11.-Anónimo: ¡Reunión familiar!

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Me levanto de buen humor, impecable incluso, porque hoy llamaremos a mi querida presa. Estoy guapo, arreglado, elegante, divino. Me aliso la americana mientras Tanya se pinta los ojos de negro. No me gusta que use tanta pintura, aunque en su caso, es necesario. Los estragos de su tipo de vida pasan factura. Suspiro mientras muevo mi pequeña taza con el delicioso expreso que huele a cielo. Muevo la taza ligeramente y me la acerco a la boca, bebiéndomelo de un solo trago. No espero a que Tanya acabe de arreglarse y salgo a ver al chico. Está sentado mirando a la pared, con el rostro inerte, como si le diera igual todo. Aunque sé que no es así. Las heridas empiezan a curarse, pero los moratones tiñen su piel en diferentes tonos.

—Buenos días, Ilya.—Digo amablemente. A la vez que yo me acerco Vitali le acerca su desayuno, un vaso de agua, un trozo de pan y una manzana. Lo más selecto de nuestra cocina. Miro como el chico come lentamente, masticando bien la comida. Me parece inteligente, desde luego, quizás demasiado emocional pero es joven, lo considero normal. Realmente tiene potencial así que no entiendo por qué no ha querido colaborar. No es posible que la chica sea la mitad de impresionante que era su madre. Por su madre si hubiera merecido la pena todo esto, pero, ¿por ella? Desperdicio total. —¿Emocionado? En cuanto acabes de comer llamaremos a Anya.—Le sonrío y él se encoge de hombros. Desde luego no me tiene miedo a mí, pero si a ella. Curioso. La idea que se le ha ocurrido al chico que me lleva la informática es desviar la llamada por varios servidores, dándole las coordenadas de otro sitio. Me debato internamente sobre si hacer eso o directamente dejarle saber donde estamos y que ella venga. Aun a pesar de disfrutar una tortura como cualquiera, empiezo a cansarme de este sitio y echo de menos mi cama y a mi esposa. Vitali le rellena el vaso varias veces y lo acompaña al baño una. Lo mantengo atado de pies y apuntándolo con un arma en todo momento para que no se le ocurra nada raro porque sé bien que es capaz de intentar algo suicida. Debo admitirme a mi mismo que estoy tan intrigado por hablar con ella... ¿Cómo debe ser ella? Su madre era tranquila y amable, tan adorable con la gente que te hacía quererla aunque no quisieras. Era un ángel caído del cielo. Me gustaría escucharla llorar, suplicar incluso. Seguro que hará eso, causando dramatismo para que suelte al chico. Oh, lo voy a disfrutar muchísimo.

Ilya permanece callado mientras el chico de informática pone la mesa con un aparato conectado a través de un cable al teléfono. Tiene mal aspecto, pero mantiene esa muralla impenetrable sin pedir nada ni buscando dar pena.

—No deberían ser capaces de encontrar la ubicación a no ser que desconectes el cable. Si lo haces, tendrás menos de treinta segundos.—Me dice Taylor subiéndose las gafas por el puente de la nariz. —¿Todo bien? ¿Me necesita para algo más?

—¿El número de la chica está preparado?

—Lo tiene guardado en el móvil como el único contacto. En cuanto termine la llamada puede romper el teléfono si quiere.—Le doy una palmada en el hombro y Taylor se aleja, sentándose detrás de dos ordenadores. Oigo como sus dedos se mueven por el teclado a toda prisa. Tengo los nervios a flor de piel, emocionado por fin por tener algo de acción. Espero que la chica no se avergüence demasiado llorando en exceso porque haría la comunión mucho más difícil de lo que debería ser.—Cuando quiera, jefe.—Le levanto el pulgar a Taylor y marco el número. Me cogen a la segunda señal y mantienen el silencio. Pongo el altavoz para que Ilya lo oiga.

—Hola, ¿Anya?—Pregunto emocionado.

—Hola.—Dice una voz femenina. Miro a Ilya para ver si reconoce la voz y se quiebra pero mantiene la mirada fija en la mesa. —No creo haberle dado permiso para llamarme por mi nombre. Para usted soy la señora Zolotova.—Su voz es fría, sin sentimiento aparente. Eso me sorprende un poco pero puede ser resultado de simplemente preparación para esta llamada y una fachada bien montada. Estoy seguro de que se romperá. Miro a Ilya que vuelve a sonreír de esa manera tan horripilante que me pone los pelos de punta. Sin duda es su chica porque él la reconoce. Me alegro de que no hayan acudido a la policía.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora