26.☁︎ Sálvenme ☁︎

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||Aiden Mateland / Madeline Van Zeller||

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||Aiden Mateland / Madeline Van Zeller||

20 de septiembre del 2022

Después de que Sebastian se negó a tener sexo conmigo, me acosté a su lado y cerré los ojos. Estaba agotada, había pasado varias horas trabajando durante la madrugada y realmente necesitaba descansar. No estaba molesta por su rechazo, pero deseaba profundamente estar con él, intentarlo de verdad. Sin embargo, lo más probable era que mi hermano fuera la razón que lo detenía.

Mientras trataba de conciliar el sueño, mi mente no dejaba de pensar en el collar que había visto en manos de Sebastian. El búho siempre había sido uno de mis animales favoritos, y ese collar, con sus rubíes brillando, me recordó a los aretes de búho con rubíes que Adina me regaló hace años. El recuerdo era tan vívido que casi podía sentir el peso de los aretes en mis manos.

La sensación de la mano de Sebastian recorriendo suavemente mi cuerpo me llenó de tranquilidad. Me sentí tan en paz a su lado, una paz que no había experimentado ni siquiera con Nolan. Me relajé tanto que no sé en qué momento exacto me quedé dormida, pero lo que sí recuerdo es el sueño que tuve después.

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Me estaba mirando en el espejo, admirando el collar de búho en mi cuello y los aretes de búho en mis orejas. Los dos accesorios combinaban a la perfección.

—Te queda hermoso —dijo Sebastian, mientras ponía sus manos en mis hombros y los acariciaba lentamente.

—Es muy hermoso, pero lástima que no sean para mí.

—Quédatelo —respondió con una sonrisa, y luego me dio un beso en la mejilla.

No supe qué decir en ese momento, ni siquiera tuve que hacerlo, pues en ese instante alguien tocó la puerta principal.

—Iré a ver quién es —anunció Sebastian mientras lo veía alejarse por el espejo.

Pero entonces, me di cuenta de algo: no estaba en la casa de Chris, ni en mi departamento. Me encontraba en mi antigua habitación en Nueva York.

Me levanté y me alejé del tocador, bajando las escaleras al escuchar las voces de Sebastian y Adina. Al llegar al final de las escaleras, me detuve en seco al ver a Sebastian y Adina besándose. Ambos giraron al sentir mi presencia, y confirmé que la mujer era Adina.

—¿Qué está pasando aquí? —pregunté, desconcertada.

Adina comenzó a reírse, mientras Sebastian también lo hacía, aunque con una mueca incómoda.

—No puedo contártelo, él tiene que hacerlo —dijo Adina, dirigiendo una mirada esperanzada hacia Sebastian.

—¿Contarme qué? —insistí, mirando a ambos con confusión.

The Girl Of My Dreams || Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora