Cap. 50 - Luz, una señorita bruja casi adulta

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GENTEEE, ¡ME HICIERON UNA ENTREVISTA!
Más información al final del capítulo x"d

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—Tengo sueño.

Luz tenía sueño, y se lo hizo saber a su madre con un gran bostezo que casi descuadra su mandíbula. Pero el dolor de unos huesos fuera de lugar jamás se comparará a la mayor diferencia fisiológica que Luz sufre por unos par de días al mes.

Era casi el cuarto día seguido de dolor, el de mayor cumbre de malestar hasta ese momento.

El retorno de su "flujo fértil de magia" llegó una semana antes de lo estimado, por lo que la morena, confiada de que las cosas saldrían bien, no se contuvo y agendó varias salidas de estudios a casa de sus amigas y visitas a los abuelos. En ese momento se emocionó por la idea de que su semana sería emocionante, sin embargo, los cólicos y bruscos cambios de humor siempre malograron su ánimo.

Su helado favorito de fresa tampoco ayudaba. Ella comía y devoraba sin piedad, y fue ahí que su madre se percató de que aquel postre era uno de los mayores males que podría permitirle en ese estado.

—Hijita, sé que te duele... ¡pero podrías dejar los botes de helado! —renegó Eda—. Ya hemos hablado sobre esto.

En medio del sermón que la bruja había preparado durante los últimos 5 minutos, Luz dio un bufido de queja, mismo que acompañó con una pataleta. Como resultado, su jarra de helado cayó al piso, y Hooty aprovechó para devorarla las sobras.

— ¡MAMIII! —chilló la menor. Ese fue el sabor que guardó para el final y ahora yacía en el suelo, igual que sus ganas de continuar en el plano terrenal—. ¡YA NO QUIERO VIVIIIR! ESTÁ SOBREVALORADO Y HAY QUE BAÑARSE.

Luz lanzó su queja en idioma pucherito, mientras golpeaba descontroladamente los cojines con brazos, piernas; y soltaba refunfuños y maldiciones enmudecidas.

—Con ese pensamiento en mente, dudo mucho que puedas ir mañana a la escuela —señaló Eda.

— ¡No, tengo que ir! —Luz detuvo su mini berrinche, reincorporándose para que su madre no la prive del derecho a la educación—. Es más, me urge ir mañana a la escuela.

— ¿Segura? —cuestionó la bruja—. Qué yo sepa no tienes exámenes, ni grugby... o esas bobas actividades extracurriculares.

Tampoco era la semana de leer a niños de clases inferiores, y desde hace una semana la banearon de la cafetería. Sus días de asistente junior se acabaron el día que trató de preparar su famosa lasaña. A todo el mundo le encantó y la cocinera perdió su empleo, pero a pesar de que a Luz no le cayera bien, tuvo que dar un paso al costado para que ella regresara. Entiende que ella también es madre y debe mantener un hogar.

Frente a todo lo que Eda sabe, no llega a comprender la razón por la que su hija no deseaba faltar a un aburrido día de clases de repaso pese a sufrir cólicos mensuales de su inusual ciclo fértil.

La lucha de una Madre Búho - TOHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora