ESPÍA.

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Sentados a la mesa destinada para las horas de comida del servicio, Milk y Raditz tomaban sus alimentos, ella con callado enojo y él, divertido por saberla en tal estado.
—Tal parece que a tu hijo y a esa niña se les ha complicado mucho eso de ir por unos dulces.
Milk clavó los ojos en su compañero, abofeteandolo con la mirada.
—¿Quieres dejar de hacer comentarios estúpidos?
—La verdad es que no — contestó Raditz con una media sonrisa malintencionada en el rostro.
Milk dio una feroz mordida a su pieza de pan, luciendo tan salvaje como un cavernicola.
—No es posible que los procederes de tu hijo te trastornen tanto.
—No deberías hablar sobre lo que no conoces.
Los saiyajines como tú no saben lo que son los sentimientos. Más bien son criaturas que sólo sirven para devastarlo todo.
—Esa es una cruel definición viniendo de alguien que está casada con uno de nosotros.
—Goku no se cuenta si quiera como alguien similar a ti. Él siempre ha sido diferente.
—Tan diferente que prefieres encontrarte un trabajo en la residencia de un hombre que te acosa, a tener que convivir con él.
—De nuevo estás entrometiendote en mi vida marital. Si tantas ganas tienes de hablar como todo un conocedor sobre el tema, deberías casarte primero.
Encuentra una mujer que llene tus espectativas y después hablaremos de matrimonio y vida en pareja. A ver si te sigue pareciendo algo tan sencillo de juzgar.
—El mal genio de una verdadera fiera se despierta picando poco — la provocó Raditz antes de soltar una sonora y oscura carcajada — casarse es un error que sólo los idiotas cometen. Ni siquiera mi hermano habría caído en algo así si hubiera conocido el significado de lo que le estabas proponiendo.
Me avergüenzo de ese tonto. Pero tengo que dejar en claro que si hubiera tenido conocimiento de lo que era el matrimonio, no se hubiera casado contigo, ni contigo ni con nadie.
Sin poder seguir conteniendo su rabia, Milk se levantó de golpe y propinó una fuerte bofetada al hermano de su marido.
—Ya estamos de tanta idiotez. Si tienes ganas de hacerle la vida imposible a alguien, hay muchos humanos en la tierra con  los  que puedes jugar a gusto. Yo no tengo humor para soportar a un estúpido.
Igual de súbito como se había levantado ella para agredirlo, Raditz lo hizo para devolver el ataque de una forma un tanto diferente.
Se aseguró de apresarla del cuello y de que su cuerpo quedara justo en medio de las piernas de ella antes de arrinconarla contra la pared.
—No quieras pasarte de lista conmigo —la amenazó — sé muy bien que en este planeta hay un basto mundo de basura como tú. Pero resulta que no todos ellos están tan vinculados con Kakaroto. Mi interés hacia ti se mide con las ansias de dañarlo a él.
Si te daño a ti, estaré dañandolo a él en algún momento cuando te atrevas a hablar.
A pesar de tener presión en el cuello, los pómulos de Milk se levantaron cuando sonrió y escupió a quien la agredia. Pero este no la soltó, así que aún con dificultad ella habló.
—Estás muy equivocado si crees que voy a preocupar a mi Goku con algo que tenga que ver contigo. Aún si me mataras, no mereces la pena como para angustiar a alguien como él.
Goku irá siempre un paso adelante de ti, lo quieras o no.
Yo como mujer, sé cuidarme sola y sola puedo acabar contigo cuando colmes mi paciencia.
Puedes reírte de mi tanto como quieras, pero no vas a conseguir dañar a mi familia ni siquiera si me matas.
Bastó apenas un segundo en el que Milk hizo esfuerzo para juntar las piernas y propinarle una buena patada a Raditz, para que ella percibiera el bulto que el hombre tenía en su parte íntima.
La patada de Milk tuvo efecto en Raditz, no tanto como la hubiera tenido una patada de Goku claro estaba pero, había cumplido el propósito deseado y este era que él la soltara.
La fémina no tenía intención de hacer alusión alguna a lo que había notado que se había originado en el cuerpo del varón, estaba enojada y eso era lo único que le importaba ahora.
Pero Raditz tenía intenciones muy diferentes en mente.
Habiéndola liberado de su agresivo agarre, se quedó mirándola durante un buen rato, paseando la mirada por aquel bien formado y proporcionado cuerpo.
¿Qué tenía esa mujer? ¿Por qué la mujer de su hermano lo excitaba tanto?
—Oye — se dirigió a ella justo antes de que la fémina sujetara el pomo de la puerta entre sus manos.
—¿Qué? — preguntó ella con sequedad y sin voltear a verlo.
—Voy a ayudarte a acabar con la novia de tu hijo.
—¿Eso que demonios tienen que ver con lo que ha pasado?
—Estoy metido contigo en esta mierda desde que decidí venir a esa fiesta. Sin embargo, quiero que me des una paga por mis servicios.
—No hago tratos con imbéciles. Al fin y al cabo Videl es humana y ahora que trabajo aquí puedo matarla en cualquier oportunidad.
—No te olvides que haz entrado a este lugar como mi esposa y que basta con que abra la boca para que el pervertido ese se avalance sobre ti a hacerte quien sabe qué cosas.
—No vas a chantajearme con eso. Dile lo que quieras, yo me encargaré de quitármelo de encima cuando sea necesario.
La expresión de enfado de Raditz se acentuó al darse cuenta de que mediante el chantaje no conseguiría nada.
Apretó los dientes, enfadado consigo mismo por no poder controlar sus impulsos humanos cuando estaba frente a la mujer de su hermano.
—Te lo pediré entonces de una forma diferente — lo escuchó ella decir, antes de poder sentir los brazos de aquel hombre rodeandole la cintura.
El rostro de su cuñado ahora descansaba sobre su hombro derecho y la calidez de su musculado cuerpo la envolvía.
—Acuéstate conmigo Milk —le dijo casi en un susurro, antes de involuntariamente aspirar el aroma dulce de su cabello, con la nariz pegada a el.
Fue en aquel instante, en aquel espacio en el que sólo estaban ambos, el momento en el que Milk percibió que el aura de Raditz en calma, no difería en mucho con la de Goku. Y eso fue algo que la aterró.
—Hace solo unos minutos dijiste que yo era una basura — contestó con nerviosismo — mantén tus palabras y déjame ir.
La hija de Ox Satán luchaba de una forma poco escandalosa y efectiva por liberarse de su agarre.
¿Era posible que Raditz tuviera un mínimo lado humano?  ¿Era posible que tuviera otros sentimientos además de su continuo odio?
—No puedo —le dijo solo un momento después, tratando de sonar segura — soy la mujer de tu hermano. Además haz dicho que solo quieres afectarme porque quieres herirlo y no voy a prestarme a tu juego.
—No tiene que ver una cosa con la otra.
Te estoy pidiendo sexo casual.
Las ultimas dos palabras en boca del villano sonaban como una invitación a la tentación que podía resistirse muy poco.
—Nunca en tu vida haz probado a otro hombre que no sea tu marido.
—Jamás me ha hecho falta hacerlo — contraataco Milk con la respiración entrecortada.
—Eso no lo sabes. Porque nunca te haz dado la oportunidad de experimentar algo diferente.
—Soy una mujer casada no una jovencita tonta.
—Eres una mujer casada muy aburrida — la ofendió él — solo mirate, haz dedicado la vida a tu familia y ¿Qué haz obtenido?
Tu marido está en casa muy a veces con más ganas de encontrarse con tus amigos que de pasar tiempo contigo. Tu hijo, tu adorado hijo ahora ha crecido y no quiere que metas las narices en su vida de adulto.
¿No te parece algo injusto?
—Supe desde muy joven lo que quería y ser una esposa abnegada fue mi sueño desde pequeña. Quería hacer precisamente lo que hice, dedicar mi vida a mi familia. No me arrepiento de nada.
—¿Ni siquiera de haberte convertido en tu presente en algo similar a un mueble?
—La diversión se encuentra por todos lados Raditz, ve por una chica joven y bonita y haz con ella lo que desees si te da entrada.
No es malo entregarse a la pasión siempre y cuando no lastimes ni forces a nadie.
Aún abrazando a Milk por la cintura, Raditz posó las manos en su vientre y lo acarició, después llevó las manos a sus senos y los masajeó con suavidad por encima de la ropa.
—¿Te estoy forzando ahora, Milk? — le preguntó al oído — ¿Por qué no sólo aceptas que tu también lo quieres?
—No voy a dejar que te burles de mi.
—No tengo intención alguna de hacer eso.
—Conozco lo suficiente sobre tu persona.
Sé que sólo miras por ti y por tus deseos y si algo llegara a pasar entre nosotros, de eso no podría resultar nada bueno.
—Te niegas la oportunidad y en cambio te consuelas con suposiciones. Todo para reprimirte.
—No, solo no caigo en tus juegos.
No me dejo engañar por alguien que no tienen bondad.
—La bondad y la capacidad de guardar un secreto por algo que me complace son dos cosas diferentes y no sería el único que tendría que ocultar lo que pasó entre los dos.
—No soy buena mintiendole a nadie. Menos a Goku.
—Podrías no hacerlo y entonces admitir en su cara que su hermano te prende mucho más que él.
Ella no se río.
—Era solo una broma — dijo él.
—Pues no me ha hecho la más mínima gracia — contestó ella, poniendo un alto a las caricias del varón.
—A mi tampoco me hace gracia que te resistas a lo que quieres — declaró Raditz con la voz oscurecida.
Todavía unidos como estaban, el villano se abrió camino del cuello hasta los labios de Milk y atrapó su boca para besarla.
Él buscó enseguida mitigar sus ansias haciendo que sus lenguas se tocarán y ella no se opuso.
Las manos se él no avanzaron, se quedaron quietas a su costado, sin tocamientos que ella no deseara.
Solo se besaban.

Sentado en una cómoda silla  reclinable de piel   frente a la gran pared de monitores en el cuarto  dispuesto para la revisión de todas las cámaras de vigilancia que había en su mansión, Míster Satán había observado en el  comedor  destinado al servicio, una escena que había llamado su atención.
La mujer de su interés y su esposo, sentados a la mesa y comiendo.
Ella enojada, él divertido.
Pocas ocasiones tenía de verla aunque estuviera trabajando en su mansión, así que se quedó admirandola.
Luego, aquellas acciones comunes se habían tornado interesantes.
La pareja discutía y lo había sabido por la bofetada que ella le había propinado a él pero luego algo pasaba.
Las siguientes escenas ya no eran algo que debería estar mirando.
Él le acariciaba los senos mientras en su imaginación, el gran Míster Satán se trasladaba a ocupar el lugar del marido.
Quería ser él quien la tocara.
Quería ser él quien la besara.
El calor le invadía el cuerpo.
¡Ojalá pudiera hacer suya a esa mujer!

SIMPLEMENTE TE ODIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora