La sensación de culpa por haber dejado a Ryan esperando en el coche, durante la media hora que ella y Leila tardaron en volver a cenar con Mackenzie, desapareció como el dibujo que haces por la noche en la arena; cuando sube la marea. Ni siquiera recordaba haberse detenido a pensar en el pobre hombre que estaba locamente enamorado de ella, con la misma intensidad que ella lo amaba. Porque cualquier sentimiento de culpa, dolor o arrepentimiento que tuvo fue reemplazado por cansancio. Ya estaba acostumbrándose a sentirlo.
Leila iba con las piernas extendidas en los asientos traseros, Ryan accedió a colgar una pequeña linterna en el techo para permitirle leer durante el viaje, así que no fue capaz de darse cuenta del cambio de expresión en su rostro. Llevaba puestos los audífonos que bloqueaban el ruido a su alrededor y le ayudaban a controlar sus migrañas, solamente si alguien la movía se daría cuenta de que sucedía algo. Ryan, por otro lado, notó la perdida de alegría en su rostro desde el momento en el que sacó el teléfono de su bolso para responder a la llamada entrante.
Le daba las gracias a Mackenzie por el consejo, añadir el número de Ze'ev Wilson le daba la libertad de colgar o borrar el mensaje sin tener que leerlo. Salvo que en esta ocasión leyó el mensaje tres segundos antes de recibir la llamada. Trató de no fruncir los labios durante varios segundos, mientras más se esforzaba por mantener una cara de póker, le salía más natural mostrarse molesta. Tanto así que Ryan le quitó el móvil sin darle una oportunidad para reaccionar.
—Ryan Ái... Welsh, ¿con quién me comunico?
Amera se tensó en el asiento.
Pasaba, eran ocasiones muy raras e incómodas, pero todavía había momentos dónde el instinto protector de Ryan salía a flote, su mente siempre lo obligaba a dar el nombre de su padre, porque recordaba el poder que venía acompañado. Porque durante el primer año que vivieron en el proceso de desligarse de aquel hombre, eran capaces de usar el nombre Áilleach y ser respetados. Incluso tiempo después de que Gilbert Áilleach, su padre, fue arrestado y despojado de todos los títulos y beneficios que acompañaban su nombre, ellos todavía podían utilizar el nombre. Fue en tiempo que trataban de acostumbrarse a su nuevo nombre, que se volvió complicado.
Ryan se volvió "huérfano" y decidió llamarse Welsh, Insistió durante meses en que lo que él necesitaba no era permanecer unido a la familia, aunque fuera el único unido por sangre a ellos, para beneficio de su salud mental y por seguridad de su control de ira, necesitaba un inicio nuevo.
Amera fue la que decidió conservar el nombre. Cuando alguien le preguntaba, ella respondía con voz baja y orgullo que era hija de Qwin Áilleach, el hermano gemelo de su padre. Su abuela no fue capaz de convencer a Ryan de utilizar su apellido de soltera, al menos para mantenerlo dentro de la familia, ella no tuvo corazón para rechazar el calor de la familia que se quedó a su lado dándoles apoyo día tras día.
—Soy el doctor Wilson del Royal Liverpool University Hospital, quisiera comunicarme con la señorita Amera, si es posible.
Ambos se miraron, aunque no tuviera el teléfono en altavoz, ella escuchó claramente. Alzó un hombro, en realidad le daba lo mismo si lo comunicaba o seguía hablando él. Ya estaba harta de tener que lidiar con ese hombre todos los días desde el mes pasado.
—No se encuentra disponible por el momento, ¿hay algún mensaje que necesite hacerle llegar a mi prometida? —Ryan alzó las cejas, era un gesto que normalmente significaba «no tengo tiempo para tus estupideces». Amera se mordió la lengua para no reírse.
—Es un asunto privado, ya me comunicaré después.
El doctor Wilson colgó, antes de que Ryan pudiera responder. Le devolvió el teléfono a su novia, tratando de no reírse.
ESTÁS LEYENDO
La voz del Silencio
RomanceSu infancia estuvo resumida al silencio, mantener la cabeza baja y esconderse en un hoyo dónde nadie pudiera encontrarla. Ahora, como una mujer adulta, no tiene que rendirle cuentas a nadie. Dice lo que quiera. Hace lo quiere. Mira a todos como sere...