24.-Anya: Yo siempre fui así

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No sé quién está más nervioso de los dos, si Ilya porque nos vamos a reencontrar con sus amigos o Camile por conocer a gente nueva. Me ha costado un infierno salir de casa porque Ilya suplicaba que nos quedáramos y aprovecháramos el vestido. Sé lo que significa para él aprovecharlo, quiere decir arrancarlo sin piedad y no se lo voy a consentir, es demasiado bonito. Me paro durante unos segundos, mirando el bolardo donde me senté la última vez cuando me peleé con Natasha. Casi como si Ilya me leyera la mente atrapa mi pensamiento y me rodea los hombros dejando caer un solo brazo pesado y muscular. Su piel se siente cálida y familiar sobre la mía, tranquilizándome.

—Hoy no hay Natasha, así que no hay excusa. Bésame, Anya.—Susurra rozándome la oreja. Giro la cara un poco y le doy un beso rápido.

—Nada de espectáculos o Camile nos pateará el culo a ambos.

—Creía que eras invencible, incluso encima de esos zapatos tuyos.

—Tú sigue jugando, te atravesaré el cuello con mi tacón.

—Con placer.—Sonríe seductoramente y solamente puedo poner los ojos en blanco. Solo Ilya entiende mi nivel de locura, solo él podría seguirme esta clase de bromas y lejos de traumatizarse, parecerle sensual. Pongo los ojos en blanco y trago saliva, nerviosa por volver a verlos a todos.

—Entremos ya, tengo sed.—Camile se retoca el pintalabios de gloss y empieza a caminar hacia la puerta. Sé que esto es pura fachada porque no existe alguien más tímido con el sexo opuesto como Camile. Me agarra de la mano justo antes de entrar y me arrastra. —Cógeme de la mano, no puedo.

—Todo irá bien. Si decides que te quieres ir, nos vamos. Si no, me besas y todos creerán que somos novias.

—Si te beso tu ruso me mata.—Dice ella. Parece que no conozca a Ilya.

—Probablemente, se le ponga dura. Al igual que a medio bar. Ahora entra, cobarde.

—Tu primero, Barbie.

—Joder.—Me quejo mientras ella sujeta la puerta del bar. Entro reprimiendo mi propia angustia y levanto la cabeza, dejándola bien alta. El aire al momento cambia, oliendo a alcohol en exceso. La luz es cálida y el aire acondicionado funciona débilmente. Olga me mira al momento y no sé si me reconoce, pero clava la mirada en mí, mirándome de arriba abajo.

—Ты потерялся?—Olga me pregunta si estoy perdida y por su tono tengo claro que no me ha reconocido. Me quedo pasmada durante unos segundos. ¿Es lesbiana? Inesperado, pero al menos tiene buen gusto. Me acerco un par de pasos y me mira los pechos fijamente.

—Мое лицо на несколько сантиметров выше.—Le indico donde tengo la cara gesticulando con la mano para que deje de mirarme las tetas y ella sonríe. Escucho a Camile murmurar algo fuera del bar y casi estoy por salirme fuera.—Ты видел Алекса и Сергея?—Le pregunto por Alex y Sergei, porque tengo claro que acabaremos antes y no están en la mesa de la última vez.

—Почему? Кто ты?—Me pregunta que porque, que quien soy. ¿De verdad no se acuerda? ¿Es que le parten la cara a mucha gente en su bar o que? Estoy a punto de perder la paciencia acercándome a la barra cuando una mano grande y cálida me frena, anclándome en el sitio. La gran espalda de Ilya aparece en mi campo de visión y lo escucho reírse.

—Оня моя жена.—Ilya aclara que soy su esposa y aunque no quiero, sé que me estoy sonrojando. Adoro que me llame así.

—¡Oh, claro!—Dice ella riéndose. Camile me agarra de la mano con fuerza y tira de mi brazo un poco.—Alex y Sergei están en las mesas grandes, han reservado una porque hoy por lo que veo sois la tropa completa. —Sonríe de nuevo destinando la mirada hacia Camile y hacia mí. El brazo de Ilya cae pesado ahora en mi hombro y se posiciona entre las dos, haciendo el mismo gesto en Camile.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora