14.-Camile: Se llama destino

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—Genial.—Se rinde. Cae sobre mí y me veo forzada a dar un pasito hacia atrás para mantenernos en pie. La muy tonta se ha desmayado. Niego con la cabeza y miro a Andrew, que nos observa confundido. Se acerca a grandes pasos y me tiende las manos para que le pase a Anya pero Ilya se mete de por medio. Niego con la cabeza y él bufa.—Creo que deberías descansar Ilya, estás sangrando.

—Estás loca si crees que voy a dejar que alguien que no sea yo la toque.— Dice clavando los ojos en mí. No sé por qué la doctora Keller se opone tanto, desde mi punto de vista están cortados por el mismo patrón. Estos rusos son demasiado cabezones.

—Lo que quieras.— Apenas termino de hablar cuando Ilya coge a Anya con cuidado pero firme. Yo también estoy cansada. Lidiar con Anya y sus miles de demonios ha sido agotador. Andrew me da una palmada en el hombro y sonríe.

—Me apuesto dos pavos a que cuando se levante le pega.

—¿Quién de los dos?—Nos reímos mientras caminamos detrás de ellos. Por fin ha acabado esto. Miro al cielo que empieza a clarear con los colores de la mañana. Me muero por meterme en mi cama y tener mi sueño reparador lejos de esos obsesivos rusos y su toxicidad. El equipo está deshaciéndose de todas pruebas y ni siquiera me paro a mirar atrás. Necesito descansar y que Anya vuelva a la normalidad.

Lo más divertido de todo es ver como Ilya intenta sentarse, abrocharse el cinturón y que nadie toque a Anya. Literalmente puedo verlo como un dóberman protegiendo a su dueño. Sé que no es el momento pero no puedo esperar por hacer bromas de esto. El ambiente está cargado de tensión y aunque quiero hablar no sé si es la mejor idea.

—¿Se ha despertado?—Pregunta Andrew rompiendo el hielo. Lo miro de reojo mientras él mantiene la mirada fija en la carretera, siguiendo el coche de Jacob.

—No. ¿Es normal?

—Si, muy normal. Keller me ha dado unos calmantes y se los he metido en la bebida antes.—Sienta bien decirlo en voz alta porque casi no parece ni real. Me parece fascinante como aun a pesar de ir drogada hasta las trancas, Anya ha resistido. Ha tenido el estómago de interpretar el papel, pelear, disparar y aun así ha aguantado hasta el final. Supongo que la adrenalina y las ganas de ver a Ilya a salvo, han sido más fuertes que la medicación, lo cual me parece fascinante a muchos niveles. Miro a través de mi espejo de copiloto a Ilya, que acaricia a Anya como si fuera oro o un diamante. Esa clase de amor... No creo que nadie deba meterse de por medio, así se maten entre ellos. Esa clase de amor, aunque sea grotesco y tóxico, no muere.

—¿Cómo ha sido?—Pregunta Ilya al cabo de un par de minutos. Me giro por el hueco del coche y le miro para entenderle. Tiene una de las manos de Anya entre las suyas, acariciando sus nudillos ensangrentados. Toda la piel de las manos de Anya está destrozada, con trozos dispares y carne viva.

—¿Tu ausencia? ¿Quieres que te haga un reporte?—Bromeo quitándole hierro al asunto.

—Camile, necesito saber a qué me enfrento.—Me mira intensamente haciéndome rodar los ojos. Sin duda nadie sabe como ser persuasivo como ellos dos. Ugh.

—Anya siendo Anya, ya está.

—Tampoco le mientas.—Dice Andrew. Lo mato con la mirada dos veces y él niega con la cabeza.

—Explicarme.

—Mira Ilya, probablemente yo soy la persona menos indicada para opinar en esto porque no soy amigo de Anya, al menos no uno cercano, pero lo que he visto estos días... Anya no era así. Estaba desquiciada.

—Ilya déjalo estar. Necesitas que te curen, comer, beber y dormir. Luego de eso podremos hablar de ella. Céntrate en ti ahora.—Comento sonriéndole. Él niega con la cabeza y aprieta a Anya contra su pecho. Empieza a llorar dejándome fría como el hielo. No sé qué decir ni como consolarlo y mucho menos estando dentro de un coche pero le tiendo la mano y él la coge. —Estará bien, te lo prometo.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora