontró justo antes de que ocurriera una desgracia y se l...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
—Y así fue como el entrenador me dijo que tengo potencial para entrenar con el primer equipo—comentó una muy emocionada y sudada Luz, recién salida de su práctica semanal de grugby, mientras daba algunos alegres saltitos tomada de la mano de su madre—. Solo espero que nadie se dé cuenta de los "tips" que me diste —enfatizó con un gesto de dedos.
—Pero te funcionaron, ¿cierto? —cuestionó la bruja con un tono sarcástico, segura que las trampas eran necesarias para asegurar la supervivencia de Luz en el campo.
— ¡Claro que sí! —Y la morena se encontraba feliz con los resultados, pero un pequeño sentimiento de culpa comenzaba poco a poco a abrumarla—. Aunque me preocupa una cosita en particular.
Los supuestos tips que Eda le dio hace un par de semanas no eran más que jugadas prohibidas que Luz, por obvias razones, desconocía al nunca leer el reglamento. Para su suerte, el entrenador y los demás alumnos estaban más concentrados en no morir que en tomarle especial atención por si veían alguna trampa o actividad sospechosa de su parte.
—Adivino. No te gusta hacer trampa porque así no sabrás cuál es tu verdadero potencial y bla, bla, bla... ñoñerías. Bla, bla, bla.
Cosas cursis y de noble corazón que solo una niña, influenciada por las buenas normas y pulcro comportamiento de su hermana, podía llegar a desarrollar.
—Corrijo, ahora me preocupan dos cositas en particular. —Luz nunca se había cuestionado aquel tema moral hasta que su madre se lo dijo. Es decir, si la trampas le funcionan, difícilmente las dejará de usar... por lo menos hasta que la atrapen—. Lo más importante. Si el entrenador se da cuenta que hago trampa, me sacará del equipo ¡y mi vida acabará!
—Pfff... Esos bobos jamás se dieron cuenta que yo hacía trampa. Relájate. —Eda estaba segura de sus palabras
Aunque no lo quiera decir en voz alta, los maestros, las personas en general de las islas, no son muy hábiles de mente. Tontos para resumir. Y si a eso le suma que su hija es una especialista en pasar desapercibida, no se preocupa mucho que la descubran usando trampas.
— *Gasp* Mami, mira. — La menor soltó su mano, para dirigir toda su atención a la bola de cristal detrás la ventana de una tienda de artefactos domésticos—. Últimas novedades desde el castillo del emperador —llamó la morena, señalando con realce noticiero que se transmitía.
— ¿Pasó algo malo? —cuestionó Eda, ligeramente preocupada por la integridad de la monumental estructura.
Sí, odiaba a todos los que habitaban ahí y varias veces soñó en volarlo a pedazos... obviamente no sin antes poner a salvo a su hermana, bruja que motivaba su preocupación.
—Hubo un pequeño altercado luego de que se filtraran archivos confidenciales que revelaron que el Emperador sigue...
"Petrificando brujas a escondidas del ojo público", leyó Luz, pero no pudo decirlo en voz porque aquel terrible castigo aplicado a ciertas brujas... rebeldes, problemáticas y sin aquelarre le resultaba espantoso.
