TRANSFIGURACIÓN.

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—¿Estás viendo lo mismo que yo, verdad? — aquella fue la pregunta que Videl le susurró al oído a Gohan cuando a la entrada de uno de los pasillos de la dulceria, se encontró a quien aún era su novio y a su ex mejor amiga y amante de su padre.
Gohan solo asintió en respuesta antes de que ambos retrocedieran con todo y carrito de compras.
El rostro de Videl había perdido toda la alegría que había mostrado en un inicio y en su lugar sólo había quedado una mueca de amargura.
—¿Qué harás ahora? — escuchó a Gohan preguntar.
Con la respiración fuera de control por completo a causa del enojo, Videl se internó en el pasillo anterior al que la pareja estaba ocupando y se quedó ahí de pie, sin decir una palabra y mirando a nada en específico.
Gohan mientras tanto se mordía el labio inferior.
Imaginaba el dolor que Videl podría estar sintiendo en aquel momento.
Cuando la vio avanzar después de mantenerse en pie en el mismo sitio durante tanto tiempo, los focos rojos se encendieron en su interior, pensando que lo más probable era que Erasa terminara con el rostro todavía más desecho y ellos fuera de la dulceria. Pero en cuanto lo vio reaccionar a prisa para detenerla, la muchacha lo miró y le dedicó una linda y apacible media sonrisa.
—Tranquilo — le expresó — solo haré la compra de mis dulces.
A pesar de haber recibido y captado el mensaje, Gohan decidió seguir muy de cerca a la mujer para la que ahora trabajaba.
La hija de Míster Satán caminó sin detenerse por el pasillo en el que estaban, sintiendo un dolor paralizante en la garganta. Era esa sensación que sobrevenia antes de echarse a llorar.
"¿Qué es lo que me pasa?" — se preguntó la hija del campeón de artes marciales.
Justo en aquel momento, estaba sucediendo algo que la dejaba con más confusiones que certezas.
Se suponía que no tenía por qué llorar por haber perdido a alguien como Olivue, aunque este todavía no se había atrevido a llamarle para contarle sobre su nuevo romance.
"No hay hombre en esta tierra por el que haya dado más que por Gohan, era mi mayor deseo y ahora lo tengo conmigo. Entonces ¿Por qué me duele la traición de Olivue?
Alargó la mano y tomó una bolsa de bombones que de inmediato supo que no se comería pero necesitaba echar algo al carrito y quizá sacar aquella emoción que la abrumaba con un poco de compra compulsiva.
Gohan trató de centrar la atención en otros pasillos aunque sin alejarse de ella. Conocía muy bien el carácter de Videl y sabía que ella odiaría que él estuviera observándola aún cuando sabía que estaba en un momento de debilidad.
La vio sujetarse la cabeza al tiempo que presionaba los puntos centrales de esta, como si estuviera dándose un masaje relajante.
—¿Quieres que volvamos en otro momento? — se atrevió a sugerir él con timidez.
—¿Bromeas ? — inquirió ella luchando por escucharse más optimista de lo que en verdad se sentía — vine por mis dulces y no me voy sin ellos.
—Entiendo — acepto Gohan, preocupado por qué tan bueno sería para ella seguir adelante con esa compra ahora.
—Tengo que ir al baño — la escuchó decir — pero eso no significa que puedas quedarte a perder el tiempo. Lo que quiero que hagas es, busca buenos dulces, cuando yo regrese quiero tener unas cuentas sugerencias de tu parte en el carrito.
—Hecho — contestó el muchacho y le dio la espalda de forma intencional.
Antes de partir al baño, Videl volvió la vista hacia el pasillo en el que había visto a los dos traidores, estaba segura de que eran ellos. Pero por alguna razón necesitaba torturarse una vez más.
Ellos no la habían advertido si quiera.
Gohan por su parte se había quedado caminando en el mismo pasillo en el que Videl lo había dejado, yendo de un lado a otro.
No podía evitar sentir una sensación extraña al darse cuenta de cómo a ella le había afectado tanto ver a Olivue con otra mujer.
Se miró de arriba a abajo y luego se preguntó si había algo en él que hubiera cambiado, algo que lo hiciera desagradable o poco atractivo para Videl.
En su opinión el uniforme de guardaespaldas le quedaba muy bien y ella se lo había hecho saber con anterioridad. Entonces ¿Qué era lo que Olivue le ofrecía que él no tuviera?
Apenas se cuestionaba aquello cuando en su mente, apareció la mirada furibunda de May cuando algo la hacía enojarse con él.
Gohan inclinó el rostro muy apenado, como si de verdad se encontrara ante la presencia de la muchacha.
—Yo también te traicioné ¿cierto?
Debería haber vengado tu muerte.
Lo invadió un repentino deseo de llorar.
Videl volvió del baño en cuanto él más enfrascado se hallaba en sus pensamientos.
—Gohan —la oyó decir con los ojos hinchados y rojos — necesito irme de aquí.
El asintió y avanzó detrás de ella con las manos en los bolsillos del pantalón.
La muchacha advirtió que algo había cambiado en Gohan. Sin embargo, no haría ningún comentario, al menos no todavía.
—Escucha — le dijo una vez hallándose dentro de la camioneta. Sé que aún es muy temprano para este plan pero me gustaría volver al hotel en el que te cité cuando...  —Sí — contestó Gohan con premura — te llevo enseguida.
—Gohan — volvió a llamarlo Videl ahora volviéndose para mirarlo.
—¿Si?
—Quédate conmigo.
—Lo haré, ese es mi trabajo.
Recibir aquella respuesta tan fría provocó en Videl un estremecimiento doloroso.
Gohan estaba comportándose muy diferente de pronto.
A petición de la millonaria fémina, hicieron las reservaciones en el hotel y enseguida volvieron a la carretera, pues quería recorrer la ciudad.
Tomar carretera larga también sirvió a Gohan para pensar un poco.
Todo aquel asunto con Videl se había dado tan aprisa que ni siquiera se había tomado el tiempo para pensar con detenimiento si la amaba o si aquella creencia era sólo producto de no desear acabar con una vida.
Al caer la noche, ambos volvieron al hotel.
—Puedes cambiarte el uniforme y ponerte algo más fresco — le sugirió Videl — el personal del lugar te traerá algo de ropa en breve.
En esta ocasión Videl había elegido una habitación con un ventanal inmenso, desde el que se podía apreciar muy bien, no sólo el cielo, sino también la parte de la playa que los dueños del hotel habían adquirido para sumar a su atractivo turístico.
Antes de salir a la intemperie Videl se aseguró de frotar bien su cuerpo con el repelente para mosquitos que el mismo hotel entregaba y luego de usarlo ella, se lo extendió a Gohan.
Este la miró unos minutos, como desubicado.
—¿Tengo que ir contigo? — le preguntó.
La expresión de sorpresa de la joven no se hizo esperar pero sin mayor demora, contestó:
—En realidad no tienes que hacerlo.
Puedes tomarte un descanso.
Ella salió de la habitación sin esperar a que él le diera una respuesta.
Gohan tardó unos segundos antes de volver a seguirle los pasos y de pronto, al mirarle la nuca, tuvo la impresión de que su cabello era tan largo y tan negro como el de Mai.
Incluso todo su cuerpo parecía haber cambiado y pertenecer a quien en algún momento fue su novia.
Apresuró sus pasos para ponerse a la par y para tomarla de la mano pero se detuvo en cuanto los ojos de Videl se clavaron en él.
—¿Sucede algo? — preguntó ella.
—No — contestó tajante él.
Anduvieron caminando por la playa, en silencio a la luz de la luna.
Videl pensando en qué estaría ocurriendo con Gohan y Gohan pensando en Mai.
En un inicio, Videl había tenido el impulso de tomar la mano de quien la acompañaba pero al instante tuvo un presentimiento de que las cosas no irían bien si lo hacía. Así que sólo retrajo la mano sin más.
Videl ya se había percatado de que aunque Gohan iba a su lado, había desaparecido para él.
—Supe  por fin cuál fue el origen de mi llanto al ver a Olivue en compañía de Erasa.
—¿Ah si? — inquirió Gohan con desdén.
—Me dolió la traición. Pero no lo amo.
Aunque Videl no fue capaz de decirle que aquello era más una explicación para que no tuviera motivo de sentirse celoso, a Gohan le pareció un dato irrelevante.
Así todos los intentos de Videl por llevar una charla con el joven, fueron infructuosos.
Se mantuvieron en la playa, en un silencio que para Videl se tornó en desesperación pura.
Gohan volvía a tener ese aire de enemigo, esa aura de odio que a ella tanto le había dolido al principio.
Caminaron de regreso al hotel y de nuevo Gohan volvió a tener aquella visión en la que el cuerpo de Videl se transformó en el de Mai.
Se frotó los ojos con fuerza y continuó mirando el cuerpo de su ex sin poder creerlo.
Videl entró primero a la habitación.
Gohan ingresó después y no se olvidó de asegurar la puerta.
En silencio, el varón se dedico a verla despojarse del pareo que tenía amarrado a la cintura y que terminó arrojando hacia un lado sobre una silla.
De nuevo enojada y  olvidándose de Gohan, Videl se deshizo del traje de baño que cubría su cuerpo y que se había puesto por mero gusto.
Observándola desnuda, Gohan se le acercó por la espalda.
Sus ojos oscurecidos.
Sus manos puestas sin pudor sobre los pechos de Videl.
—Voy a hacerte mía esta noche — pronunció con voz grave en el oído de la joven.

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