25.-Ilya: Mente en plena guerra

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Si no fuera porque tengo ojos en la cara, no me lo creería. La ronda de chupitos más extraña del mundo, con Dasha besando a Camile y Camile besando a Sergei. No sé quién está más ofendido, Dimitry o Alex. Contengo la risa en el pecho mientras aprovecho para toquetear a Anya entre ronda y ronda. No se parece en nada a la última vez que jugamos este juego. Esta vez no tengo por qué suplicar porque me reten a besarla o algo por el estilo, puedo simplemente llamarla esposa y besarla. No creo que me acostumbre nunca a llamarla esposa, sin lugar a dudas es un lujo que pienso explotar cada día de mi vida. Alex bosteza, no sé si para hacer ver que se aburre o porque está borracho perdido. Tiene los ojos rojos y ligeramente achinados.

—Chicos yo me voy a ir a casa. ¿Os llevo?—Pregunta a Dasha y Olenka. Dasha asiente con la cabeza, al igual que Olenka. Nos despedimos con la mano mientras se acercan a la barra a pagar, sosteniéndose la una en la otra.

—¿Te imaginas que hubieran pasado la noche juntas?—Murmura Anya hacia mi cuello. Niego con la cabeza. —No te lo imagines, pervertido. Solo puedes pensar en mí.

Adorable. Últimamente, Anya está muy celosa.

—¿Si te tengo a ti para qué quiero a alguien más?

—¿Y si te cansas?

—¿De qué? ¿Del mejor sexo de mi vida?—Me pega en la barriga, pero flojo, riéndose y mirándome a la boca.—¿Mojada, Zolotova?—Se muerde el labio inferior enviándome una oleada de calor por la piel. Trago saliva y sonrío incluyéndome en la conversación.

—¿Y vosotros?

—Ah no, taxi.—Contesto rápidamente.

—¿Por qué no nos llevas, Sergei?—Pregunta Camile poniendo la mano en su antebrazo. Anya parece pillarlo al vuelo porque me palmea en la mano y empieza a levantarse. La imito y me pongo de pie, estirando los músculos. Echo una mirada rápida a la barra, donde Natasha sigue con Irina, esta vez acompañadas de Dimitry que está acariciándole la espalda a su novia cariñosamente. Nunca me acabé de llevar bien con él, no por nada en particular, sino, simplemente porque algo en su forma de ser o en sus ojos no me gusta. Miento. Tengo claro porque no me cae bien Dimitry. Siempre miró a Anya de una manera demasiado parecida a la mía, aunque él diga que no. Cojo a mi esposa de la mano y entrelazo nuestros dedos.

—¿Todo bien?—Me susurra y yo asiento una sola vez. Por algún motivo estoy algo molesto, aunque no tengo motivos aparentes para estarlo.

—Deberíais venir a casa algún día a tomar un café. Kolia os echa de menos y aunque no lo diga, Svetlana también.—Olenka se acerca por la espalda de Anya y nos habla con su habitual sonrisa agradable. Me limito a devolverle la sonrisa no muy seguro de si es buena idea ir a visitar a Svetlana, al menos no hasta que me asegure de que Anya no le volara la cabeza.

—Mañana mismo nos tienes ahí. Que la vieja no me provoque.

—O la matas, si, si, tus amenazas empiezan a ser huecas, Anya.—Se ríe Olenka haciendo que Anya la acompañe. Yo no la provocaría, de verdad que no. Subo mi mano por su brazo y termino acercándola a mí atrayéndola por los hombros. No se queja, ni siquiera se aparta, se queda quieta en mi pecho.

—Quien avisa no es traidor.—Dice ella en respuesta.

—Se comportará, te lo prometo.

—Más le vale.

Ahora es Olenka quien pone los ojos en blanco ante las amenazas de Anya. Creo que ella y Camile son de las pocas personas en el mundo que aunque le tengan respeto a Anya no le tienen miedo. Quizás ellas ven esa parte de mi Anya que es dulce, inocente y aún una niña. Supongo que yo también la veo, aunque nunca olvido el balazo.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora