Me tiemblan las manos mientras agarro la mano de Ilya, tumbado en otra camilla mientras operan a Anya. Está pálido pero estable, simplemente se ha desmayado por la situación. No estoy preparada para esto. No puedo perderles a los dos, de hecho, ni siquiera a uno. Saco el móvil y marco a la única persona que siento cercana como para poder apoyarme.
—¿Hola? ¿Camile? ¿Estás bien?
—¿Crees que puedes venir al hospital?
—¿Qué? ¿Estás bien?—Empiezo a llorar en cuanto oigo su preocupación.
—Anya está en el quirófano con un balazo e Ilya... Yo no puedo sola con esto...
—Voy para allí. ¿En qué hospital estás?
—No lo sé...
—Ponme al teléfono con la primera persona rusa que encuentres.—Obedezco a Sergei y le paso el teléfono haciéndole señas a la primera enfermera que se deja parar. Parecen hablar durante unos minutos pero sé que solo han sido segundos. Tengo los nervios a flor de piel y lo único que puedo hacer es pensar en que si Anya no sale de esta, Ilya morirá de pena. Me apoyo en su cama esperando a que Sergei me encuentre y sea mi punto de partida. Cojo de la mano a Ilya y espero a que se despierte porque realmente no sé como afrontar esto. Empieza a quedarme grande, sobre todo porque nunca esperé que Anya pudiera estar así de grave. Ni siquiera cuando la explosión de los Sokolov en medio de la calle pasé este miedo, quizás porque ahora ella si tiene una debilidad. Ilya.
Una conversacion en ruso me despierta. Abro los ojos y veo a Sergei hablando con Ilya mientras yo sigo apoyada en la cama.
—Hola, tonta.—Me dice Sergei cuando ve que lo miro. Se acerca y me acaricia el pelo, tranquilizándome. Me aferro a su mano y beso el dorso necesitada de su cariño. Su colonia me hace sentir más apoyada, casi reconfortada.
—¿Y Anya?
—En quirófano.
—¿Cuánto rato lleva ya? ¿Cuánto he dormido? ¿Se sabe algo?—Ilya mantiene la mirada en el suelo, como si hubiera algo terriblemente interesante en el. Sergei niega con la cabeza y sigue acariciándome el pelo, bajando hacia mi espalda.
—Cami, tienes que tener esperanza.
—Claro que la tengo. Ella nunca se iria así.—Digo intentándome convencer más a mi misma que a nadie. ¿Verdad? Anya nunca dejaría a Ilya, no después de haberle recuperado. Nunca se rindió con él, incluso cuando era la respuesta lógica y quizás la acertada. Siempre lo recordó, lo mantuvo vivo en su mente y su corazón. Ella no se atrevería a dejarme sola.—¿Podemos ir a preguntar a alguien? ¿No hay nada que podamos hacer?
—Tenéis que tener paciencia.
—Ya... Ilya, ¿quieres algo de comer o beber?—Necesito sentirme útil, y quizás cuidando de él... No sé. No me responde, de hecho, ni me mira. —¿Ilya?
—Dejalo, Cami, necesita estar solo, vamos a dar un paseo.—Me insiste Sergei tendiéndome la mano y tirando de mí en cuanto se la acepto. No entiendo mucho por qué no me habla pero aun así me obligo a hacerle caso a Sergei. Me saca de la camilla y el pequeño apartado donde estábamos, haciéndome caminar por el pasillo atestado de gente. —Cami...
—¿Qué?
—Ilya me ha pedido que si Anya no sobrevive que lo mate. Tenemos que hacer algo.
—¿¡Que?! ¿Qué le has dicho?
—Pues que no, claro.
—Menos mal...
—No lo entiendes. No se rendirá. Y realmente lo tiene fácil. Solo tiene que cabrear a la gente equivocada y se lo cargarán con gusto.
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Sangre: Lazos Rotos. ✔️
Roman d'amourSegunda parte de Sangre: Falso matrimonio. Anya e Ilya deben tomar una importante decisión. Alguien la persigue, la ha marcado como objetivo y deben decidir qué rumbo tomar. El pasado no resuelto les atrapará y pondrá a prueba el amor que se profes...