3.-Ilya: Intentos fallidos

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Me rasco la cabeza para intentar que buenas ideas lleguen por arte de magia pero nada. Camile me mira por encima de las pantallas de los ordenadores con una ceja en alto mientras mueve las páginas de unas revistas de moda. La admiro por ser capaz de entender algo entre esas páginas. Me encojo de hombros y suspiro. No sé como conseguir un punto de vista nuevo, no sé como conseguir información.

—¿Camile me puedes ayudar?

—¿Con un cambio de imagen o algo aburrido?

—Aburrido.— Pone mala cara y yo me río. —Porfi.

—Solo porque eres guapo.— Me guiña un ojo y se levanta para cambiarse a la silla de mi lado. Mira la pantalla de mi ordenador con una expresión confusa al leer el nombre de Anya. —¿Por qué la investigas?

—Me lo pidió ella. ¿Te ha contado por que estamos aquí?

—Me dijo que la misión había terminado y que regresaba contigo.—Asiento comprendiéndolo. Todo muy típico de Anya, ocultando información para no preocupar a nadie. —¿No fue así?

—La misión terminó, creo. Pero alguien dejó en la puerta de nuestra casa una fotografía de Anya con sus padres biológicos clavada con un cuchillo.

—¿Qué?—Deja de mirar la pantalla y me mira, con la frente arrugada y una mueca sorprendida en la cara. Claramente, Camile ha sido dejada al margen. —¿Por qué no me lo ha dicho? ¿Habéis tenido alguna amenaza más?

—No. Solo eso. Y, tengo mucho miedo, Camile.

—¿Tienes miedo de que vayan a por ella?

—Además de eso, me da la sensación de que ella hará algo estúpido.

—Es por el pelo. Le tengo dicho que se tiña de morena. Quizás pelirroja.—Me señala a una modelo en una revista, con el pelo negro como el carbón. Niego con la cabeza y ella la cierra con una sonrisa preocupada en los labios. —La protegeremos juntos.

—¿Y si no quiere y simplemente se va?—Lo digo en voz alta y ahora parece mucho más real.

—¿Te refieres a Anya apretando su gran botón de autodestrucción, no? Ugh, es tremendamente dramática.—Se cruza de piernas suspirando y niega con la cabeza.—No dejaremos que se vaya. Nos turnaremos para vigilarla. Pasaremos cada momento del día haciendo guardia y si es necesario la noqueamos.

—Preferiría no tener que hacerlo.

—Ya, yo también pero esa perra es una salvaje. ¿Sabes que en la primera semana de compartir habitación me ignoró por completo?

—Cuéntame más. Cuéntame todo.—Le pido sonriendo. Ella se muerde los labios ilusionada, mirando al techo cuando empieza a hablar. Amo a Camile por esto. Amo que esté dispuesta a incluirme en su amistad, regalándome sus recuerdos de mi Anya.

—Pues, no era muy buena compañía. Se hablaba muy mal de ella cuando yo llegué. Mayoritariamente por envidias, pero, era fuerte, no le daba importancia. Ya sabes a lo que me refiero, Anya desprende esa clase de energía de seguridad y elegancia que...

—Intimida. Lo sé.— Reconozco y ella chasquea los dedos.

—Te escribía, ¿sabes?—Asiento rápidamente.—Te escribió una carta diaria durante no lo sé, ¿quizás un año? Al final se rindió aunque lo seguía haciendo por tu cumpleaños.

—Nunca llegó ninguna carta. Ella cree Svetlana, nuestra cuidadora, tiene algo que ver pero no sé, me cuesta ver a Svetlana intentando perjudicar. Fue ella quien me consoló cuando se la llevaron.— Me siento en la obligación de justificarme con Camile, simplemente porque es su mejor amiga y tampoco debió ser fácil ver a Anya herida por no recibir respuesta a sus cartas.—Si yo hubiera sabido donde estaba...

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora