Pasaron 5 años desde que la familia Van Zeller perdió a uno de los suyos. Ante la incompetencia de los policías y detectives, y ante la desesperación de Dedrick Van Zeller de no encontrar a su hija menor, recurre a su yerno favorito, Sebastian Stan...
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|| Sebastian Stan ||
05 de octubre del 2022
—La verdad. . . creo que me estoy volviendo loca, queriendo creer que Madeline está bien y con vida. Los demás y yo estamos trabajando en un cortometraje, y yo me acabo de integrar al proyecto. . . hay una chica que se parece muchísimo a Madeline. No solo su aspecto, hasta su voz es casi igual. . . pero después de tantos años, no estoy segura de si es solo una coincidencia.
—¿Crees que ella podría ser Madeline? —pregunte, curioso pero cauteloso.
Emily bajó la mirada, con inseguridad.
—Sé que suena a locura, pero las similitudes son inquietantes. Nunca la he confrontado directamente, pero no estoy segura de que valga la pena hacerlo.
—¿Me puedes decir el nombre de la chica? —insistí
Emily tomó aire antes de responder.
—Es Aiden Mateland.
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Han transcurrido dos días desde aquel pequeño descubrimiento. Saber que la marca de nacimiento confirmaba que Aiden formaba parte de la familia, me dejó inquieto, pero lo que más me perturbaba era la posibilidad de que Aiden y Madeline pudieran ser la misma persona. Ese pensamiento rondaba mi cabeza, y aunque quería ordenarla, la confusión solo crecía.
Hoy era el cumpleaños de mi padre, y había decidido que, al menos por un día, me concentraría en él, en mi madre y en mis hermanos, dejando a un lado mis preocupaciones.
—¡Oh, Sebastian! —exclamó mi madre, haciendo que me volteara hacia ella.
—¿Sí, mamá? —respondí.
—Tus hermanos me contaron sobre tu ascenso en el trabajo. ¿Por qué no me lo has dicho antes? —dijo con una suave sonrisa, aunque noté una ligera preocupación en su tono.
—No te lo he contado porque el Sr. Frederick pidió que no se difundiera aún —contesté mientras volteaba a ver a mis hermanos, quienes, a pesar de ser adultos, compartían una mirada cómplice, soltando risitas disimuladas. Les lancé una mirada de reproche.
—Perdónanos por estar orgullosos de nuestro hermano mayor —dijo Scarlett con tono burlesco, mirándome con una sonrisa juguetona.
—Por cierto, ¿dónde has estado? Tu secretaria me dijo que estabas en Londres por trabajo, pero que no sabía cuándo volverías —preguntó Richard, arqueando una ceja con curiosidad.
—¿Hablaste con mi secretaria? —pregunté sorprendido, sintiendo cómo la incredulidad se dibujaba en mi rostro.
—¡Tú! ¿Hablaste con su secretaria? —añadió Scarlett, apuntando a Richard con sorpresa, aunque su expresión era seria. Tenía los mismos gestos que nuestro padre cuando algo le sorprendía.
