10.-Anya: Terapia, rendirme o qué

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Camile y Andrew tienen razón, la foto es únicamente una provocación. Lo tengo claro no, transparente, aun así... Amplío la foto y aunque quiero llorar ya no me quedan lágrimas. Me duelen los ojos y la cabeza de tanto llorar. La pinta de Ilya en la foto me parte el corazón y el alma de tantas maneras que no soy ni capaz de explicarlo. Sobre todo porque en mi mente, ya lo acusaba de traidor y, sin embargo... El infinito. Está haciendo un infinito con los dedos.

El perfil desde el cual me la han enviado es falso y no hay manera de seguirlo, por lo que sigo en las mismas. Me doy la vuelta en la cama que irónicamente parece enorme y enana a la vez. Camile está tumbada en su cama, con la caja de pintauñas preparada. Asiento lentamente y me levanto para llegar a su cama.

—Necesitas terapia de belleza.—Dice sonriendo radiantemente. La miro fijamente queriendo absorber parte de su fuerza. Saca el pintauñas transparente y yo lo vuelvo a poner en la caja.

—Quiero algo diferente. Píntamelas como tú quieras.—Esa frase parece calarle hondo porque sonríe ilusionada, como un niño pequeño con un juguete. De verdad que Camile brilla sola.

—¿De verdad?—Asiento rápidamente y ella da pequeños saltos en la cama. —Voy a preparar mascarillas, necesitas estar más guapa cuando Ilya vuelva.

—Si vuelve.

—La fotografía es buena Anya. Significa que sigue con vida. Solo tenemos que esperar a algo de información que sea útil. Creo que Jacob tiene razón. Creo que se están desesperando al no poder sacar información de él y quieren atraerte hasta Ilya. Es lo más lógico.— Dice ella moviendo cajas en la estantería. Observo su vitalidad mientras busca mascarillas. Acaba escogiendo dos de color negro y las tira encima de la cama, saltando justo después sobre ella. Intento hablar lo menos posible para no romperme en pedazos una vez más. —Volverá sano y salvo. Quizás con alguna herida pero eso solo significa que tendrás que hacer de enfermera durante unos días.

Sonrío tristemente y ella me empuja delicadamente. Quiero animarme, quiero poder verlo como ella pero yo... No soy tan fuerte como ella. Me siento frágil, mucho más de lo que he sentido nunca. Me da miedo que mi mente me falle, que mi cabeza se rinda y me traicione.

Cojo una de las mascarillas y la leo en voz alta, apartando a Ilya de mi cabeza.

—¿Mascarilla purificadora? ¿Es que tengo algún pecado en la cara?—Pregunto haciendo la broma obvia.

—Tienes tantos que los coleccionas. —La empujo y se ríe. —Eh, no te culpo. Os tengo envidia.—La miro dejándole espacio para hablar, esperando a que se pueda expresar tranquilamente. Sonríe fugazmente y suspira.—Siento envidia, pero de la sana, de verdad. Me preocupas, Anya.

—¿Yo? ¿Por qué? Todo está bien. ¿Ves?—Sonrío anchamente y le lanzo un beso.

—No quiero que dudes de él.

—No lo hago. Ya no.—No sé si lo que digo es totalmente cierto. Siento esos pensamientos invasivos que no dejan de crear teorías contrarias a lo que mis ojos han visto y mi corazón siente.

—Nadie ha querido como Ilya te quiere a ti.—Eso me duele y me quedo callada. Por supuesto que hay alguien que quiere tanto como él o más. Yo. —Me hago una idea de lo duro que tiene que ser, pero Ilya te necesita centrada, sana y estable.—Asiento dándole la razón aunque sé que no lo puedo cumplir. Sé de sobras que si tuviera alguna pista fiable correría con un arma a donde fuera. Jacob, Andrew y Camile intentan convencerme de que es cuestión de días, pero la realidad es que Ilya lleva más de cuarenta ocho horas secuestrado y no sé cuanto más pueda aguantar. Camile escoge un color muy parecido a mis uñas naturales, un rosa delicado y elegante. Me lo enseña orgullosa, como si tuviera que estar agradecida de que no haya escogido verde.—Empecemos por pasitos de bebe, luego iremos subiendo.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora