Bajo una tormentosa lluvia en medio de un oscuro bosque, una recién nacida Luz fue abandonada por su madre en una antigua cabaña.
Por azares del destino, Edalyn Clawthorne, bruja salvaje, la encontró justo antes de que ocurriera una desgracia y se l...
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—Mami, me muero de sueño —balbuceó Luz a duras penas.
Había pasado todo el día dibujando garabatos en un intento por hacer los glifos que supuestamente le ayudarían a hacer magia. Sus parpados se cerraban, y comenzó a ver el piso como una buena opción para reposar su cabecita.
—El piso es suave...
—Nada de dormir —reprochó Eda.
Con apoyo de un hechizo, alzó a Luz por la aires y la samaqueó levemente para hacerla despertar.
—Aún tenemos cientos de glifos que probar.
— ¡Mami! Llevamos así varios meses y aún no puedo hacer magia. ¡Es inútil! —exclamó, botando todos los papeles que tenía en su libreta en un acto de rebeldía—. Es inútil... soy una bruja fallida.
— ¿Qué te he dicho sobre decir eso? —reclamó con un cierto tono de molestia, jalando la oreja de la menor con cierta fuerza—. Tú no eres una bruja fallida.
—Auch...
Eda se detuvo con el agarre, disculpándose por lastimar las orejas de su hija que tanto complejo le han causado.
—Tú me dices que no soy una mala bruja, ¡pero eso es lo que yo siento! Mami, tú eres la bruja más poderosa de las islas. Puedes patearle el trasero a cualquiera, incluso a los guardias que te siguen hasta la casa, mientras que yo...
—Luz, mírame — —. Mira a mi mami...
—Yo no soy merecedora de recibir el apellido Clawthorne. ¿Una bruja que no puede hacer magia? —decayó notablemente su tono de voz, increpándose bruscamente su falta de habilidad mágica—. Soy patética... —musitó.
— ¡Tú vas a hacer magia! —Eda, contraria, levantó su tono de voz, acción que cohibió a la pequeña Luz—. Ten paciencia, hija...
—Deja de llamarme hija. Fue mera suerte que me encontraras esa noche en la cabaña. ¡Y te odio por eso! Te odio por engañarme tanto tiempo. Te odio... porqué no eres mi verdadera madre.
—S-Sí soy tu madre...
.
Mami, mami... ¡MAMI!
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