19.-Ilya: Milagro

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Cae de bruces en el suelo. No llego a tiempo porque el subnormal de su novio no reacciona rápido y no se aparta. Él la recoge del suelo con cuidado y la apoya en la cama con dificultad. El muy payaso la mira con miedo o asco, no lo sé. La manera en la que la toca me hace sospechar. No hay complicidad entre ellos, no hay química, lo cual me extraña si en teoría están saliendo. ¿Por qué él no forma parte de sus sueños? No logro comprenderlo, ni tampoco la situación en sí. Por como ella habla juraría que me quiere. Mentiría si dijese que no me ha roto el corazón con sus palabras.

Nunca debería haberme ido. No debería haber dejado que se rindiera. Debería haber insistido y secuestrarla.

—¿Qué le pasa?—Pregunta el muy imbécil.

—¿Cuánta droga le has dado?—Lo cojo del brazo y me mira con los ojos muy abiertos. He acertado. Lo sabía. Anya tendrá muchas cosas, pero no miente. Él también tiene las pupilas dilatadas pero imagino que debe drogarse habitualmente porque lo esconde de maravilla. También me sorprende que lleve manga larga aun a pesar de que la temperatura es buena y calurosa.

—Yo no le he dado nada. Quizás lo habrá cogido de mi casa... Pero...

—Va, dímelo. No pasa nada. Ella está bien y es lo que importa. Pero dime, ¿qué hiciste? ¿La convenciste?—Miro su cara esperando a que desvíe la mirada para inventar la mentira.—¿Se le metiste en la bebida?— Desvía la mirada. —Ya veo, Billy, eres esa clase de tío. ¿Habéis visto eso? La drogó.

—¡No! ¡Claro que no!—Se remueve de mi agarre pero le gano en todos los aspectos posibles. Lo muevo hasta la pared más cercana y lo estampo de un golpe sordo. Varias enfermeras vienen a ver que pasa pero ninguna entra. Sé que tengo razón, no soy muy inteligente pero sé leer una cara y sé que miente. Algo en él huele mal y no solo mis celos hablan, sino...

—¿Sabes que pasa? Que no te creo. Venga, dímelo pequeño Billy. ¿Estabas aburrido? ¿Te divierte Anya drogada? ¿Es porque es graciosa? ¿Es más cariñosa drogada?—Aparta la mirada y respira fuerte por la nariz, como si se estuviera sorbiendo mucosidades. Miro fijamente su nariz. Lo hace de manera compulsiva. Cocaína. menudo cromo de novio.— Ah ya veo. Es más cariñosa así, ¿no?

—Tío, estás loco. ¿Sabes lo que estás insinuando? No necesito drogar a una chica para que quiera que la folle.—Dejo que mi instinto más primario salga y hundo mi puño en su cara varias veces antes de que caiga al suelo. Noto a Camile y Andrew tirando de mí pero no dejo que me frenen. —¡Ayuda!—Chilla la rata ahogándose en su sangre. Continuo pegándole, notando como mis nudillos amasan su cara. No puedo parar. Necesito matarlo.

—¡Dímelo! ¡Dime que la drogaste!

—Cállate tío.

—¡Dime que necesitas drogarla para que se deje tocar! ¡Dime que eres una puta escoria!

—¡Que no, joder!—Suelta finalmente. Me enloquece, como cuando un animal salvaje huele sangre. Hundo mi puño en su cara con fuerza, notando como mis huesos y los suyos se funden en un festival de ruidos y crujidos. El dolor siempre estará ahí pero ahora mismo predomina la rabia.

—¡Lo vas a matar!—Andrew tira de mí cogiéndome por el cuello y levanto las manos en el aire. —Déjalo ir. Déjalo, Ilya. Respira.

—Esto no acaba aquí, Billy la rata, te atraparé.—Le digo mientras Camile lo ayuda a levantarse. Sangre corre por su cara hacia el suelo y su ropa, aunque no la suficiente. Me suelto de los brazos de Andrew y me acerco a la cama. Está tan débil y frágil. Me rompe el alma que me queda con su respiración lenta. Aún noto sus labios sobre mis dedos. ¿A qué nivel de desesperación mental ha llegado para esto? Acaricio sus mejillas, delgadas y hundidas hacia dentro.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora