Leila le escribió diez minutos antes de que terminara su turno, ella no pudo saber que casi terminaba de trabajar, sólo fue una agradable coincidencia. Amera respondió antes de cerrar el consultorio, en el mensaje los invitaba, a ella y Ryan a cenar en el departamento de Mackenzie, preparaba una comida usando una de las recetas familiares así que le encantaría tenerlos ahí también, para reunirse y, de acuerdo a lo que escribió, charlar.
Amera tuvo una extraña sensación leyendo el mensaje otra vez, de alguna forma se sentía como el mensaje que te enviaba tu novio antes de terminar, durante una fiesta con tus amigos para que no hubiera nadie después para consolarte. De inmediato se reprendió por el pensamiento, no tenía razones para creer que Leila sería ese tipo de persona, se trataba de su ansiedad hablando en voz alta, tomando control de todas sus preocupaciones y obligándola a sólo pensar lo peor.
—¿Lista para marcharnos? —preguntó Mackenzie, abriendo la puerta.
Cuando no se reunían en los vestidores de residentes, Mac iba a recogerla hasta su consultorio, sólo en las raras ocasiones dónde no tenía flojera de hacer el largo recorrido.
—Claro, Ray dijo que no tardaba en llegar —su voz tembló antes de terminar—, oye, las cosas van bien con Leila, ¿cierto? Quiero decir... ¿ningún episodio horrible?
Mackenzie se detuvo antes de salir, arqueó una ceja hacia Amera. Conocía las reacciones de Amera a las situaciones dónde no podía controlar sus miedos, era capaz de reconocer las señales previas a un ataque de pánico, y lo que estaba haciendo no correspondía con ninguna.
—¿Por qué lo preguntas?
—Es sólo que... Leila nos invitó a cenar, a Ryan y a mí, con ustedes en casa —levantó la pantalla de su teléfono para enseñárselo, Mac terminó de leer el mensaje, sin quitar el ceño fruncido de su frente—. Pensé que... bueno ya sabes como soy, me dicen una cosa y dedico el resto de mi energía en tratar de encontrar el lado malo a la situación.
—Se supone que sólo seríamos nosotras para cenar, algo íntimo. Debe de haberse presentado algo —Amera terminó de cerrar la puerta, guardó las llaves en su bolso y chocando hombro con hombro caminaron hacia el estacionamiento—. ¿Crees que haya sucedido algo?
Amera apretó la correa de su bolsa en una mano.
—Ryan podría darnos una respuesta más acertada, después de todo el la conoce mejor que nosotras. Alguna vez me dijo que la conexión que hay entre sumisos es muy distinta a una amistad normal, algo así como ¿sororidad? Aunque no con esas palabras, pero es lo mejor que encuentro para explicarlo.
—Sí, puedes tener razón en eso —recargó la cabeza sobre su hombro, rodeando su brazo para no tropezarse al caminar—. Me jode todo esto, ¿sabes? No entender lo que sucede conmigo.
Ryan abrió la puerta trasera del coche cuando se acercaron, Amera sabía que se trataba de un hábito que trajo consigo desde Alemania, un detalle, tal vez pequeño para unos, que ella encontraba maravilloso cuando los hacía.
—Te dije que puedes hablarlo con tu terapeuta, quizá no pueda entender mucho sobre cómo te sientes, pero algo debe de ayudar —Amera se sentó en el asiento de enfrente, luego de rodear el cuello de Ryan al besarlo—. Hola, mi amor.
—¿Cómo estás, princesa? —cerró la puerta, rodeando el capó para ocupar su lugar en el asiento del conductor—. Buenas noches, Mackenzie, ¿todo en orden en el hospital?
Mackenzie suspiró, abrochó su cinturón y comenzó a hablar.
—Un cowboy que está con el mismo interno que yo jodió la cantidad de medicina del paciente, y tuve que joderme el culo con él para mantenerlo vivo, al final se asustó y huyó así que me quedé sola encargándome de todo. El paciente vive, mañana veremos cómo sigue su condición.
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La voz del Silencio
Любовные романыSu infancia estuvo resumida al silencio, mantener la cabeza baja y esconderse en un hoyo dónde nadie pudiera encontrarla. Ahora, como una mujer adulta, no tiene que rendirle cuentas a nadie. Dice lo que quiera. Hace lo quiere. Mira a todos como sere...