28.-Anya: Criminal

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Camile pica a la puerta con dos bolsas llenas de comida, que huelen demasiado bien como para hacerla sufrir en la puerta. Le cojo una de las bolsas y ella cierra la puerta con el pie, mientras parlotea sobre como nos vamos a chupar los dedos. Todavía escucho la ducha y la música de Ilya de fondo por lo que aprovecho este rato con ella a solas. Me siento en el sofá mientras la veo quitarse los tacones y dejándolos a un lado. Se pasea por la cocina buscando un vaso y lo llena de agua.

—Siento que la zorra esa se haya presentado.

—No ha sido tu culpa. Irina y Dimitry están unidos a ella.

—Ya no tanto, creo. Cuando te has ido nadie le ha hablado y se ha ido sola, diciendo que eras una chiflada. Por cierto, un diez en cuanto a la amenaza. Mira, mira...—Me señala su propio brazo desde la distancia, como si fuera a ver algo.—Aún tengo los pelos de punta. Muy mafioso. ¿Lo mejor? El beso en la frente. Épico. Exquisito. Diez de diez.

—Eres tonta, eh. ¿De tal palo tal astilla?—Pregunto bromeando.

—Yuri, ¿eh?

—Ah, claro, tú no lo sabes porque has estado ocupada follando.—Quiero que suene con resentimiento pero realmente estoy tan feliz por ella que sale más como una broma que como algo serio.

—Amén hermana.

—Mi madre era una Itchenko.—En cuanto lo digo Camile se gira dejando el vaso en la pica, con la cara contraída en sorpresa.

—¿Me jodes?—Niego lentamente riéndome.—O sea, Romeo y Julieta. Dios. Eres producto de un amor prohibido. ¿Lo oyes? Está sonando la canción de Britney Spears, la de Criminal.

—Baja de las nubes, bonita.—Palmeo el sofá para que se siente a mi lado y ella se acerca arrastrando los pies.

—Que fuerte.

—¿Lo mejor de todo? Alguien me ha citado para hablar y revelar secretos, prometiendo no derramar mi sangre. ¿Poético, eh?

—Si claro, como si fueras a ir.

—¿Eh? Claro que voy. Voy con Ilya.—Le aclaro. No pienso cometer el mismo error dos veces. No porque me preocupe que me secuestren a mí, sino a él. Está claro que es fácil abducirlo, confundirlo y tenerlo encerrado en algún sitio.

—¿Es que eres tonta? ¿No te das cuenta de que estás haciendo de diana?

—¿Y qué se supone que debo hacer? ¿Esperar a que sigan llegando amenazas? O peor, que lleven a más. ¿Y si la próxima vez te cogen a ti? ¿Qué cojones hago si te cogen a ti?—Levanto más la voz de lo que debería y entonces caigo en que ya no oigo la ducha.

—Siempre me encontrarás.—Entrelaza nuestros brazos como si eso fuera consuelo suficiente.

—Ya, pero no va de eso. Nadie te pondrá una mano encima. Ni a Ilya. Sois todo lo que tengo.

—Cálmate, no queremos que te pongas en plan cabrona metálica ahora.

—Calla. Cuenta. ¿Qué tal Sergei? ¿Cómo representa a la patria?—Muevo las cejas y ella empieza a reírse. Niega un poco con la cabeza y se muerde el labio inferior. —¡Eso es que ha sido bueno! Ya sabía yo que donde se ponga un ruso. Dame detalles.

—Claro que no.

—¡Oh venga, yo te los daría si me los pidieras!

—Dámelos.—Me dice con la cara totalmente seria. Ahora soy yo quien se ríe y ella levanta las cejas expectante.

Sangre: Lazos Rotos. ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora