15.-Ilya: ¿Me aleja para encontrarse?

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Camile me indica cuál es su habitación e intenta persuadirme de que no entre, pero la ignoro deliberadamente. Ya está bien de juegos. No tenemos quince años. No voy a dejar que se aleje de mí. Al menos no porque no se crea lo suficientemente buena. Ya me he hartado de sus juegos y de seguir el ritmo que ella quiere. Ahora las cosas se harán a mi manera, le guste o no, porque estamos casados y si se piensa que para mí eso no tiene peso y va a poder simplemente borrarme de su vida, lo lleva claro. Pico en la puerta por pura educación porque la podría arrancar de una sola pieza aunque tenga el hombro jodido. Espero oyendo ruidos y el tal Andrew sale con una sonrisa piadosa.

—No te lo recomiendo, Ilya.

—Quiero verla. Necesitamos hablar.

—Ella no quiere, tío.—Me pone la mano en el hombro bueno en un gesto de compañerismo y aunque no tengo nada en contra de él, me lo llevaré por delante si tengo que hacerlo. Lo miro fijamente y parece pillarlo porque aparta la mano con cuidado. —Yo tengo instrucciones de no dejarte pasar, Ilya, lo siento.

—O te apartas, entro y hablo con mi esposa o decides hacerle caso y te destrozo.—No se mueve, solo baja la mirada hacia el suelo.—Anya, si valoras a tu amigo te recomendaría dejarme entrar porque sabes tan bien como yo que lo mataré, derrumbaré la puerta y la maldita pared si es necesario.—Chillo con todas mis ganas haciendo que varias personas se giren. Noto la mano de Camile en mi antebrazo y me suelto.—Eso funciona con Anya, no conmigo. ¡Anya Yurievna Zolotova, abre la maldita puerta!—Es la primera vez que uso su patronímico y espero que cause impacto.

—Entra.—Finalmente dice desde dentro. Andrew se aparta y me abre la puerta. Entro tanto con Camile y Andrew, supongo que tienen miedo de que nos ataquemos mutuamente, aunque después de que me haya pegado y disparado, no le temo. Está de pie en medio de la habitación con el pelo recogido en una coleta y un boli entre los dedos. Lo mueve nerviosa pero no me mira, al menos no a la cara. Mantiene la mirada fija en mi pecho, como si fuera a atravesarme. —Qué quieres.

Yo si la miro fijamente a los ojos aunque no me corresponda. Ni siquiera me creo que se plantee tirar lo nuestro a la basura.

—Mírame.—Niega con la cabeza y me acerco un paso. También lo hacen Andrew y Camile.—Anya, sé lo que intentas y te engañas a ti misma si piensas que va a ser así de fácil.

—Lo sé.

—Pues déjate de tonterías y abrázame.—Solo quiero que todo pase. Solo necesito sentirla entre mis brazos. Ni siquiera besarla, me conformo con poder sentirla en mi piel. Pero no se mueve ni me mira.

—Ya hemos hablado, ahora deberías irte.—Traga saliva y mueve un poco la mano.

—¿Y qué pasa con nosotros?

—Tengo que pensar.

—¿En qué? ¿En como dejarme? ¿Eso es lo que tienes que pensar? Dime, ¿cómo lo harás?

—Desde luego no dejando una nota diciendo que salgo.—Levanta la mirada y me la clava. Asiento lentamente sintiendo la puñalada.

—No, claro que no. Al menos yo avisé. Pero tu estilo es más bien irte a hurtadillas, ¿verdad? Desaparecer sin dejar rastro.

—Que te den.—Pensaba que habíamos dejado atrás esta etapa pero al irme ese día lo único que hice fue iniciar otra tremendamente parecida. Maldigo el momento en el que creí que sería una buena idea y que conseguiría información si más. Parece que piense que lo hice adrede.—Sal.—Dice sin apenas mover los labios.

—¿Y ya está? ¿Rompes conmigo y qué? ¿Qué pasa con esto?—Levanto la mano enseñándole mi anillo. Se encoge de hombros y aparta la mirada de mí. No me lo puedo creer. No es posible. Me acerco otro paso dejando menos de un metro entre nosotros. Tiene los ojos llenos de odio, pero no veo lágrimas ni rastro de arrepentimiento.—¿En serio Anya? Después de todos estos años y ahora...—Me paso las manos por el pelo notando como me tira la herida del hombro. —¿De verdad quieres esto?

—No pretendo que lo entiendas.

—Pero si tengo que aceptarlo, ¿no?—Ella asiente sin mirarme. Me duele tanto el pecho que si no supiera que es porque me está partiendo el corazón pensaría que es un infarto. Estoy tan cansado de luchar, de tener que tirar muros, de navegar por amenazas y ahora esto. Suspiro y me alejo un paso de ella.

—Dejaré un formulario de divorcio en la oficina de recursos humanos donde conseguimos tu pase de visitante. Te conseguiré un vuelo a Ryazan a brevedad posible y podrás retomar tu vida.—Esas palabras se me clavan como espinas en el alma. No sé qué hacer. No sé cómo luchar por ella ahora mismo y el dolor que siento es tan grande que no sé si puedo.

—¿Quieres el divorcio?

—Es lo mejor para ambas partes.

—Es lo mejor para ti, porque para mí no lo es.

—Sal.—Me repite.

—Antes me vas a escuchar. ¿Quieres romper? ¿Divorciarte? ¿Mandarme a otro continente? Estupendo. Hoy mismo me voy. Pero antes me vas a escuchar. Sé que haces esto por lo que te dijo Keller y que siempre has creído que sería yo quien me iría. Sorpresa, sorpresa, eres tú quien me aleja. Como no, tras tanto quien sale huyendo eres tú. ¡Como siempre! Tiene cojones la cosa que encima me acuses a mí de irme. ¡A mí! ¡Cuando lo único que me ha mantenido en vida mientras me torturaban eras tú! Fredek insistió, primero me intentó comprar y al ver que no podía pasó a otra idea mejor. Estaba listo para morir Anya, estaba totalmente preparado si eso te mantenía alejada de quien te quiera atrapar. Estaba preparado para eso, pero esto... Incluso cuando me apuntaste con el arma y disparaste, me alegré. Porque al menos mi muerte habría sido en tus manos y, ¿qué mejor final que ese? Pero, la realidad es que yo siempre te he querido más de lo que tú me has querido, ¿cierto? Por eso te es tan fácil deshacerte de mí. No te preocupes. Desapareceré, no volverás a saber de mí. —Me quito el anillo y se lo tiro, dándole en el pecho. Sigo el anillo con la mirada por el suelo que rueda haciendo ruido.—Te prometo que quiero luchar por ti. Luchar por ti es todo lo que conozco en esta vida pero, estoy agotado y mis puños no dan más de sí. Ojalá te pudiera hacer cambiar de opinión pero mis palabras nunca han tenido demasiado valor para ti. Al menos no las que importan. ¿Qué pasa con ese infinito?—No puedo evitar llorar desbordado. Necesito que me mire. Si esto es un adiós necesito que me mire una última vez. Que me haga el suficiente daño como para impedirme volver a por ella. Avanzo hasta ella y le cojo la cara, obligando a que me mire. Noto las lágrimas cayendo por mis mejillas y aun así me esfuerzo por mirar sus ojos que brillan como los topacios que son.—Adiós, peligro.—Suelto su cara y me retiro de ahí esquivando a Camile y Andrew. Lágrimas ruedan por la cara de Camile también pero no intenta pararme. Nadie lo hace. Deseo con tanta fuerza que Anya me coja de la mano y me ponga el anillo de nuevo que podría morirme. Pero no lo hace.

Meto toda mi ropa en una de las mochilas, dejando solo una camiseta. La que Anya se puso en la barbacoa cuando estuvimos de incógnito. La dejo tirada encima de la cama, esperando que haga lo que quiera con ella. Total, tampoco le importa y yo no puedo verla. Tengo pánico de que si me llevo algo que me recuerde a ella demasiado me destroce más de lo que ya estoy. Meto toda la ropa a presión y me aseguro de no llevar nada que me recuerde a ella. Ni el collar. Ni el anillo. Me encuentro deseando que Fredek me hubiera matado porque al menos así no tendría que estar pasando por esto. Tengo que volver a Rusia, donde no queda nada para mí más allá de Alex y Sergei, quizás Olenka. Miro la habitación triste, pensando en como aceptó casarse conmigo debajo del fuerte de sábanas y todos los besos intercambiados. Quiero resignarme y quedarme cerca de ella hasta que cambie de opinión pero por otro lado... No puedo aguantar más decepciones. Mi corazón no puede soportar más miradas frías de Anya.


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¿Cómo estáis? Soy un mar de lágrimas. Creo que necesito una toalla para secarlas. ¿Creéis que Anya ha tomado la decisión correcta? ¿Habríais hecho lo mismo? Solo os puedo decir que os agarréis para el próximo capítulo.




Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora