43.☁︎ La Prueba Es La Fotografía ☁︎

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|| Sebastian Stan ||

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|| Sebastian Stan ||

08 de octubre del 2022

En la cocina, estaba rodeado de lo que más amaba. Sarah y Robert, mis dos pequeños, eran mis compañeros de cocina esa mañana. Sarah, con su energía inagotable, insistía en esparcir la harina por la mesa con más entusiasmo que precisión, mientras yo intentaba, con una sonrisa, mantener el caos bajo control. Robert, desde su silla alta, observaba todo con esos grandes ojos curiosos, como si lo que estuviéramos haciendo fuera la cosa más fascinante del mundo.

Esos eran los momentos que más atesoro, las pequeñas cosas. Extrañaba tanto estar con mis hijos, simplemente disfrutando de su compañía, lejos de cualquier preocupación externa.

—¿Por qué están despiertos tan temprano en sábado? —La voz de Alexia interrumpió las risas y sumió el ambiente en un silencio incómodo.

No quería lidiar con ella, no ahora. Solo quería disfrutar de la mañana con mis niños.

—Buenos días, Alexia —forcé una sonrisa, evitando su mirada. Mi único deseo era seguir en la pequeña burbuja de tranquilidad que habíamos creado.

—¿Y qué es lo que están haciendo? —preguntó con tono inquisitivo, observándonos.

—¡El desayuno! —respondió Sarah alegremente, lanzando otro puñado de harina hacia la isla de la cocina. El polvo blanco flotó en el aire y aterrizó, en parte, sobre la ropa impecable de Alexia.

—¡Rayos, Sarah! —se quejó, sacudiendo su ropa con evidente molestia.

Sarah, visiblemente apenada, bajó la mirada y murmuró.

—Perdón.

Suspiré, tratando de mantener la calma mientras me agachaba para estar al nivel de Sarah.

—Está bien, pequeña. Los accidentes pasan —le dije, dándole una pequeña caricia en la cabeza, buscando aliviar su vergüenza.

Sarah asiente y se acurruca en mi pecho, buscando consuelo. La tomo en brazos, besándole la cabeza con suavidad antes de bajarla cuidadosamente al suelo. Luego hago lo mismo con Robert.

—Es hora de limpiar, niños. Antes de que su madre despierte —les digo con una sonrisa, tratando de infundir algo de urgencia. Ambos asienten con entusiasmo, corriendo a llevar los trastes sucios al fregadero, aunque más bien los dejan caer con un sonido torpe. Agradezco el esfuerzo, aunque sé que terminaré limpiando de todas formas.

En ese momento, Martin, nuestro mayordomo, aparece en la puerta.

—Señor Stan, unas cajas han llegado para usted —anuncia con su habitual tono profesional.

Ya sé lo que es. Los regalos para Lorelay, que compré por parte de Scarlett y Richard. Sonreí al pensar en cómo reaccionaría cuando los viera.

—Gracias, Martin —le digo, y luego me vuelvo hacia los niños—. ¿Podrías cuidar a los niños por unos minutos?

The Girl Of My Dreams || Sebastian StanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora