Pasaron 5 años desde que la familia Van Zeller perdió a uno de los suyos. Ante la incompetencia de los policías y detectives, y ante la desesperación de Dedrick Van Zeller de no encontrar a su hija menor, recurre a su yerno favorito, Sebastian Stan...
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Adina y yo observábamos a los niños dar vueltas en un cupcake junto con Michelle. Sonreía solo con verlos reír. Pero de un momento a otro, mi sonrisa se desvaneció al recordar lo que el Sr. Van Zeller me había pedido. Ese tema me había estado rondando la mente en los últimos días, y me arrepentía de haber aceptado.
—Sebastian.
—¿Eh? —pregunté, desorientado.
—¿Estás bien?
—¿Qué? ¿Por qué lo preguntas?
—No te he visto bien últimamente.
—Bueno, Alexia acaba de llegar hoy y. . .
—No me refiero a Alexia. Hace unos días que te noto. . . distante, como si te perdieras en tus pensamientos. Siento que algo te preocupa.
Realmente, Adina me conocía bien. Últimamente, solo he estado preocupado por haber aceptado esta misión que me dio el Sr. Van Zeller y, siendo honesto, me da un gran terror decepcionarlo. Debería haberle dicho que lo pensaría mejor.
—Sabes que puedes contarme lo que sea, no juzgo.
—Lo sé, es solo que. . . —No sabía cómo traer a la conversación a su hermana. Adina casi no hablaba de Madeline desde que desapareció hace cuatro años.
Cuando Madeline fue enviada al instituto, tengo entendido que hubo un tiempo en que no mantenían contacto por orden de mi suegro. Madeline no podía comunicarse con nadie más que él o su madre, Verónica. Verónica contaba varias cosas a los demás a escondidas de Dedrick; ella sabía bien lo mucho que sus hermanos la querían.
—¿Conociste bien a tu herma. . . media hermana Madeline? —Sabía que la quería mucho, pero no sabía si la consideraba realmente como una hermana o simplemente como una media hermana.
Adina se quedó en silencio por un momento, su mirada se volvió nostálgica.
—Tal vez no seamos hijas de la misma madre, pero la considero mi hermana, al igual que a todos mis medios hermanos. La verdad no me gusta usar mucho la palabra medio hermano o media hermana, para mí todos son mi familia. Digo, crecimos todos juntos.
—¿Y. . . sabes algo de tu hermana Madeline? Me refiero a si sabes de alguna información nueva. . .
—No —noté la tristeza en su voz—. ¿Por qué preguntas por Madeline? ¿Tiene algo que ver con lo que te preocupa?
Asentí lentamente, sin saber cuánto revelar.
—Solo quiero saber más. . . —No sabía ni cómo sacar el tema de conversación con ella, como lo podría hacer con desconocidos en Inglaterra.
—Pues, si te soy sincera, siento que ella está bien.
—¿Realmente lo crees?
—Tengo que hacerlo hasta que se haga realidad. No quisiera que algo malo le haya pasado. Ni siquiera quiero pensar en esa posibilidad.
