Cuando Erasa puso un pie en la mansión después de tanto tiempo, una oleada de recuerdos golpearon su mente; Todos de aquella época en la que fungió como mejor amiga de Videl.
Se detuvo a mirar con detenimiento el descanso anterior a la sala y arrastró su maleta de ruedas hasta llegar a las escaleras.
Tenía una sonrisa en el rostro, cuando alguien de la servidumbre se ofreció a subir la maleta hasta la habitación que Míster Satán le señaló con el dedo.
La situación del reconocido peleador de artes marciales era muy distinta a la de la fémina que había traído consigo.
Él estaba incómodo y no se esforzaba por disimularlo. Mientras Erasa subía, sintiéndose como la próxima dueña y señora de la casa, el hombre sólo deseaba que su hija no fuera a abrir la puerta de su habitación si era que se encontraba dentro y si no, que no fuera a escoger aquel momento para llegar.
Tenía que ponerse a trabajar de inmediato en la forma en que la convenceria para que dejara la casa tan pronto como fuera posible.
No tenía intenciones de convertir a aquella muchacha en su mujer oficial. Más bien, ella ahora le había dañado los planes que él ya tenía pensados y que pondría manos a la obra apenas llegar, antes de que todo aquella situación con Erasa lo cambiara todo.
-¿Videl está en casa? - le preguntó casi en secreto a una empleada suya.
-Sí señor.
En estos momentos se encuentra en su habitación.
Un sudoroso padre de familia, volvió a mirar hacia la habitación de su hija, antes de emitir su siguiente orden.
-Voy a subir a ver cómo se encuentra Videl, por favor encarguese de que la chica en mi habitación no salga de ahí por ningún motivo.
-Entendido señor.
-También ordene al cocinero preparar la cena.
Quiero pasar un buen rato con mi hija.
-¿Desea que se coloque un sitio extra en el comedor?
-No.
Que la joven cene en su cuarto.
Llevele lo que pida. Pero no deje que se muestre ante mí hija para nada.
La empleada se retiró luego de asentir con la cabeza y se dirigió a la habitación en donde segundos antes la fémina pelinegra había entrado.
Tocó la puerta antes de entrar y la joven contestó desde dentro, con un tono de voz dulce y relajado.
-Oh - dijo sentándose y cruzando las piernas - por poco le ofrezco un baile erotico - una sonrisa escapó de sus labios - perdón, la confundí con el señor.
-Pierda cuidado - dijo la empleada devolviendo la sonrisa - es natural que usted pensara que era el padre de la joven Videl.
La muchacha permaneció con los ojos negros azabache artificiales, bien abiertos.
-Me han enviado para ponerme a sus órdenes y también para comunicarle un mandato que debe acatar.
-¿Mandato? - inquirió Erasa desapareciendo la sonrisa - ¿Qué clase de mandato?
-Usted no tiene permitido salir de esta habitación, a menos que el dueño de la casa cambie de opinión.
El gesto de la fémina se deformó por completo.
La ira y la ofensa fueron visibles en su expresión.
-Esto es una broma de mal gusto ¿no? - inquirió incrédula.
-Lamento comunicarle que no.
La chica se levantó de golpe de su sitio y corrió hasta alcanzar el pomo de la puerta.
Consiguió girarlo a medias, antes de que la empleada la arrastrara hacia atrás.
-Discúlpeme señora.
-¿¡Pero cómo te atreves a hacerme esto!? - vociferó Erasa.
-Comprenda. Tengo órdenes.
Irritada, la amante del peleador, comenzó a llamarlo a gritos.
Al tiempo, dentro de la habitación de su hija, Míster Satán la veía entrecerrar los ojos con recelo.
-Creo que están llamándote - le dijo Videl sin esconder su sospecha.
-No, no - dijo él, nervioso - es sólo una mujer a la que debí traer para cerrar un negocio. Pero no sabes lo molesta que es, tanto que estoy considerando declinar el trato.
-Supongo que no todas las personas pueden ser pacientes - contestó Videl, siguiéndole el juego a su padre - deberías ir, parece ser muy urgente.
-Te aseguro que no lo es - le dijo su padre, decidido a mantener su mentira.
Un grito diferente al de la mujer que pronunciaba el nombre de su padre, rompió los llamados de aquella socia y Videl reconoció de inmediato la voz de quien por tanto tiempo había cuidado de ella, a pesar de ser solo una trabajadora.
Se levantó de inmediato sin importar que las palabras de su padre le pedían no hacer caso a lo que escuchaba.
-Qué está pasando con esa mujer? - dijo lanzándose hacia el exterior, llevando a Gohan tras ella.
Míster Satán sintió un temor que lo sobrecogia y gritó con tal angustia que cualquiera a su alrededor se hubiera reído de su cobardía.
Videl corrió por el pasillo hasta llegar a la habitación de su padre, sitio del que provenía el escándalo.
Se quedó de pie un momento mientras su cerebro procesaba lo que veía.
Una mujer de cabello negro, montaba a la trabajadora y la agredia en el rostro, mientras ella trataba de defenderse.
Airada, Videl avanzó y quitó el cuerpo de aquella desconocida, lanzandola hacia la pared.
La advenediza la miró con los ojos furiosos y el ceño fruncido.
-No tengo idea de quien seas - comenzó diciendo Videl - tampoco me interesa. Pero no voy a permitir que vengas a agredir a las personas que sí son parte de esta casa.
La chica que aún estaba con la espalda contra la pared, sonrió a medias.
Una sonrisa triunfal, malévola y extraña.
Erasa pensó en soltar entonces la pregunta que llevaría a Videl a descubrir su identidad. Pero enseguida decidió que era muy pronto.
La empleada se levantó y agradeció a Videl su intervención, para luego salir de la habitación.
Míster Satán había llegado al lugar de la discusión pero se había ocultado tras el filo de la puerta y apenas asomaba la cabeza para mirar lo que ocurría en el interior.
Esperaba el momento en el que todo estallara.
Por alguna razón, Videl no dejaba de mirar a la recien llegada. Era como si la conociera de algún sitio. Su rostro se le hacía familiar pero no su apariencia.
Erasa continuó mirándola en silencio pero ahora sintiéndose un tanto nerviosa.
Sabía lo buena que era Videl en las artes marciales y conocía el daño que podía causarle si la reconocía. Por suerte, esto no sucedió.
La joven se dio la vuelta y caminó para abandonar la habitación. Fue entonces cuando su padre se colocó en la entrada, con las manos en la cintura y con una sonrisa que siempre mostraba cuando creía tener todo bajo control.
-Dile a esa mujer que no vuelva a tocar a los empleados. Porque entonces le devolveré cada golpe que les haya dado.
-Por supuesto, hija - contestó Míster Satán mientras colocaba una mano en el hombro de Gohan.
Ante el tacto del hombre, el muchacho se detuvo.
-Gracias por salvar la vida de mi hija de nuevo.
-No tiene nada que agradecer, señor, ese es mi trabajo.
Videl ya había caminado un buen tramo y su padre alzó la voz para avisarle que se arreglara, pues cenarian juntos.
La vio asentir con la cabeza.
Cuando su hija estuvo tan lejos como para no poder oírlo, Míster Satán cerró la puerta de su habitación y colocó el seguro.
Miró a Erasa todavía en el suelo y negó con la cabeza mientras chasqueaba la lengua.
-Me temo que no durarás mucho tiempo aquí, si no obedece mis órdenes.
Conoces solo mi buena faceta porque nos vemos para saciar nuestros deseos carnales y porque me gusta ser complaciente con mis mujeres. Pero en casa, mi actitud es una muy diferente.
-¿Por qué no me dejas salir? - dijo ella molesta.
-No sé qué idea tengas en la cabeza. Pero no quería que Videl te viera y tampoco exponerte a que te reconociera.
-Pues ya ves que no lo hizo.
-No lo ha hecho aún, pero sospecha.
Se te olvida que soy su padre y la conozco como la palma de mi mano.
-Eso tiene que pasar un día.
Es lógico que tiene que reconocerme.
-No mientras yo pueda evitarlo, Erasa.
-¡Satán, por qué estás tratandome así! - gimoteó ella.
-Yo no quería que vinieras pero tú insististe.
Esas son las consecuencias de querer jugar a tu modo.
Ahora déjame tomar una ducha, que no permitiré que mi hija se quedé sentada esperándome en el comedor.
El peleador ingresó al cuarto de baño, dejando a la muchacha en el mismo lugar en el que Videl la había dejado.
Mientras tanto, en la habitación de Videl, ella se desnudaba frente a Gohan, antes de meterse a bañar.
El muchacho la contemplaba sin problemas.
Aunque quisiera sentir deseo, por ahora no lo hacía, era como tener a una niña indefensa frente a él.
-Videl.
-¿Qué?
-¿Dónde está Raditz?
-Se fue a casa.
-¿Por qué lo dejaste ir?
-No lo sé, solo estaba cansado o algo así.
-Imbecil - murmuró Gohan.
-Gohan - pronunció Videl de pronto.
-Um - musitó él.
-Deja de culpar a Raditz por lo que pasó.
La sorpresa se instaló en el rostro del varón.
-Yo fui la que le pidió que condujera a esa velocidad, porque estaba segura de que quería morir.
Gohan apretó los puños, pues era difícil para él escuchar que ella deseaba morirse.
No quería hablar de ello.
-Date prisa - le dijo - tu padre estará esperándote en el comedor.
-Él puede matar el tiempo con su nueva mujer.
-Estás incomoda con ella ¿cierto?
-No estoy acostumbrada a que haya otra mujer en esta casa. Mucho menos si es alguien con esa actitud.
-Tu padre dijo que sólo está aquí por asuntos de negocios.
-Es su amante - contestó ella muy segura, antes de guardar silencio por unos segundos - pero por alguna razón, siento que ese rostro ya lo he visto antes.
-¿Crees que sea posible?
-No lo sé. Pero estoy dispuesta a averiguarlo.
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SIMPLEMENTE TE ODIO
FanfictionSIMPLEMENTE TE ODIO. El amor es una de las emociones más bellas que el ser humano puede experimentar cuando se tiene la fortuna de ser correspondido. Pero ¿Qué sucede cuando no? ¿Qué sucede cuando la persona a la que amas, no siente lo mismo por ti...