30.-Camile: Honor

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La arquitectura es simplemente magnífica. Siempre he pensado que hay varias cosas que los rusos hacen bien. Una de ellas es las catedrales. El tejado del medio es dorado, brillando con el sol de una manera cegadora, con una gran cruz encima de un tamaño tan intimidatorio que casi me apetece entrar para rezar. Sé que Ilya está tenso, en modo perro guardián activado porque no deja de mirar a nuestro alrededor.

Me esperaba gente, a montones, rezando, haciendo fotos, o aunque fuera niños jugando, pero lejos de eso, el sitio está desértico.

—Me da mala espina.—Dice Ilya bajito.

—No venimos de compras, idiota.—Murmura Anya con los brazos ligeramente abiertos. Sé para qué se prepara, sé lo que puede hacer, confío en su instinto que nunca ha fallado. Incluso en la academia era brillante. Respiro hondo e intento pensar con lógica porque sé que ninguno de los dos lo hará. El terreno no da para mucho y desde luego a no ser que tengan francotiradores en la iglesia no hay ninguno. Bosque en nuestra espalda. Sería complicado tener agentes subidos a los árboles pero no imposible. Lo sé de sobras tras una misión en Serbia con Anya. —Formación de espaldas.—Murmura Anya y me pego a ellos. Cubrimos todo el terreno con los ojos mientras que nos guardamos las espaldas.

—¿Deberíamos saludar?—Pregunto tontamente intentando aliviar la tensión.

—Nunca se me ha conocido por ser educada, vamos a saltarnos los formalismos.—Me río durante un segundo hasta que un fuerte golpe hace que nos giremos hacia la iglesia. Las puertas se abren y veo a un chico joven, muy joven. Quizás de dieciocho que sale con un ojo amoratado y las manos atadas.—¿Kolia?

—¡Nikolai!—Chilla Ilya.

—¡No rompas la formación!—Le riñe Anya. —Es una trampa. Es el señuelo.

—¡Es un niño!

—¡Es una jodida trampa, si lo quisieran muerto ya lo estaría!—Se chillan mutuamente por lo que entiendo que ambos conocen al chaval. El chico deja de moverse y se para delante de la iglesia, mirando fijamente hacia nosotros. El sol lo baña, al igual que al resto de la iglesia mientras nosotros permanecemos en las sombras, donde ni una gota de aire corre. Me va tan rápido el corazón que casi podría vomitar si no estuviéramos en medio de la peor situación del mundo. —¡Kolia, confía en mí, te sacaré de esta!—Chilla Anya. Su voz desde aquí retumba y el chico asiente una sola vez. No tiembla y tampoco parece muy asustado por lo que me da la sensación de que pueda conocer a la persona que está detrás de esto.

—Anya, el chico no tiene miedo.—Le digo por la postura que tiene.

—Porque Svetlana está detrás de esto.

—¿Cómo lo sabes?—Pregunta Ilya con un temblor en la voz que lo delata. Por lo poco que he visto Ilya es bueno luchando, pero no en situaciones donde no tenga el control. Suspiro y continuo con los ojos muy abiertos.

—Porque no tiene miedo. Conoce a su agresor.—Determina Anya y yo asiento. Ilya traga saliva y justo cuando pienso que va a romper la formación Anya entrelaza nuestros brazos, formando un lazo. Hago lo mismo y nos ato con Ilya.

—¡Solo te quieren a ti!—Chilla el chico para que lo oigamos. —Si no se van, morirá gente.—Anya actúa antes de que pueda hacer nada. Sabe que pienso pararla porque casi puedo leerle la mente por lo que corre hasta el centro de la plaza sin que me de tiempo a pararla. Casi como el reflejo automático de algo, varios cuerpos se mueven llamando nuestra atención. De entre los árboles, a nuestras espaldas, dos hombres armados, vestidos de negros nos apuntan con armas de aspecto pesado, mientras que Kolia se ve empujado por otros dos hombres del mismo aspecto. Estamos rodeados. Son demasiados como para que no haya ninguna baja. En mi mente calculo cada posibilidad pero en todas alguien sale herido.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora