LA INESPERADA INTROMISIÓN DE ERASA.

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Poco después del incómodo incidente, Míster Satán mandó llamar a Gohan, y este tuvo que abandonar a Videl en contra de su voluntad.
El dueño de la mansión se encontraba ahora sentado en la mullida silla de su despecho, con una pose autoritaria que ninguno de sus empleados ignoraba.
-Buenas noches señor - saludó el joven y cerró la puerta tras de sí.
-Buenas noches, muchacho - devolvió Satán y luego hizo una breve pausa para observar la expresión de su empleado - primero que nada quiero agradecerte por salvar la vida de mi hija por segunda ocasión.
Gohan inclinó la cabeza en señal de agradecimiento por sus palabras.
Iba a contestar, cuando él señor levantó la mano para indicarle que aún no terminaba de hablar.
-Como bien sabes, le pedí a mi hija que cenaramos esta noche.
-Sí señor.
-Tenía planeado que fuera una cena familiar pero comprenderás que con lo que ha sucedido hace un rato, las cosas entre mi hija y yo, no podrán ser tan cordiales como quería que fueran.
Ella debe estar pensando mucho sobre él asunto y estoy casi seguro de que convertirá está cena en un interrogatorio.
Como medida para evitar cualquier confrontación, le he pedido a mi socia que se quede en una de las habitaciones y no salga para nada. No quiero que mi hija piense que una desconocida ha llegado a quitarle su lugar.
Tu sabes que Videl es mi princesa y sé que ustedes se entienden muy bien...
Gohan abrió la boca para refutar lo dicho por su patrón pero de nuevo, no consiguió que este lo dejara hablar.
-Es por eso que quiero pedirte que nos acompañes en la cena de esta noche.
No creas que el único motivo para invitarte es este, porque no lo es. Yo ya había pensado que te merecías algún reconocimiento por cuidar tan bien de mi hija.
Sé que por el momento esto no es demasiado, pero en realidad me gustaría mucho que compartas con nosotros.
-Pero señor yo... no sé si la señorita Videl esté de acuerdo con eso.
-¿Por qué no habría de estarlo?
-Verá señor, aunque nuestra relación parezca cordial, la mayoría de las veces tenemos desacuerdos.
Usted sabe mejor que nadie que la señorita es impulsiva y muchas veces me he encargado de frenar ese lado de su personalidad. Sin embargo, con los acontecimientos de esta noche, no creo que se encuentre de humor para someterse a lo que le aconseje un simple guardaespaldas.
Espero me comprenda.
-Todo lo que dices es cierto, muchacho. Pero es precisamente por esas razones, por las que quiero que nos honres con tu compañía.
Sin importar los desacuerdos que tu y mi hija puedan tener, siempre saben como arreglarse, y sé que Videl agradecerá tu presencia también.
Avisa a mi hija de mi decisión y ve a ponerte presentable.
Encuentrate con nosotros en el comedor.
No te apresures tanto. Todavía tengo unos asuntos que atender, antes de bajar a cenar.
-Entendido, señor.
Gohan se levantó y dio media vuelta para retirarse, pero entonces su patrón lo detuvo.
-Oye Gohan.
-Mande señor.
-¿Tienes idea de a dónde fue Raditz?
-Tengo entendido que la señorita le dio permiso de retirarse a casa.
-Maldita sea - masculló Satán.
-¿Lo necesita, señor?
-Cuando vuelvas a verlo, envíalo de inmediato a mi oficina.
Gohan asintió y se marchó, tomando dirección a la habitación de Videl.
Antes de entrar, la efusiva voz de la muchacha, lo hizo detenerse un momento.
La puerta estaba entreabierta y hablaba con alguien por teléfono.
-¿Entonces vendrás? - inquirió mientras iba de un extremo a otro de su habitación.
Silencio, y después, un pequeño grito como evidencia de su emoción.
-Entonces te espero.
Del otro lado del teléfono, alguien contestó.
-Sí - respondió ella - será maravilloso verte.
Luego de estas palabras, Videl terminó la llamada sosteniendo el teléfono aún, con una mirada llena de ilusión.
Gohan abrió la puerta por completo, disimulando su enojo y la cerró apenas encontrarse dentro de la habitación.
-¿Qué clase de mujer anda en toalla de baño por su pieza y deja la puerta entreabierta al mismo tiempo?
-Yo por supuesto - contestó Videl con despreocupación, mientras se colocaba uno y otro vestido.
-Ya deberías saber que eso no es correcto.
Tu padre conoce a mucha gente y cualquiera puede presentarse de imprevisto.
Que seas una señorita ya te pone en riesgo.
No trates de provocar a los hombres, no todos son educados.
-¿Cuáles hombres? - preguntó Videl irritada, con el vestido elegido puesto pero aún sin bragas - en esta casa no hay más hombres a parte de ti, mi padre y algún sirviente. Pero todos tienen modales.
Gohan se sentó en una de las esquinas de la cama de Videl y la observó ir de aquí para allá, colocándose aretes, perfume, crema con aroma y tacones.
-Tu padre quiere que te diga que estará un poco tarde en el comedor porque aún tiene asuntos que atender.
-Como sea, me da igual.
-También tengo que decirte que - comenzó diciendo el varón, pero Videl lo atajó.
-De hecho su demora me favorece porque Olivue vendrá esta noche. Así que podrá cenar con nosotros.
Perdón - dijo de pronto - ¿Qué era lo que ibas a decirme?
La mente de Gohan se desconectó por un instante, dando paso al enojo irracional.
-Nada - le contestó cortante.
Ella sonrió a medias, con perversión.
Avanzó hacia la puerta y echó el seguro, caminó hasta encontrarse frente a su guardaespaldas y abrió las piernas para sentarse a horcajadas sobre él. Sin importarle que no llevaba bragas.
-Los hombres de los que hablabas Gohan - interrogó ella con suavidad hablándole al oído - ¿son como Olivue? - dicho esto, la joven hizo que sus labios rozaran con los de Gohan - ¿O como tú?
Al hacer esta última pregunta, Videl pasó una mano por en medio de sus piernas hasta lograr colocarla en la zona del pantalón, donde se hallaba la entrepierna de Gohan.
-Videl ya basta - le advirtió él, molesto.
Pero ella no estaba dispuesta a detenerse. Por lo que afianzó su posición encima del varón, echándole los brazos al cuello.
-Son como tú ¿verdad? - susurró ella con inocencia, antes de lanzarse con ferocidad para besarlo.
Esta vez Gohan no se resistió. Por el contrario, se entregó al goze de aquel beso; A la cálida sensación de haber unido no sólo los labios, sino también sus lenguas.
Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, como queriendo experimentar aquella unión con mayor profundidad.
Ella lo miró.
Él tenía los ojos cerrados y ahora la aferraba a su cuerpo, sosteniendola por las caderas.
La fémina lanzó un pequeño gemido antes de comenzar a moverse con lentitud.
Queria provocar una reacción en su cuerpo, porque dudaba de poder hacerlo en su alma.
Sus manos lo acariciaron y lo despojaron del saco.  Luego sintieron sus pectorales y tiraron de la camisa, queriendo arrancar de tajo la tela que lo velaba de su tacto.
Para entonces Gohan había llevado sus manos bajo el vestido y se recreaba en la forma de su trasero.
Ella lo empujó para acostarlo y le quitó el cinturón, para luego bajarle muy a prisa el pantalón.
Él condujo sus manos hasta los senos de ella, pero le estorbaba que estuviera vestida.
De pronto, como si le hubiera leído el pensamiento, ella echó a volar el vestido por los aires y se inclinó para que Gohan pudiera regalarle placer.
Aunque en aquel instante ambos podrían haber hecho contacto visual, ella lo rehusó por completo.
-No dejes marcas - le dijo.
Aunque estaba con Gohan, tenía a Olivue en la cabeza.
No deseaba que si en algún momento las cosas avanzaban a asuntos sexuales con él esa noche, el rubio se diera cuenta de que había estado con otro hombre en su ausencia. Aunque a decir verdad no le importaba demasiado y no estaba segura de que él en sus viajes, no hiciera lo mismo con otras chicas.
Por otro lado, olvidándose de Olivue, procedió a hacer una comparación entre Gohan y Raditz.
¿Quién la tocaba mejor?
Desde el instante en que Videl le había pedido que no dejara marca alguna en su cuerpo, Gohan había sentido que algo no andaba bien.
No era que tuviera intención de marcarla como a ganado. Pero sabía que, tras aquella petición, habían
motivos relacionados con ese novio suyo que tanto le desagradaba.
Sintió el repentino deseo de apartarla. Pero una parte de él, no deseaba hacerlo y prefería pensar que lo que ella había pedido, se debía sólo a que no quería presentarse a esa cena con evidencias de intimidad que la incomodarian y de manera muy posible, la meterían en aprietos.
Aunque por un lado se encontraba disfrutando, por el otro, solo podía pensar en cuanto la odiaba.
Negó con la cabeza para deshacerse de toda atadura sentimental y se concentró en obedecer a sus deseos carnales.
Su miembro estaba listo para la empresa y, al pasar una de sus manos por el sexo de su compañera, se percató de que se encontraba en la misma situación.
Levantó el torso y Videl imitó su movimiento sólo que con la parte baja de su cuerpo.
Ambos gimeron al mismo tiempo cuando la penetración se realizó.




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