Repaso la carta una y otra vez, pero no hay nada que sacar. Literalmente solo la citan mañana por la tarde, a las cuatro en la Catedral de Ryazan. Solo por si acaso voy a pegarme a Anya como si fuera una lapa, porque en el fondo me da miedo que volvamos a lo mismo y se fugue para ir sola. Quiero pensar que ambos hemos aprendido de eso, que Anya ha entendido por fin que ganamos estando juntos, pero el temor de que haga alguna tontería me acecha y se instala en mi mente jugándome malas pasadas.
Camile ha dado por fin señales de vida, invitándonos a comer a un restaurante que Sergei conoce. Me hace gracia que sean inseparables y a la vez me hace ilusión. Quien iba a decir que se iban a llevar así de bien. En realidad es extremadamente fácil llevarse bien con Camile gracias a su carácter tan amable. Escucho como la ducha se corta y me espero para ver salir a Anya del baño. Los minutos pasan rápidos cuando finalmente sale con unas simples bragas negras y sin sujetador. Algunos mechones de su cabello cubren sus pechos, pero dejan entrever sus pezones rosados.
—Esta si es una buena manera de recibirme.
—Eres imbécil.—Pone los ojos en blanco y se quita el pelo del pecho, mandándolo con pequeñas gotas hacia su espalda. —¿Crees que han follado?—Pregunta de la nada.
—No. Habrán jugado al ajedrez. Quizás al parchís.
—¿Habrán usado protección?
—¿Qué te pasa? ¿Por qué te interesa tanto? ¿Estás celosa, Zolotova?—Sonríe un poco y se acerca al borde de la cama.
—¿Celosa de qué? ¿De qué se haya tirado a Sergei? No, gracias. Yo solo tengo ojos para ti.
—¿Entonces?
—Solo me preocupa que se preñe.—Frunce el ceño y apoya una rodilla en la cama, de manera casual y vaga.
—¿No debería preocuparte tu propio útero?
—¿Qué quieres decir con eso?—Levanta las cejas y casi como si hubiera caído en ese momento se lleva las manos a la parte baja de su barriga.
—¿Cuándo tuviste tu último periodo?
—Voy con retraso.
—Como siempre, niña.—Sonrío anchamente cuando me mira mal, con los ojos entornados y la boca ligeramente abierta.
—Eres gilipollas. No estoy embarazada. Te recuerdo que tengo el diu.
—Tiene un dos por ciento de margen de error.
—¿Lo has buscado?
—Por supuesto. Y deberías saber ya Anya, que donde pongo el ojo, pongo la bala.
—Más te vale que no, porque terminaré viuda.—Se aleja de la cama mientras me rio. No quiero hacerme ilusiones porque realmente, la posibilidad es tan baja que es prácticamente imposible. Además, sería de lo más normal que tuviera un retraso en el periodo teniendo en cuenta la cantidad de estrés al que se ve sometida de manera habitual. Mi paseo por páginas donde comentaban efectos colaterales de los anticonceptivos, síntomas de embarazos y todo lo relacionado con la menstruación fue de lo más productivo. Me acomodo en la cama mientras miro como Anya se viste lentamente. —¿Qué me pongo?
—¿Y yo qué sé?
—Hace calor.
—Eres irresistible.
—¿Eh?—Se gira para mirarme sujetando entre sus manos unos pantalones cortos tejanos. Los recuerdo. ¿Son los mismos que se puso en la barbacoa?
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Sangre: Lazos Rotos. ✔️
RomanceSegunda parte de Sangre: Falso matrimonio. Anya e Ilya deben tomar una importante decisión. Alguien la persigue, la ha marcado como objetivo y deben decidir qué rumbo tomar. El pasado no resuelto les atrapará y pondrá a prueba el amor que se profes...