22.-Anya: Montalo como un poni

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Me planteo si entrar en la habitación o no, porque la verdad es que tengo miedo. Estoy parada como una idiota, mirando la puerta, escuchando el suave ruido de la música de Ilya. No sé si entrar y afrontar la charla que tenemos pendiente o si huir desesperadamente. Siempre podría salir a pasear al patio, pero con la suerte que tengo, me encontraría con Keller y acabaría apuñalándola con la rama de algún árbol. Me cae de culo esa mujer, tanto que literalmente podría matarla sin sentir remordimiento. Si Ilya pudiera oírme me diría que soy mala y me azotaría el culo. Automáticamente, mis mejillas se enrojecen al pensar en Ilya tocándome, sea donde sea. Estos meses han sido duros y mentiría si dijese que con el polvo rápido del aeropuerto he tenido suficiente. Tampoco ha ayudado notar la erección de Ilya al estar sentada encima de él. Maldito ruso prepotente. Pico en la puerta dos veces antes de que Ilya me abra, sin camiseta y con una sonrisa arrebatadora en los labios. No sé si lo nota, pero mis rodillas flojean al verle. Trago saliva y paso por su lado, dispuesta a hacerle suplicar un poco, simplemente por retarme y hacerme sentar encima de su regazo. Cierra la puerta en cuanto paso y me preparo para intentar provocarlo y llevarlo al límite. Cojo un conjunto de ropa interior de manera disimulada y me meto en el baño.

Mi reflejo en el espejo no es el adecuado. Camile ha logrado hacer maravillas, sobre todo con las uñas, cejas y mi pelo, pero sigo necesitando un par de kilos más y pasar unos días relajada. Decido tomar una ducha rápida primero, incluyendo el pelo, porque tengo planeado, mojarlo con mi pelo, haciendo que su piel se erice. Sí. Eso suena bien. Me desnudo sin mirarme en el espejo y repaso mentalmente mi plan. Me meto dentro de la ducha y dejo que el agua se caliente encima de mi piel, mientras me enjabono de pies a cabeza. Continuo duchándome, aplicándome mascarillas, aceites para hidratar y me depilo. El pack completo. Suave como una foca.

Me miro en el espejo e intento motivarme. El conjunto rojo me queda bien. Se ajusta en los sitios correctos, es un body bonito, con transparencias y encaje en los sitios correctos. Acaricio los tirantes y bajo despacio, tocándome por encima de los pechos. Me cepillo el pelo con cuidado y lo dejo suelto, soltando pequeñas gotas de agua heladas que me llenan de escalofríos. Uñas de pies y manos pintadas. Depilada. Huelo algo dulce, una combinación de aceites y de lociones. Bien. Abro la puerta del baño de par en par, dejando que el aire caliente escape y entre en la habitación.

Ilya está estirado en la cama, con el móvil en una de sus manos, metido dentro, tapado con las sábanas y una mano detrás de la cabeza. Me mira al momento pero no dice nada. Camino un par de pasos hasta llegar a la cama, mirándolo fijamente.

—Anya...—Dice mi nombre lentamente, casi en un susurro, pero no deja de mirarme. Hay algo en Ilya, en sus ojos, en la manera en la que sus pupilas se dilatan y su piel parece brillar que, simplemente me atrapa. Nunca habrá algo más sensual, bonito o mágico que él. Nada.

—Ilya...—Le sigo el juego y me subo a la cama, poniéndome a cuatro patas, fingiendo que me estiro.

—¿Qué se supone que haces?

—Estirar.

—Ajá.—Sonríe y asiente, volviendo su atención al móvil. Decido pasar al plan inicial y salto encima de su regazo de nuevo, poniendo una pierna en cada lado de su cadera. No es justo porque solo me hace falta mirarle para sentirme ardiendo en deseo, en cambio, él, me puede tener en un conjunto de ropa interior encima y pasa de todo. —¿Y ahora?

—Intento llamar tu atención.

—Mi atención la tienes siempre, peligro.—Desvía la mirada del móvil pero lo deja encendido y me mira fijamente.—¿Qué buscas?— Miro con detalle sus ojos, azules tan potentes y dulces que quiero sonreír.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora