32.-Anya: Limbo

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Corro más deprisa que Ilya aunque sé que solo está dejándome ganar. Me río tan alto que no escucho las pisadas de mis zapatos contra el suelo pero no me importa porque tengo que ganar. Svetlana ha dicho que hoy comeremos carne con patatas porque nos hemos portado muy bien y no puedo estar más feliz. Corro tan rápido y fuerte que me duelen las piernas y me queman los pulmones así que miro atrás para ver a Ilya. Sus ojos son tan azules que me aturden durante un momento pero no puedo dejarme ganar. Veo la puerta y me abalanzo encima para ganar la carrera.

—Я выигрываю!—Le chillo que he ganado y él asiente tendiéndome la mano para que me levante del suelo. Me escuecen las rodillas por el roce con el suelo, pero no importa. He ganado.

—Тебе нужно быть осторожным.—Ilya me pide que tenga más cuidado señalando mis piernas pero yo me encojo de hombros. —Svetlana dice que las cicatrices son feas en las mujeres.

—He ganado.—Repito contenta.—A mí me dan igual las cicatrices.

—A mí también.—Sonríe agachándose. Me coge la pierna y me besa en la rodilla, haciendo que me pique la piel. —Yo te cuidaré.

—Y yo ganaré por ti.

—Eres tonta.—Me empuja y yo me río. Sus ojos son tal cual me imagino el mar, quizás incluso más bonitos. De un azul tan intenso que podría bebérmelos. Levanto la mano hasta su mejilla sucia de polvo.

—Gracias por dejarme ganar, Ilya.

—Entremos antes de que nos perdamos la cena.

Vuelo por encima del recuerdo, dándome cuenta de que siempre se sacrificó por mí, incluso con tonterías como ganar una carrera. Me duele el pecho, tanto que podría explotar, sin embargo vago por otro recuerdo.

—¿Ilya?—Pico en su puerta pero no contesta así que la abro sin más y la cierro a mi espalda. Está estirado en su cama, pegado a la pared, por lo que me meto en su cama y me acurruco entre sus brazos.

—¿Anya?—Pregunta con la voz cogida por el sueño. —Что ты здесь делаешь?—Me pregunta que hago en su habitación y parece que no lo oiga. Llueve a mares. Truena. Tanto que retumba contra el tejado de la casa. Nos quedamos en silencio durante unos segundos hasta que un trueno golpea cerca asustándome. —Ven aquí.—Me abraza con fuerza y yo me dejo envolver. Le quiero. Le quiero más que a mi misma. Lo pienso una y otra vez mientras el ritmo de su corazón me tranquiliza hasta llevarme cerca del sueño.—Siempre cuidaré de ti.

—¿Y cuándo sea mayor?—Pregunto preocupada.

—Te casarás conmigo.—Dice cerca de mi oido.— Y estaremos siempre juntos.

—Siempre, Zolotov. Te lo prometo.—Me besa el pelo y me quedo dormida.

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¡Nos vemos el sábado con el capítulo final y el estreno del siguiente libro relacionado de manera indirecta con este!

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora