Pasaron 5 años desde que la familia Van Zeller perdió a uno de los suyos. Ante la incompetencia de los policías y detectives, y ante la desesperación de Dedrick Van Zeller de no encontrar a su hija menor, recurre a su yerno favorito, Sebastian Stan...
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06 de agosto del 2022
Cuando la estilista terminó con mi nuevo look, no podía apartar la vista del espejo. Nunca había sido de las que se sentían completamente a gusto con su físico, y eso era un desafío si quería ser modelo. El rechazo de algunas agencias había afectado mi salud emocional, pero en ese momento, con este nuevo cambio, me sentía genial y me encontraba hermosa.
Con una gran dosis de confianza, salí de la estética sintiéndome más segura que nunca. Por primera vez, me sentía increíblemente poderosa, como si estuviera en una película donde la música de fondo enfatizaba mi andar confiado. Las miradas que captaba a mi paso solo aumentaban mi satisfacción.
Mientras caminaba, noté a un hombre de espaldas que no giraba su rostro hacia mí. Su presencia parecía alimentar mi ego, creciendo a cada instante. Aunque no estaba molesta, estaba ansiosa por saber si era él. Quería que se volteara, no solo para que él me viera, sino para que yo finalmente pudiera ver su rostro.
Me irritaba ver su rostro de manera borrosa; quería saber si era alguien que ya conocía o un completo desconocido.
Me acerqué cada vez más a él. Aunque él seguía de espaldas, conversando con personas que no conocía y que claramente no me interesaban, mi curiosidad no hacía más que aumentar. No sabía qué hacer si este sueño continuaba, pero, decidido a descubrir la identidad de esta figura misteriosa, me aproximé lo suficiente para tomar su hombro y hacerle girar.
Cuando finalmente se volvió, me di cuenta de que no era el hombre de mis sueños. Su cabello, que antes era castaño liso con pequeños rizos, había cambiado a un castaño rubio, un poco más corto y lacio. En lugar de encontrarme con el hombre que tanto me había intrigado, estaba frente a Nolan Levett.
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Dejé escapar un quejido y sacudí la cabeza, dándome cuenta de que ya no estaba caminando por las calles, sino que me encontraba en el estudio con Sandy. Ella estaba a mi lado, acomodando las luces, pero se había detenido al escuchar mi quejido. Bill Skarsgård, el modelo que teníamos frente a nosotros, me miraba con extrañeza.
—¿Aiden, estás bien? —preguntó Sandy con preocupación.
Parpadeé un par de veces y traté de concentrarme en la cámara, ajustando los parámetros que necesitaba.
—Sí, sí, perdona —Me disculpé, intentando no asustar al modelo y hacer que se fuera. Era nuestro modelo más famoso, y lo había convencido de posar para unas fotografías; realmente no quería estropear el trabajo. Además, eran las últimas fotos que necesitábamos para la sesión del día—. No fue nada.
Hoy estábamos tomando las últimas fotos para la nueva campaña publicitaria de la tienda. Esta vez, era el turno de los hombres con sus trajes, y Bill era el último modelo de la jornada.
