RADITZ, EL CAZADOR.

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Amanecía y Milk era incapaz de continuar durmiendo. Razón por la que salió de entre las blancas sábanas con cuidado, para no incomodar a su marido y se metió al baño para ducharse y lavarse los dientes.
Mientras dejaba que el agua impregnara su cuerpo, pensaba en todo lo que había pasado la noche anterior. Primero, al pensar en Raditz y su nueva condición para cumplir con el asesinato de Videl, un escalofrío recorrió su cuerpo.
Se apretó los lagrimales de los ojos, angustiada e indignada por el atrevimiento del hermano de su marido. Pero automáticamente, al pensar en Goku y en cómo habían hecho el amor, aquella incomoda sensación se transformó en una agradable calidez que pronto le trajo tranquilidad.
Salió del baño desnuda y se dio a la tarea de buscar una nueva muda de ropa, para después secarse y salir a la cocina para preparar el desayuno.
Se ató el cabello con una goma y abandonó la habitación. Esa mañana le prepararía a Goku, un platillo pesado, ya que su esposo disfrutaba más de esta comida que de los platos ligeros.
Cuando cerró la puerta de la alcoba, percibió el sonido de la televisión en la sala y avanzó sin darle tanta importancia al principio. Cuando se encontró en el punto medio entre la entrada de la cocina y la sala, echó la vista a un lado y se encontró con Raditz, bebiendo café caliente de una taza y mirando las noticias.
Un miedo paralizante la invadió y aquel sentir aumentó, cuando el villano volvió la cabeza y la miró.
-Buenos días, cuñada - aquel saludo fue dado con una entonación extraña que ella percibió de inmediato.
Sin decir una palabra, ella ingresó a la cocina y empezó a hacerse con los ingredientes para lo que planeaba preparar.
Raditz no estaba a gusto con haber sido ignorado aunque supiera que esto no había ocurrido del todo, pues la expresión de Milk, le había dejado saber, lo mucho que la afectaba su presencia.
Dispuesto a crear un ambiente más incómodo para ella, Raditz se levantó de su sitio en la sala y caminó hacia la cocina con la taza de café vacía.
Al verlo aparecer, Milk dio un salto hacia atrás por instinto, colocándose en posición de ataque.
-¿Qué pasa? - inquirió el hombre con sorna - no voy a hacerte nada, solo vengo a servirme café.
La mujer de Goku, miró en dirección a la cefetera.
En efecto, esta tenía café caliente en su interior.
-Pues sírvete y te largas - contestó Milk, agresiva.
-Es claro que te hace falta sexo o que estás de mal humor, porque no puedes dejar de pensar en mí ofrecimiento.
-No sueñes con imposibles. No hay nada que me atraiga de ti.
Contestarle aquello a un hombre con el carácter explosivo, como lo era Raditz, no resultó una buena idea.
El varón la empujó de inmediato contra la barra de la cocina y la mantuvo ahí mientras se acercaba a ella desde atrás, tanto como le era posible. Enseguida se dio cuenta de que tratarla de esa manera lo excitaba.
Y la ereccion fue perceptible para Milk en la zona de su cuerpo con la que rozaba.
-Me pregunto si con tu marido las cosas funcionan igual - Milk no dijo nada, pero quien la sometía, continuó hablando - me pregunto si a él también lo haces enfadar para que tome posesión de tu cuerpo.
-Eres un maldito enfermo.
Con mi marido todo funciona de una forma diferente.
Aquel argumento dio pie a Raditz para lanzar otra pregunta.
-¿Ah si? y ¿Cuál es esa forma?
Con suerte al enterarme, te convenzo de probar algo diferente y después me dices cuál de las dos maneras te gusta más.
La fémina pensó de repente ¿por qué le había dicho eso? No había razón para enterarlo de que con Goku, no era igual.
Oponiendo resistencia, Milk se revolvió para safarse de aquel acosador.
-No querrás que Goku se enteré de esto.
Solo vete y dejame tranquila.
Raditz chasqueó la lengua, al tiempo que meneaba la cabeza.
-Muy mal, querida - le respondió con desdén - creí que con lo nerviosa que estabas, le informarias de nuestro incedente desde anoche. Pero, si no le has dicho, quizá sea porque tú tampoco quieres que se entere.
Milk se volvió hacia él y lo miró con furia.
-¿Qué? - espetó él - ¿Acaso tuviste sexo con él anoche en lugar de contarle sobre lo que ocurrió?
Ante el silencio de ella, él soltó una carcajada.
-Tal como esperaba - hizo una pausa para clavar sus ojos en los de ella - eres una zorra.
Dicho esto, el saiyajin colocó su taza vacía en la barra, haciendo ruido al acentarla y salió de la casa en dirección al trabajo.
No fue hasta que Milk inhaló con fuerza, que se percató de que había estado conteniendo la respiración. Se dio cuenta también de que no había notado que el varón de la sala, estaba vestido de traje ya para ir a trabajar.
Durante todo el camino a la mansión, Raditz tenía la mente obnubilada por la sensual figura corporal y el dulce aroma que desprendía el ser de su cuñada.
Si bien nunca había creído poder llegar a tenerla, el hecho de que ella no hubiera dicho ni una sola palabra a su hermano, le daba una mínima esperanza.
En la mansión de la familia Satán, el nuevo día pareció borrar todo recuerdo del mal momento causado por Erasa en el comedor la noche anterior. O al menos para Míster Satán.
Listo desde muy temprano para atender sus negociaciones, el millonario hombre, ocupaba su silla en espera de la llegada del segundo guardaespaldas de Videl.
La muchacha en cambio, después de haber llorado el resto de la noche de ayer, se había quedado dormida sin preguntar por Olivue, algo que Gohan agradeció para no tener que decirle que el muchacho se había marchado así como así.  Sin embargo, a primera hora de la mañana, la única hija del peleador de artes marciales, estaba lista para salir a dar un paseo.
Abrió la puerta luciendo un bello vestido negro y preguntó a Gohan -que ya se encontraba dispuesto en la puerta de su habitación - donde estaba Raditz.
-No lo he visto, así que es posible que no haya llegado.
-Esta bien, no importa  - le contestó sonriendo.
A pesar de sus ojos hinchados, que ella no había tratado de disimular, estaba radiante y su felicidad desbordaba como nunca antes.
Esto hizo sonreír a Gohan cuando la vio alejarse con dirección al despecho de su padre.
Una vez ahí, la joven abrió la puerta por completo, sobresaltando al ocupante del interior.
-Necesito dinero - le dijo - todo el que puedas darme.
Satán miró a su hija de arriba a abajo y luego se centró en sus ojos hinchados.
Aquella táctica de correr a buscar a papá después de haber llorado, siempre le daba resultado.
-¿Para qué lo necesitas?
-Iré de compras. Eso es todo.
Míster Satán, sacó una llave desde algún lugar de su escritorio y abrió un cajón de este.
-Toma - le dijo, sacando un gran fajo de billetes.
Ella lo sujetó pero cuando se levantó, no depositó un beso en la mejilla de su padre como hacía siempre. Solo abandonó el lugar sin más.
Mientras Videl estaba en el interior del despacho, Raditz hizo su llegada de mal humor, por no poder bajarse la erección que hasta hacía un momento había tenido, de la forma que deseaba.
Cruzó la casa en línea recta, hasta llegar frente a Gohan, quien al verlo, sin expresión alguna, procedió a darle el recado del patrón.
-El jefe te buscaba desde anoche.
-Ahora que quiere ese viejo - contestó el otro con los ojos en blanco.
-No lo sé. Pero quiere que te presentes en su oficina.
De mala gana, Raditz caminó hacia el sitio indicado, cruzandose con Videl.
-Llegas tarde - le dijo - tenemos que ir al centro comercial.
-Acaban de decirme que su padre quiere hablar conmigo, señorita. Así que, si me disculpa, tengo que atender ese asunto primero.
-Muy bien pero date prisa.
Raditz volvió a entornar los ojos pero segundos después volvió la mirada hacia Videl.
Aquel vestido le quedaba de maravilla y contemplar su trasero, despertó de nuevo las ansias de yacer con una mujer.
¿Qué demonios le pasaba con las terrícolas del sexo femenino? O más bien, con esas dos.
Tocó la puerta de madera tallada y la abrió apenas, para escuchar a su patrón permitiéndole la entrada.
-Buenos días - dijo el villano - me dijeron que me buscaba.

-En efecto - contestó el campeón haciendo una pausa antes de continuar - te mandé a llamar porque quería hacerte una oferta para tu esposa que te puede interesar.
Raditz colocó la pierna derecha sobre la izquierda y descansó el codo sobre uno de los brazos de la silla, colocándose un dedo sobre los labios y entrecerrando los ojos.
-¿Para mi esposa? - inquirió sin poder recordar a la primera.
-Así es - contestó Satán - para la mujer que vino con usted a la fiesta.
Raditz entonces recordó.
-Me acompañaron dos, señor.
Mi esposa y su hermana.
-Repito, la oferta es para su esposa.
-Se lo agradezco pero ella no tiene necesidad de trabajar.
Vivimos muy bien con lo que gano.
-Tengo mis dudas sobre su palabra Raditz.
Piense que si los dos trabajan para mi, ganarán aún mejor. A menos que, la mujer con la que bailé esa noche... no sea en realidad su esposa.
Raditz respiró irritado y dirigió una mirada inquisitiva al hombre que lo contrató.
-Sí tiene algo que decir sobre mi persona, dejémonos de insinuaciones.
Ya le dije que mi esposa no tiene necesidad de trabajar y no pienso cambiar de opinión.
-Piense en el negocio - ofreció Míster Satán, sin estar dispuesto a acobardarse - puede convenirle más de lo que cree.
Raditz se levantó, dio media vuelta y salió del despacho frotándose la barbilla.
"Puede convenirle más de lo que cree".
La frase resonó en su cabeza.
Después de pensarlo un rato, musito.
-Quizá no se equivoque, podría tenerla toda para mi.

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