29.-Ilya: Mi familia

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La miro dormir por el simple placer de acosarla. Respira placidamente sosteniendo mi brazo entre sus manos, como si se negara a dejarme escapar. Su pecho sube y baja despacio, totalmente relajada. La gran parte de su almohada está ocupada por su pelo, desparramado con ligeras ondas, brillando con los ligeros toques del sol de la mañana. No quiero que se despierte, de hecho, ojalá pudiera quedarme mirándola todo el día. Aquí cerca de mí, donde está a salvo, donde nadie puede tocarla, herirla o respirar cerca de ella. Automáticamente, mi mirada se desplaza a su vientre. ¿Y si de verdad lo está? No puedo dejar que se vaya paseando por ahí creyéndose indestructible si tiene a nuestro hijo dentro. Ni hablar. Aun a pesar de lo que Anya se cree, no es a prueba de balas y mala hierba si muere.

Me quiero fiar de la nota en la que prometen no hacerle daño, pero sé que no puedo hacerlo. Al menos tendremos a Camile y eso me tranquiliza un poco. Sé que a veces ella puede llegar a Anya de una manera que yo no puedo hacerlo, aunque me duela. Huelo el café antes de poder hacer nada así que aprovecho para escabullirme de la habitación. Camile está sentada en el sofá, totalmente vestida ya con un chándal negro y una camiseta básica gris. Bosteza abriendo mucho la boca con el pelo recogido en una trenza baja.

—Buenos días.—Dice aún bostezado.

—Tenemos que hablar.

—¿Vas a romper conmigo?— Bromea y se aparta para que quepa en el sofá. Me siento a su lado y suspiro.

—Creo que Anya está embarazada.—Se echa a reír, probablemente pensando que estoy jodiéndole, pero me giro para mirarla fijamente. Abre mucho los ojos y se tapa la boca.

—¿Qué dices? ¿Cómo?

—Bueno, el cómo creo que sabes.

—Pero creía que llevaba el...

—El diu tiene un dos por ciento de fallo. Y no es normal.

—¿Qué síntomas tiene?

—Anoche vomitó de la nada y, ¿no la viste con Natasha?

—¿Qué casi le vuela la cabeza? Sí. ¿Qué tiene eso que ver?—Dice sosteniendo una sonrisa burlona. Me paso la mano por el pelo desesperado porque no lo entiende, no logra verlo como yo.

—No. Conoces a Anya, ella hubiera saltado desde el primer momento pero intentó ser amable. Fue diplomática y agradable. Ella no es así.

—¿Y qué? ¿Crees que es una influencia de tener tu esperma dentro? Sabía que eras creído pero no tanto.—Se ríe y coge su taza de café para darle un sorbo.

—Solo digo que me da la sensación de que está cambiando y tiene retraso de una semana.

—Vale, pongamos que me creo tu locura. ¿Por qué me lo dices?

—Porque hoy es el encuentro y no puedo dejar que mi esposa y mi hijo mueran.

—Ilya...—Comienza a decir y la paro de inmediato.

—Si llega el momento, necesito que me prometas que te llevarás a Anya. Que la pondrás a salvo.

—¿Sabes como de idiota suena eso?

—Por favor. No puedo pensar en otra cosa.—Y es cierto. He pasado una noche de mierda pensando en las diferentes opciones, en todo lo que podría ir mal o bien.

—Ya pero, ¿tú crees que ella me dejaría apartarla de ti?

—Noquéala. No se lo esperará de ti y luego la arrastras a algún sitio seguro.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora