Cap. 27 - Derroquemos al tirano

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—¡Por favor, no! —suplicó la morena, apretando con recelo para que no le arrebaten el objeto más preciado que lleva colgado en el pecho

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—¡Por favor, no! —suplicó la morena, apretando con recelo para que no le arrebaten el objeto más preciado que lleva colgado en el pecho.

Una estrellita que es prueba de su excelencia académica como mejor bruja de pociones

— ¡No me puede obligar a esto! Mi estrella de mejor alumna es lo que más amo —negó otra vez, colmando de a pocos la paciencia de su profesora, con quien lleva discutiendo casi media hora en el salón vacío.

—Lo siento, querida. Las delegadas de clase deben tener aprobado cada aspecto estudiantil de su boleta de notas. —Incluyendo las de actividad física que se realizan en el gimnasio dos veces por semana.

—Pero me banearon del gimnasio. —Luego de voltearse los párpados y hacerles "blip, blup, blip" a sus compañeras porristas—. ¿Cómo se supone que apruebe las clases de actividad física?

—Podrías unirte al equipo de Grugby del salón de pociones —sugirió la maestra. 

Una opción muy viable para alumnos que no eran muy buenos en los estudios, pero que destacaban notablemente en los deportes.

— ¿Si sabías que todas las seleccionadas tienen asegurada una A+ en su boleta de notas?

—S-Sí...  —Luz no sonaba muy convencida de aceptar la sugerencia.

Hace poco pudo darle un abrazo a Willow, y ya puede estar cerca de su madre sin sentir una extraña sensación de incomodidad en su pecho. Sin embargo, tales hazañas significan que ya estaba lista para un reto mayor como lo es el trabajo en equipo, desvestirse en los camerinos o los usuales abrazos fraternales entre compañeros de grugby.

—Luz, eres una de las mejores estudiantes de pociones que he conocido, y mira que enseñé a tu madre y tía de jóvenes. 

Recuerda más a la primera que a la segunda. Divertida y bromista bruja de un potencial descomunal que le hizo volver amar su profesión... una vez se fue.

—Haré una excepción y te daré una semana más de plazo para que lo decidas con calma... —señaló con énfasis la brillante estrella del pecho de Luz, provocando que la menor vuelva a esconderla con desconfianza—. Reglas son reglas.

—Comprendo. Gracias, señorita profesora. —La menor regaló la mejor sonrisa fingida que pudo, suficiente como para que la maestra de por terminada la conversación, saliendo del vació salón de pociones.

Aquel vocabulario que rondaba su mente como forma de desahogarse nunca fue de su gusto, básicamente porque lo consideraba muy tosco, es más, será la primera vez que dice en voz alta. Una de las palabras favoritas de su madre.

—Carajo...

Luz no podía definir de mejor manera la comprometida situación en la que se acaba de meter.

La lucha de una Madre Búho - TOHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora