Los fines de semana empezaban a sentirse como un día que no podía terminar bien.
¿De dónde cojones salía esa idea? Era lo que Amera necesitaba saber. No le daba miedo admitir su relación, haberle contado a Deidree, quién fue más que una figura maternal durante los años que Mackenzie fue su amiga, antes de mudarse a Wisconsin, se convirtió en una sensación parecida a contarle al tío Qwin sobre el padre de su bebé.
Temía perder el amor de una persona importante en su vida, ser olvidada y que las figuras a quienes consideraba paternas le dieran la espalda. Esperaba que tal vez, igual a como sucedió con Qwin, Deidree se tomara su tiempo para aceptar al hombre con quien planeaba pasar el resto de su vida mortal y la inmortal. No presionaría a nadie, después de todo, alguien conocido no podría aceptar simplemente de un día para otro el hecho de que se enamoró de Ryan.
Su medio hermano.
—¿Te sientes bien, amor? —Ryan se arrodilló frente a ella en el sillón, presionando una mano contra su frente—. No pareces tener fiebre... aunque estás algo pálida, ¿sucedió algo mientras regresaba de Alemania?
Amera apretó las manos de su novio en sus mejillas, disfrutando la calidez de su piel en la suya. El contraste entre sus manos con callos en los dedos y las de ella, su única marca eran los largos cortes a lo largo de las palmas. De un accidente muchos años atrás.
—Me angustia que Deidree pueda no aceptar nuestra relación, y antes de que me sueltes el sermón —se adelantó, viendo como él respiraba profundo listo para discutir—, sí, quiero que ella esté a favor de nosotros, o de lo contrario sería muy incómodo invitar a los padres de mi mejor amiga a la boda y que no sepan quién es el novio.
Ryan se sentó junto a ella, abrazándola por los hombros al llevarla consigo para recostarse en el sillón. Amera gritó por la sorpresa de caer, pronto se acomodó sobre su pecho, permitiéndole esconderla del mundo aunque fuera sólo por unos momentos.
—Menos mal me lo dices antes de enviar las invitaciones. ¿Sabes lo incómodo que hubiera sido verte esperando verlos y que jamás llegaran?
—Ups... —Amera se apoyó en su pecho, inclinándose para darle un beso en la nariz—, perdón, juraría que te ya te lo había comentado. ¿Te dije entonces que quiero invitar a Jules? —Ryan asintió—, ¿y su pareja también? —volvió a asentir—. Bueno, entonces serían todos los inesperados que tengo en mi lista.
Ryan frotó los nudillos en su mejilla, sonriendo.
Faltaban meses para la boda, por supuesto, lo correcto era hacer planes, reservar salones y pedir gente religiosa que les pidieran hacer promesas a una deidad imaginaria. Hacer invitaciones, enviarlas, esperar la respuesta de las personas y así saber cuanta gente debían alimentar. No se trataba de un evento que pudieran organizar en unos días, como una fiesta de cumpleaños.
Porque conocía a su novia, él tomó la responsabilidad de encargarse de las invitaciones, de lo contrario, ella esperaría hasta llenar listas completas de nombres que recordaba y no estaba segura de querer verlos en el día más importante de su primera etapa de vida adulta. El segundo momento (aunque sucediera primero) era ver su doctorado en psiquiatría infantil.
—Si ya estas segura de que has elegido a todos los invitados, creo que ya puedo mandar a imprimir las invitaciones —ella sonrió—. El sello también llegó la semana pasada, así que podrás pasar días completo cerrando los sobres.
La sensación de que el fin de semana eran horribles desapareció al final de esa oración.
Mackenzie dijo que era una pérdida de tiempo. Ryan dijo que era aburrido. Amera agradeció en silencio escuchar a su novio y amiga rechazando la tarea de usar el sello. Eso le dejaba a ella toda la diversión de derretir cera, usar su nuevo y magnifico sello para demostrar que ella y Ryan eligieron un símbolo que los representaba a ambos.
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La voz del Silencio
Любовные романыSu infancia estuvo resumida al silencio, mantener la cabeza baja y esconderse en un hoyo dónde nadie pudiera encontrarla. Ahora, como una mujer adulta, no tiene que rendirle cuentas a nadie. Dice lo que quiera. Hace lo quiere. Mira a todos como sere...